El baúl de los recuerdos

171 25 15
                                    

Rebecca

¿Por qué escuchar su nombre me hacía sentir mareado y como si de repente mi corazón hubiera sido reemplazado con una bomba de relojería a punto de estallar?

Rebecca

No había nada en ese nombre que debiera hacerme sentir de una manera en particular.

No conocía ninguna Rebecca.

Me recosté en el sofá y tome una respiración profunda.

Tenía pesadillas cada noche, sueños que se mezclan con la realidad, pero rara vez tenían sentido, los espacios en mi memoria hacían confuso todo y ponían en duda todo.

-¿Qué dijo Rosie?- Dalton salto sobre mi antes de aplastar su enorme persona en el asiento a mi lado

Rosie.

Santa mierda! ROSIE!

Brinque del sofá hasta quedar en pie, mis manos parecían engrasadas con mantequilla porque el celular se deslizaba entre ellas y me costó varias acrobacias no dejarlo caer

-por favor. No tengas un accidente ahora,como romperte el cuello o algo asi- Dalton se burló -Lucas no está y yo sinceramente solo te dejaría tirado en el piso- se encogió de hombros cuando le di una mirada extraña -no soy bueno con eso de las emergencias-

Me quede mirándolo, completamente en blanco, antes de sacudir mi cabeza e ir a mi habitación

Una marcación rápida después

El primer tono retumbó como un horrible pitido en mi oído, despertaba do mía náuseas de nuevo.

Había colgado. Estaba tan malditamente loco que había colgado después de escuchar un nombre que ni siquiera me era familiar.

-¿Todo bien?- fue lo primero que dijo Rosie, con voz cautelosa

-si, si. Estoy bien. No sé qué pasó, en realidad- no tenía casi mentir, no tenía ni idea de que había pasado.

-oh! Está bien-

El silencio, cargado de las cientos de cosas que queriamos decir pero no podíamos, empezaba a ser tan denso y palpable que era una soga alrededor de nuestros cuellos, tirando de nosotros, tratando de llevarnos más cerca

-Bueno, entonces...- ella fue la que rompió el silencio -¿Podemos vernos?-

Podría decirle que era inútil, que no conocía a esa tal Rebecca, pero deseaba más que nada verla, incluso si era algo desde la distancia abismal que sentía, aunque estuviéramos lo suficientemente cerca, nunca sería igual a aquella noche. Donde, por un momento, fuimos uno.

-esta bien- dije -¿Donde?- me aclare la garganta cuando mi voz casi delata mi emoción -¿Cuando?-

No estábamos exactamente cerca.

-ire por el fin de semana. Mis padres van a concretar algún negocio o no sé que...nos veremos entonces-

Trague -solo tienes que llamarme cuando estés aquí o cuando quieras verme...- quería pegarme contra la pared, sonaba necesitado...rayando con lo desesperado.

No importaba si era verdad, ella no necesitaba saberlo.

-bien- por alguna razón, su tono de voz, la suavidad en ella... Me hicieron imaginar la sonriendo

-esta bien- Concorde, como un idiota, porque no sabía que más decir

-nos vemos pronto- Rosie, una vez más, rompió el silencio

Te extraño quise decir

-cuidate- dije en cambio

-tu igual- respondio después de un rato

Y una vez más, el silencio nos cubrió, un silencio que eran gritos, un silencio que no se sentía como un silencio si no como una forzosa y dolorosa tortura de la que nuestras palabras eran las víctimas.

-adiós, Rosie- le dije y reuniendo toda la voluntad que poseía, colgué porque no quería que ella sufriera más, porque no quería que se forzará a callarse por un segundo más

Y también, porque no quería pasar un segundo más suprimiendo el impulso de decirle todo lo que no podía

A veces, cuando anhelas demasiado la llegada de un día, el tiempo parece ir tan lento que los minutos se convierten en horas, pero mi miedo a verla de nuevo, por enfrentarme a su indiferencia y por la culpa que amenazaba con destruirme, los días pasaron en un parpadeo y demasiado pronto me encontré esperando por la llegada de Rosie.

La pequeña cafetería donde la esperaba me hizo sentir claustrofobia o aunque tenía el espacio suficiente -mas que eso- para ir y venir; la silla se hizo más dura e incómoda, el aire menos respirable y mi corazón menos funcional

Me sentía dentro de mi sueño, atormentado por todas esas ocasiones en la que todo se volvía negro y luego, cuando la luz regresaba me sorprendía en escenarios que no podía reconocer envuelto en situaciones que no podía asimilar.

Todo el día había escuchado aquella voz en un coro infernal e incesante, una y otra vez en mi cabeza. Sin dejarme descansar.

Quisiera decir que todo se detuvo cuando la ví, que fue como si todo dentro de mi descansara solo por su presencia, pero no fue así.

Solo añadí el dolor de no tenerla y la culpa por querer tenerla en primer lugar

-Hola- su salido fue tímido pero no había ninguna fría distancia o barrera en el

Eso, eso sí me alivio.

-Hola-

No tenía más palabras, al menos, no que fueran permitidas en voz alta

Ella se sentó frente a mí y pidió un capuchino -con más leche y crema que café- y dejamos que el silencio reinará de nuevo entre nosotros cuando la mesera se fue

Rosie miro sus manos juntas sobre la mesa y yo... Yo la ví mirarse las manos

Quise tocarla, quise volver a besarla... Quise salir corriendo y nunca más volver a verla... Pero no hice ninguna de esas cosas. No podía.

Irónico.

La mesera volvió con el pedido de Rosie y yo le pedí que llenará mi taza casi vacía antes de que volviera a dejarnos por nuestra cuenta

Suspiré antes de tomar un sorbo. Rosie me imitó

-Hunter...- ella se aclaró la garganta ya y siguiente mirando su taza, su índice acariciando el borde -quien es Rebecca?-

-se que probablemente no me creas por... Por eso que pasó cuando me llamaste- me explique -pero en realidad no conozco a ninguna Rebecca-

Rosie dijo, aún sin mirarme:- tienes razón- esta vez sí me miro -es difícil creerte-

Presione el puente de mi nariz, tratando de suprimir la frustración -contra mí mismo, por supuesto-

-lo se... Pero...- no lo pensé mucho -he pasado malas noches, tratando de llenar espacios...-

-sobre que?-

No sabía en quien confiar, y no podía confiar en mí o mi memoria. Quería respuestas, pero tenía miedo de encontrarlas.

No quería recorrer ese camino solo y solo podía confiar en Rosie.

Por una vez, necesitaría a ella por quien era, por lo que inspiraba en mí y por lo que había significado para mi hermano no hicieron entrar mi mente en conflicto.

Pero primero tendría que indagar sobre cuánto sabía Rosie y si ella también estaba preparada para las respuestas. Al menos, las que yo le podía dar.

-Shawn te contó sobre cómo perdió la vista ¿no?- no podía creer que se lo estaba diciendo

Rosie sacudió la cabeza -solo dijo que fue un accidente- agachó la mirada -nunca pregunte de nuevo, porque no quería hacerle daño y preguntarle... Qué hablará de eso parecía incomodarlo-

Cerré los ojos y me aferre a la taza con tanta fuerza que no sabía si era imaginación escuchar la porcelana astillarse

-eso...- mi voz se apagó -el accidente- trague, mi voz apenas audible -fue mi culpa-

Cuando te perdíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora