Te Amo Moreno.

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Narrador omnisciente.

La noche acaecía en Florida, miles de personas ya dormían mientras que otras preferían ir a sitios de distracción con el fin de quitar de algún modo cierta rabia y resignación sentidas, entre ellos se encontraba un molesto Nicolás quien ya en su típica chaqueta negra, estaba sentado y fumando descontroladamente; se encontraba intranquilo, con la vista en un punto fijo y de piernas cruzadas. Parecía esperar a alguien ya que eso demostraba al mirar de lado a lado alzando su cuello, sin embargo de pronto el sonido de una silla de aquella mesa en donde estaba llamó su atención.

-Tsss... ¡Hasta que al fin llegas! - rodó sus ojos mientras ya apagaba la colilla del cigarro sobre un cenicero que el local ofrecía.

-¡Agradece que llegue!

El moreno rodó sus ojos otra vez mientras observaba al mesero llegar con la orden, dos cafés cortados.

-Lindo lugar escogiste. - habló la persona en frente del moreno observando el local que la rodeaba, el cual parecía ser un café nocturno.

-Ni siquiera me fije, fue lo primero que encontré. - pronunció pensante.

-¿Cómo estás?

-Pésimo, la rabia que siento en estos momentos no se iguala con nadie. - volvió a prender otro cigarrillo.

-Pienso que sentimos los mismo.

El moreno apretó duramente su mano mientras que a la vez impulsaba fuertemente el reciente puño que había formando contra la mesa, dejando a su acompañante con la boca entreabierta por la sorpresa de aquella acción.

-¿Qué te pasa imbécil?

-Pasa que lo que menos tengo es ser estúpido y sí ella lo cree, pues muy equivocada está... - arremetió duramente.

-Yo tampoco soy estúpida.

-¿Entonces... Por qué estás tan tranquila Eva? - le preguntó con una ceja alzada.

-No lo estoy. - respondió rápida la pelirroja mientras arrojaba un soplido de su boca.

-Sé perfectamente que en estos momentos se está encamando con ese "bulto de mierda". - pronunció molestamente Nicolás mientras comenzaba a limpiar una traviesa lágrima de su mejilla.

-No le digas así.

-¿Y más encima lo defiendes? - ladeó su cabeza. -
¡A el mismo idiota que en estos momentos está revolcándose con otra mujer que no eres tú! - gritó esta vez el moreno molesto.

-¡Detente Nicolás!... Es en serio. - se defendió la pelirroja con la voz entrecortada, sin embargo no lo hacía por él, lo hacía por la poca dignidad que sentía le estaba quedando, pese a todo el moreno allí presente le había dicho la verdad, Joseph su actual novio en estos momentos le estaba siendo lo más probable, que infiel junto a la perra que más odiaba en la vida.

-Sabes Eva... - calmo de cierta forma su malhumorado tono Nicolás, ya que entendió que con esa discusión no llegarían a nada con la pelirroja. Sonrió sarcásticamente para luego volver a alzar su mirada a ella.
-Él es un bulto, algo que estorba en la vida, por eso nadie ya lo quiere en la industria, es un imbécil cretino que piensa que todo lo puede tener fácilmente, pero se equivoco al querer meterse con lo mío.

La pelirroja lo oyó perfectamente, sin embargo no entendió bien a que se refería con lo último.

-¿Qué quieres decir?

-Que no le daré tan fácilmente las cosas a él, ni a la traidora de mi flamante novia, tampoco. - pronunció muy seguro.

-Yo ya no sé qué mierda más hacer... - siguió su relato una dudosa pelirroja quien ya le seguía en prender un cigarro, el moreno a su lado la observó confundido al escucharla  decir eso de una forma muy diferente a como solía conocerla.

Pídeme Que Te Quiera II. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora