"Escapando te encontré" Victuuri [Yuri On Ice]

Capítulo 3 Sentimientos inexplicables

Hola a todos, aquí les traigo otro capítulo n.n Espero que les guste y lamento si tengo alguna falta de ortografía :)

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Yuuri estaba distraído admirando el cabello del peliplatedo, por lo que no se había dado cuenta de la escasa cercanía del joven de ojos azules, hasta que este lo besara. El menor se había quedado de piedra ante esa acción, sintiéndose un poco mareado y no ayudaba de mucho cuando Víctor con una sonrisa deslumbrante y ojos brillosos lo mirara fijamente, para luego besarle en la otra mejilla. El pelinegro sabía que estaba sonrojado por lo caliente que sentía sus cachetes, su corazón latía a mil y nuevas sensaciones lo abrumaban.

- Adoro tus mejillas- Le dijo Víctor con voz suave mientras le acariciaba los cachetes con cariño.

- P-por qué hiciste eso- Preguntó Yuuri entre tartamudeos.

- ¿Es que debe de haber una razón? Yo lo quise hacer y lo hice- Sonrió nuevamente- ¿A caso no puedo hacerlo?- Preguntó el peliplateado mientras inclinaba su cabeza.

El japonés se había quedado casi sin habla por lo que el mayor había dicho y solo podía balbucear el nombre del ojiazul, quien lo miraba con una sonrisa y son sus mejillas apenas sonrojadas a diferencia de las suyas que era de un rojo intenso. Cuando al fin pudo pronunciar bien un "Víctor" Vio como atrás del hermoso joven se abría la puerta de la habitación, haciendo que Yuuri literalmente saltara de su lugar y se alejara la mayor distancia posible del extranjero, quedando pegado a la pared en el otro extremo del cuarto.

Esa acción le dio curiosidad al peliplateado, por otra parte la chica que ingresó al cuarto, no le había prestado atención dicho suceso. Esta parecía ser un poco más grande que Víctor, vestía una camisa anaranjada, un pantalón gris y un par de sandalias. Al estar cerca de la joven se podía percibir el leve olor a cigarrillo, ella se quedó mirando a ambos chicos por un tiempo, analizándolos hasta que se decidió a hablar.

-Yuuri mamá dice que la comida ya está- Miró con curiosidad a su hermano- ¿Pasó algo?

-N-nada nee-chan- Respondió el menor nervioso, al mismo tiempo que sus mejillas volvían a estar coloreadas.

- Ok...-Miró por un segundo a Víctor y luego a su hermano, para después encogerse de hombros, retándole importancia a ambos-De todas formas apúrense, no creo que quieran comer algo frío.

Fue lo último que dijo la mujer para después salir de la habitación, dejando a ambos chicos solos y entre ellos hubo un rato de silencio bastante tenso e incómodo para el pelinegro, quien miraba lo más disimulaste posible al mayor. El joven se había quedado con la mirada perdida en la puerta como si estuviera concentrado pensando en algo.

- Ahora que me doy cuenta tengo hambre- Se levantó del suelo, para luego mirarlo con una gran sonrisa-¿Vamos Yuuri?- Preguntó el peliplateado mientras le extendía la mano.

El menos parpadeó un par de veces ¿De verdad era eso? Creía que era otra cosa por lo concentrado que estaba, sin embargo él admitía que también se había quedado de esa forma cuando pensaba en comida. El ruso lo volvió a llamar y preguntarle de nuevo lo mismo y ante eso Yuuri solo asintió con la cabeza, lo que le incomodaba y no podía creer el japonés era que ese joven se comportara como si nada por lo que había pasado antes de que su hermana los interrumpiera ¿Por qué era el único avergonzado de los dos? ¿A caso él era el raro que se sentía extraño con la presencia del otro?

Víctor al ver que el pelinegro no se movía se acercó a él y lo tomo de la mano, para después llevarlo casi a rastras fuera de la habitación. El menor no protestó y solo se dejó llevar por el pelilateado, cada vez que este hacía un movimiento su pelo lo acompañaba con elegancia, el chico mantenía su sonrisa y la mano que sostenía a pesar de ser algo fría era suave y delicada. Yuuri no podía evitar fijarse en pequeños detalles y otra vez se estaba perdiendo en sus pensamientos, casi ni se dio cuenta que ya estaban sentados para comer. Entonces despejó su mente y vio al  ojiazul quién se quedó maravillado con el plato de comida que tenía ante él.