La soledad es mi maestra

93 15 2
                                    

Pasaron días que lentamente se hicieron semanas y eventualmente meses mientras esperaba.

Fue malo al principio, me dio rabia en algunos días, y otros se convertía en tristeza. A veces duraba días, otras tantas solo unos minutos, pero nunca se quedaban demasiado, no lo suficiente como para que dejara de esperar.

Seguimos hablando, mi teléfono sonaba siempre con sus mensajes, con imágenes graciosas o con solo un buenas noches o un buenos días.

Nos encontramos en el cementerio cuando la pérdida de lo que nos unió en primer lugar era demasiado para soportar. Y creo que, no tendría otra persona conmigo allí, una que entendiera con tanta claridad como me sentía.

No hubo más veces, en ocasiones incluso hasta un simple y corto abrazo era incomodo pero poco a poco se hizo más fácil, porque prefería tener eso a no tenerlo en absoluto. Constantemente me preguntaba si eso me hacía conformista y esos pensamientos simples, inofensivos me llevaban a otros más destiladores, como que al final, Hunter se alejara.

Fue una sorpresa cuando, después de un par de meses, Hunter y yo empezamos a frecuentar nos más a menudo. La primera vez fue con una maratón de las mejores películas de anime y reservamos para el final El increíble castillo vagabundo y el viaje de Chihiro. No hicimos más que comer palomitas, reírnos y conversar un poco en ciertas partes de la película, pero lo que más me hizo sentir cerca de él, era como ambos disfrutábamos la música, como nuestros dedos reproducían la melodía en nuestros instrumentos imaginarios, los comentarios que venían después sobre aquella nota, melodía o interludio. En esos momentos, me sentí... Yo.

No como la chica que no reconocía después de perder a Shawn, la chica que no parecía poder encajar los pedazos juntos y que ya no podía volver a ser la de antes.

No era la yo que había sido con Shawn.

Tampoco era la yo después de él.

Era una nueva.

Una yo que ya no se sentía incompleta, sola...triste.

Shawn había sido mi todo, mi primer amor, el chico que me mostró lo que era tener un hogar, al perderlo, había perdido una parte fundamental de mí misma y descubrí que el tiempo es relativo. Para muchos un año es mucho tiempo, para otros es poco para que diga algo como eso, pero cada quien vive a su ritmo, cada quien tiene su propio tiempo.

Y que el cambio en mi fuera fundamental, no era radical pero sabía que estaba allí.

Nunca te dicen lo que es perder a alguien, todos saben sobre el dolor, pero no te dicen lo que pasa contigo, lo que pierdes al perder a esa persona. Supongo que es diferente para cada uno, yo había perdido un poco mi timidez y Hunter había perdido su calidez. Yo había ganado una especie de confianza, la vida era tan frágil y no quería desperdiciar ningún momento con duda o miedo. Hunter, por su parte, se había llenado de arrepentimientos.

Arrepentimientos que vi desaparecer ante mis ojos, miedos que vi desvanecerse poco a poco.

Y entonces hubo música; con cada nota que flotaba y llenaba el aire era un especie de eslabón y cada uno de ellos forma la fina y frágil cadena que nos ataba juntos, cada vez más cerca. A veces había tonos oscuros en nuestra melodía, llanto que venía de mi arpa, dolor que refulgia en las teclas de su piano, pero al final, al final siempre estaban esas notas dulces, esas que estaban llenas de esperanza.

Y entonces no fue solo espera, fue descubrimiento, de mi, de él y de la posibilidad de nosotros.

Cuando te perdíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora