Abigail Chamberlain.
Diecisiete años.
Maestra en el arte del sexo.
Abigail siempre ignora el toque de queda y lleva a su padre al límite, hasta que él la envía derecha a un reformatorio llamado Foxcroft Cove. Allí, es registrada para sesiones tera...
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ADVERTENCIA: CONTENIDO SEXUAL A MITAD DEL CAPÍTULO.
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Abigail se estiró en el banco a la vez que observaba el cielo claro. El aire corría, por lo que ella tenía que apartar el pelo de su cara constantemente debido a la dirección en la que soplaba. Aún siendo el primer día, a Abigail no le importaba saltarse esa clase que no alegraba mucho a Courtney. No obstante, ella también le había dicho a Abigail que "debería saltarse una clase para encajar".
Por los últimos veinte minutos, ella no había sido capaz de deshacerse del pensamiento del Sr. Bieber y de su voz encantadora, su autoridad notable ante ella y sus malditos labios. La única forma que conocía para deshacerse de esos pensamientos no deseados era o bebiendo una excesiva cantidad de alcohol o teniendo sexo, pero dudaba que cualquiera de los estudiantes tuviera alcohol y tampoco se había encaprichado con ningún chico -de momento. Esto era una experiencia muy frustrante y extraña para ella, pues nunca había pasado una tarde entera sin consumir ni un solo trago de alcohol. Encontraba esto terriblemente difícil y llegó a la conclusión de que tendría que ocuparse ella misma con algo más para poder mantener su mente libre.
Su pie daba golpecitos con impaciencia en la pintura arañada de las gradas, intentando pensar en algo que pudiese quitar de su mente el alcohol, el Sr. Bieber y el dolor creciente entre sus piernas causado por sus pensamientos sucios reproduciéndose una y otra vez en su mente como una película sin fin.
-¿Qué demonios te pasa? -se murmuró a sí misma, frotando sus sienes con sus dedos índices, cerrando los ojos. Dejó escapar un suspiro exasperado a la vez que pasaba los dedos por su cabello desordenado.
-Oye, novata, ¿estás bien? -preguntó Sirius mientras se acercaba a ella con una sonrisa amplia.
Por un momento, ella había olvidado dónde se encontraba ya que estaba demasiado adentrada en sus pensamientos.
-Oh, umh, sí. Estoy bien -murmuró con nerviosismo, jugando con sus dedos-. Ahora iba a ir a clase.
-No tiene sentido, ya tienes detención. Ya de paso puedes saltarte todo. -Sirius se encogió de hombros, sentándose en las gradas.
-¿Tengo detención? ¡Oh, genial! -gimió con frustración, sacudiendo los brazos.
-No es como una detención usual, ya sabes, donde tienes que escribir una oración y esa mierda. Ahí te harán ordenar libros, archivar papeles y ese tipo de cosas. -Él extendió su índice y la señaló-. Déjame decírtelo: esa mierda es agotadora.
Abigail atrapó su labio superior entre sus dientes, frotándose los ojos.
-Joder... ¿Sabes qué profesor lleva lo de las detenciones? -preguntó, enarcando una ceja.
