Abigail Chamberlain.
Diecisiete años.
Maestra en el arte del sexo.
Abigail siempre ignora el toque de queda y lleva a su padre al límite, hasta que él la envía derecha a un reformatorio llamado Foxcroft Cove. Allí, es registrada para sesiones tera...
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Abigail cerró la puerta de la oficina del señor Anderson detrás de ella y se chocó con Sirius.
—Hey, hola. Lo siento, te dejé tirado antes pero tenía una cita a la que estaba llegando tarde. —Miró hacia abajo con las manos en la espalda. —Déjame adivinar: ¿una cita con el maravilloso señor Bieber? —Dijo melodramático y ella se rió—. Bueno, después de lo que hiciste, ¿te apetece salir? Estoy algo solo. —Abigail se encogió de hombros, ignorando las miradas de la gente esperando a usar el teléfono.
Sirius asintió entusiastamente. —Genial. De hecho, hay algo que necesito decirte. —La cogió del antebrazo y suavemente la empujó hacia el lado, acercándose a su oído— Hay una fiesta esta noche en el sótano y todo el mundo irá. Habrá bebidas, comida, música sublime; ¿quieres ir? —Susurró y Abigail se planteó si ir o no. Si ella fuese, no le estaría permitido beber ni una gota de alcohol, ya que trataba de abstenerse, pero todo el mundo sabía que era algo prácticamente imposible no beber en una fiesta llena de adolescentes. —Lo primero: no vuelvas a decir sublime en tu vida o te golpearé en la cabeza; es jodidamente moñas. Lo segundo: no estoy segura. Es decir, se supone que voy a mejorar y hacer esto sienta como algo que está mal, Sirius... —Suspiró. —Oh, vamos, un poco de diversión mientras estás aquí. Deja tus mierdas atrás por una vez, te hará bien. —Dijo cogiendo sus manos gentilmente y balanceándolas de un lado a otro—. Preciosa, por favor. —Mordió su labio inferior e hizo un puchero.
Ella gimió disconforme, cayendo en su súplica. —Vale, bien pero solo beberé una cosa como máximo. —Lo señaló con una expresión decidida. Él sonrió victorioso. —Sí, cariño. No te arrepentirás, nena. Te veo luego; te recogeré en tu habitación. —La abrazó y la besó en la mejilla antes de girarse en la fila para esperar a su turno para llamar.
Por alguna razón, se sintió extraña cuando Sirius la besó en la mejilla y la llamó nena. No se sintió correcto en absoluto. Ella esperaba que él no estuviese intentando nada con ella, es lo último que quería.
Puso los ojos en blanco y dejó de pensar en Sirius, besándole en la mejilla, mientras volvía a su habitación para seguir leyendo 1984.
***
—El que controla el pasado, controla el futuro. El que controla el presente, controla el pasado. —Leyó y pegó un sorbo al agua. Había bastantes cosas que coincidían con ella en el libro. Quizás cuando llegase a casa, consideraría el comprarlo.
Estaba tan enganchada al libro que no se dio cuenta de que era casi la hora de prepararse para ir a la fiesta. Se sintió culpable por aceptar la invitación a la fiesta, especialmente después de que Justin hablase con ella y le dijese los peligros que supondría el alcohol. Rezaba para que él no lo descubriese.
