Otoño (XI)

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Rosie

El día había sido estupendo, bueno, al menos hasta ahora, mis padres no habían regresado de donde diablos se encontraban. No habían llamado ni una sola vez y cuando envié un texto lo único que recibí como respuesta fue:

"ten un buen día cariño"

Eso era todo. Me sentía enferma de rabia y decepción.

Había sido una tonta, como pude pensar que este año sería diferente ¿solo porque mi novio murió? Puff! eso no era nada trascendental ¿cierto?

Como los odio

Inmediatamente como el pensamiento se produjo me arrepentí, no los odiaba, nunca en la vida podría odiarlos. Ellos me amaban, a su manera, pero me amaban.

El día siguiente no hice mucho en realidad, mis padres habían llamado temprano en la mañana para decirme que llegarían en la tarde. Había hecho un esfuerzo titánico para no contestarles que me importaba un pepino, ¿qué mas daba si volvían hoy o mañana? Eso no cambiaba que me habían dejado sola, la única razón por la que habia contenido el impulso fue un pequeño pellizco de culpa. Una parte de mi alzaba su voz diciéndome que no podía ser una mimada egoísta, ellos hacían esto para darme lo mejor, la mejor universidad, el mejor auto, la mejor ropa, etc que debía ser agradecía ya que muchas personas no tenían ni la mitad de lo que yo si. Era esa voz la que me impedía decirle como me sentía respecto a sus "imprevistos".

Es una dualidad que vivía dentro de mi y con la que luchaba a diario: la parte de mi que decía que tenia que ser mas comprensiva y la otra, que no era muy fuerte, pero el suave susurro no me dejaba descansar, ese que me decía eso nunca seria suficiente.

Aunque mis padres me daban gusto en mis "caprichosos" si es que tenía alguno. Nunca había gastado mas de 100 dólares en una prenda, me parecía una cantidad de dinero exorbitante por un pedazo de tela. Bueno, eso no era del todo cierto, había gastado 500 dólares en el vestido que usaría en el concierto de invierno, pero bueno, eso se podría decir que era un gasto escolar; estaba mas que segura que no usaría ese vestido fuera del escenario. En cuanto a zapatos, la mayoría eran zapatillas deportivas y las mas nuevas habían tenido ya mas de un año conmigo, tenia unos Louboutin negros de tacón de aguja pero esos no contaban, mamá me los había regalado en mi cumpleaños número 18 y solo los había usado una vez; supongo que el par de botas hasta medio muslo eran el único par de zapatos en los que había derrochado dinero, pero las había adquirido en una rebaja así que no me sentía tan culpable al respecto.

Y con respecto al auto, bueno, papá era un fan de Bently, así que para mi cumpleaños número dieciséis me regalo uno, gracias a dios había recordado que yo era una fanática de las SUV y no de los deportivos; no es que no me gustara, el auto de papá es genial, eso solo que no me gustan para mi. Prefería mas los autos todo terreno.

Quería decirle que el auto no me gustaba, pero no quería sonar desagradecida además había estado tan contento de darme ese auto y de que, y cito:

"este bebe –sí, le había dicho bebe a mi auto- te enamorara–según él y supongo que otro montón de gente - es la mejor marca del mundo"

Para mí solo era un medio de transporte. Uno muy pretencioso y costoso.

***

Mi ánimo no mejoraba con el pasar de las horas, así que agarre el libro de mi bolso, corrí una silla cerca a la venta y me dispuse a leer. El tiempo se pasaba volando mientras leía, durante mi tiempo de lectura, mi mundo y mi realidad quedaban atrás y me convertía en quien quiera que sea el protagonista, sintiendo y viviendo lo mismo que él o ella.

Tome un breve receso para ordenar al servicio de habitación y almorcé (si le puedes llamar almuerzo a un sándwich de jamón y un smothie de mango) en cuanto termine volví a mi lectura.

12 capítulos después, mis padres ya habían llegado y los había saludado de una forma cortes pero distante, me sentía como una niña inmadura pero no tenía ganas de preocuparme por mi comportamiento estaba demasiado molesta para eso.

A la hora de la cena, mis padres estaban cansados así que también pidieron servicio a la habitación y me dieron las buenas noches. Mi enojo se había calmado lo suficiente en ese momento para recibir sus rápidos e incomodos abrazos, pero la decepción persistía y dudaba que fuera a desaparecer fácil o en algún tiempo cercano.

El sueño no acudió a mí pero no me preocupe demasiado, me dije a mi misma que era porque quería terminar el libro, una vez que lo hice ya no tenía más excusas, había sido un libro estupendo, aunque no había tenido un final feliz. Me regañe por traer un libro tan deprimente a un viaje que había resultado igual de deprimente. El libro –obviamente- no había mejorado mi humor, solo me hizo poner una caja de pañuelos junto a mí en la cama.

Llore bastante, llore por el libro (loco como suena, es cierto) llore por sentirme como una extraña con mis padres, llore porque me sentía sola, llore porque extrañaba a Shawn y todas las cosas que hubiéramos hecho si él no se hubiera ido.

Me prometí que esta sería la última vez que lloraría por esas cosas, o al menos lo intentaría.

No lloraría por algo que no podía cambiar, Shawn fue y siempre será importante para mí pero se había ido y por más que lo deseara ya no podía estar con él.

Había tantas cosas que deseaba cambiar, que deseaba que fueran diferentes pero no servía de nada desear, la vida es lo que es y tenía que acostumbrarme a eso.

Antes de quedarme dormida entre lágrimas, le dije adiós a Shawn, sabía que todavía tenía un largo camino por recorrer como aprender a recordarlo con la alegría de haberlo tenido y no con la tristeza de haberlo perdido.

Por supuesto, sabia que era mas fácil decirlo que hacerlo-

Por último, no era muy religiosa, pero le agradecí a Dios o a quien sea que lo había puesto en mi camino. Después de eso, mis ojos se empezaron a cerrar y acurrucada en mi cama, rodeada de pañuelos, me quede dormida viendo como el cielo empezaba a aclararse.


Cuando te perdíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora