el día 15 hay luna llena, ese será nuestro día

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Sobre las cinco de la madrugada, ya todo se había acabado, o al menos para los novios fue así pues prontamente se despidieron de todos sus invitados, yéndose juntos hacía el hotel que les albergaría en su primera noche de casados.

El moreno se bajó del auto junto a su esposa y en un rápido movimiento la tomo por sus brazos en una acción común de todo recién casado, mientras que la castaña le sonreía ampliamente al ver como era conducida hasta la habitación de ambos en donde fue bajada suavemente, para acto posterior observar los maravillosos detalles del cuarto de bodas que tenía enfrente de ella. Se trataba todo de una preciosa cama blanca como la pureza, rodeada de infinitos pétalos de rosas y solamente iluminada por las cálidas luces emitidas desde varias velas.

-Es precioso cariño. - le comentó ella mientras comenzaba a quitarse de sus joyas y así ponerse cómoda. A su vez el moreno se relamió los labios, pues ese vestido tan apegado ya estaba provocando los primeros espasmos en él.

-¿Qué pretendes mi amor? - le dijo. - Coquetearle de manera descarada a tu esposo no es muy apropiado aquí dentro. - se burló y la curvilínea sonrió ladeadamente.

-¿Tú crees que yo hago eso? - le murmuró ella mientras recibía un apasionado beso de su marido, el cual ya iba bajando hasta su precioso cuello. - ¿Tantas ganas tenías por quedarte solo conmigo? - le preguntó y el moreno sonrió por ir al frente.

-Siempre las tengo. - la rodeo por sus brazos, mientras comenzaba a bajar con la yema de sus dedos las tiras del vestido de la castaña, comenzando a notar los primeros indicios de su blanca lencería. - Por cierto, ese sostén que llevas es muy bonito. - le sonrió y enarcó una ceja al ver como las mejillas de la trigueña se pigmentaban de la nada. - ¿Te ayudo a quitarte el vestido?

-Bueno... - afirmó sonriente y el samoano empezó a bajarle el cierre del vestido mientras que ella finalizaba con sus joyas. Mientras la ayudada con el asunto, se quedo pasmado de la nada y es que su mujer era una completa belleza. Ella lucía unas medias blancas, sujetas por un ligero encaje y unos tirantes amarrados a los costados de una blanca tanga y a su vez su sostén era de un blanco perfecto y ajustando, realzándole aún más su potente busto.

 Ella lucía unas medias blancas, sujetas por un ligero encaje y unos tirantes amarrados a los costados de una blanca tanga y a su vez su sostén era de un blanco perfecto y ajustando, realzándole aún más su potente busto

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-¿Amor, ese juego de lencería dónde lo encontraste? - le preguntó con la boca seca, al estar embobado observándola, mientras que ella sonrió al notarlo.

-Por ahí...

Caminó hasta quedar a su lado y luego abrazó a su esposo, comenzando él a besarla con verdadera pasión. Sus manos buscaron las ataduras de su tanga, primero la una y luego otra para que acto posterior cayera esta rápidamente al suelo, deslizándose por las piernas de la castaña. Ella sintió ahora como las manos de su esposo posaban sobre su espalda, recorriendo sus hombros y la parte media de su piel, deteniéndose en el sujetador del sostén hasta que sintió como se lo desamarró cayendo este al suelo. El moreno recostó suavemente sobre la cama a la curvilínea y se arrodilló en frente de ella para ayudarle a quitarse lo que le quedaba de vestido sobre sus pies. Definitivamente, estaba extasiado con solo haberla visto en la lencería que había sido el atrevido regalo de Camila, y estuvo a punto de babear al ver el trigueño y perfecto cuerpo de su mujer, en contraste con el sensual blanco que traía y que resaltaba cada perfecta curva que poseía. Suavemente y ya envuelto por la excitación, comenzó a pasar sus manos por el cuerpo de ella, creando un perfecto camino desde el cuello hasta sus muslos. A su vez ella emitía leves gemidos incapaz de decir nada, mientras que el moreno ya sustituía el camino por besos, comenzando a enloquecer ya, por tanta belleza ofrecida a él voluntariamente. Se recostó encima de la castaña, continuando el camino de besos, pero esta vez fue más allá comenzando a besar los muslos de ella.

Pídeme Que Te Quiera II. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora