Invierno (III)

182 27 3
                                    

Hunter

Camine en silencio mientras ella me seguía, su brazo aún enganchado al mío, su cuerpo aún cerca al mío.

La sensación de su cercanía, el calor emanando de su cuerpo al mío... me tenía mareado

y aunque sonaba mal, se sentía tan malditamente bien.

y mal... muy, muy mal.

Lo triste de la historia, era que no podía detenerme, no podía alejarla. Si acaso la rechazaba y jamás volvimos a compartir un momento como este me lamentaría el resto de mi miserable vida.

Había pasó los últimos años sumergido en una apatía que incluso me asustaba a mi mismo. no fingía ser una mala persona y tampoco lo era. nunca le había dicho a una chica que era algo del tipo permanente, nunca prometí lo que no podía dar, por mucho tiempo pensé que simplemente era un idiota por naturaleza. El lobo solitario por excelencia que tiene a la chica que quiere pero no conserva ninguna.

Incluso eso en mi cabeza me hacía querer golpearme.

Pero, con Rosie recuperaba una parte de mi que había creído perdida. en la secundaria yo había sido el tímido, shawn el popular y hablador.

Por un tiempo, durante nuestro primer año, creí que las chicas se acercaban a mi solo porque me parecía a él, al menos físicamente y ellas parecían querer conformarse con eso.

Lo había confirmado un año después cuando unas chicas en la clase de gimnasia habían estado hablando demasiado fuerte y Taylor y yo accidentalmente lo escuchamos.

Sorprendentemente no me molesto, pero me volví más receloso.

Luego sucedió el accidente... y ya no hubo más chico timido.

Iba directo al punto y no me contenía. Después de todo, en un segundo estabas fastidiando a tu hermano, cantando su canción más odiada y luego colgando de cabeza, con sangre goteando de tu frente.

y ya no fue más sangre, caliente y líquida corriendo mis venas, en cambio se sentía como malditos trozos de hielo, arañando su camino a mis extremidades y filtrando un horrible frío al centro de mi pecho.

-Hunter- la voz de Rosie pareció lejana -Hunter!-

me gire para mirarla, sus ojos oscuros eran como estanques de tinta.

-¿estas bien?- pregunto

Su voz era suave y gentil, con una cadencia que a mis oídos era como un nana.

Asenti

-¿estas seguro?- queria que siguiera hablando, quería que repitiera mi nombre, y como si hubiera escuchado mi plegaria sus labios pronunciaron mi nombre y el frío que había empezado a entumecerse cedió, poco a poco, bajo su cálida y preocupada mirada y su voz baja e íntima.

-estoy bien- mi tono de voz fue brusco, casi hosco pero ella no pareció inmutarse, por el contrario, me ofreció una sonrisa

-entonces sigue caminando a donde sea que me estás llevando- su tono, sin perder aquel toque de intimidad, como si compartiéramos un secreto, se torno juguetón.

Si, caminar.

Sigamos caminando.

Asentí y proseguí, Rosie apretándose contra mi, para no dejarme ir y dar paso a los demás peatones.

Oh, jodido Dios! ¿por qué me sentía tan malditamente satisfecho con eso?

-¿en serio?- ella preguntó con una sonrisa cuando reconoció las calles -¿por qué?-

no dije nada y seguí caminando, el fluido de peatones aumentando, no solo con los caminantes rápidos y ajetreados acostumbrados a NY pero también con turistas asombrados, creando pequeños embotellamientos en las ceras.

Rosie llevó su mirada a los edificios altos, publicidad y luces que formaban el Times Square.

Aún faltaban un par de horas para que comenzara a oscurecer, pero la altura de los edificios hacen que la iluminación aquí abajo fuera un poco más baja. El contraste era sombreado contra el cielo azul por encima de los edificios era hipnotizante y Rosie también lo descubrió mientras alzaba su vista al cielo y entrecerró un poco los ojos. Las mas suave y hermosa sonrisa curvando sus labios rozados, sus mejillas encendidas y la punta de su nariz haciendo juego.

y por mas que quise maravillarme con el paisaje, el cielo, las enormes estructuras de concreto y acero... no podía apartar mis ojos de ella, de su mirada maravillada absorbiendo todos los detalles

PUTA.MIERDA

sabias palabras.

Cuando ella volvió su mirada a mi, me descubrió mirándola y de inmediato aparte la mirada, fingiendo ver algún anuncio que en realidad no tenía ni idea de que era

-¿por qué venir aquí?- preguntó

Cuando me atreví a mirarla de nuevo no había ningún signo de acusación o siquiera una señal de mi momento anterior.

Suspirando, no se bien si de alivio o decepción. Quizá ambos

mire al cielo -venir aquí me hace sentir... insignificante- respondí y Rosie frunció el ceño pero la sonrisa no se deslizó fuera de sus labios, cada vez más rosados.

-¿qué?-

-Todo aquí es tan grande, tantas personas... tantos edificios... no es algo malo- me apresure a añadir -pero cuando, no se, meto la pata o tuve un mal día, me doy cuenta de cuán pequeño e irrelevante mi problema puede ser- suspiré, no podía darle sentido a mis palabras -Me gusta sentirme como solo una pequeña parte de algo más grande, como que aunque aquí abajo está toda esta maravilla en hierro y acero que forjamos, nunca vamos a competir con toda la belleza de allá arriba- me encogí de hombros -supongo que es una mezcla de muchas cosas-

Ella guardó silencio por un momento y luego recostó su cabeza en mi hombro -lo entiendo-

y la primera alarma en mi cabeza se encendió. 

Cuando te perdíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora