Abigail Chamberlain.
Diecisiete años.
Maestra en el arte del sexo.
Abigail siempre ignora el toque de queda y lleva a su padre al límite, hasta que él la envía derecha a un reformatorio llamado Foxcroft Cove. Allí, es registrada para sesiones tera...
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Suelo estar entre lo bueno y el pecado. Hay una pequeña parte en mí muy y muy profundamente que desea ser rescatada de esta trampa enferma y retorcida, pero también hay otra parte en mí que se siente a gusto. Quizá es demasiado tarde para mí y estoy demasiado ida y no hay vuelta atrás, o quizá soy yo quien escoge no creer que hay esperanza para mí porque estoy asustada de lo que hay al otro lado.
Podrías pensar que el amor de un padre sería suficiente para echarme atrás, pero... como mi madre, soy una puta hasta la médula y no hay nada que lo pueda cambiar. Lo triste es que yo sé que estoy siendo usada pero me gusta porque me hace sentir querida, me hace sentir humana. Algunos días me levanto y me siento entumecida, vacía, hueca. Cuando me hacen daño, me siento humana de nuevo porque soy capaz de sentir algo y demuestra que no soy simplemente un robot sin emociones.
No me atrevía a enamorarme ya que lo que me esperaba era un corazón roto y lágrimas absurdas. El amor es una ilusión para hacerte creer que necesitas gente, pero lo que todo el mundo hace es apuñalarte por la espalda una vez que han acabado contigo. Yo me rehúso a pasar por eso.
Abigail dejó su bolígrafo al lado de su libreta y se recostó en la silla. El miércoles parecía pasar bastante rápido, pero había tenido dos períodos libres y había decidido aprovechar para dormir. De manera sorprendente, ella no había visto mucho a Courtney, y ella la había esperado llamando a su puerta preguntando qué pasó en detención pero no se habían visto desde la comida del día anterior y ella estaba muy preocupada.
Ella tampoco había visto al Sr. Bieber y tenían prevista una sesión mañana. ¿Estaba nerviosa por verlo? Sí, pero a la vez estaba emocionada por decirle lo estresada que estaba por una razón desconocida y cómo eventualmente se estaba preguntando su identidad social... o su falta de ella.
Sus ojos se mantuvieron fijados en su nota, leyéndola una y otra vez pero incapaz de coger el bolígrafo y acabarla. Realmente, ella no lo había pensado hasta ahora pero se parecía más y más a su madre con cada segundo que pasaba. Tal vez era inevitable y ella estaba predestinada a seguir las huellas de su madre. Anastasia Chamberlain -bueno, ahora Anastasia Wilks- era una mujer indescifrable. A pesar de que había estado casada con el padre de Abigail durante casi veinte años, ella no pudo mantenerse fiel y era como si viviera una especie de doble vida. Para sus amantes, su nombre era simplemente Ana y para su familia, ella era Anastasia -dos personas completamente diferentes.
Así es como se sentía Abigail a veces.
Golpeó su cabeza contra el escritorio varias veces y trató de reprimir sus lágrimas, pero no lo logró. Ella o bien tenía buenos días o malos días y este era uno bien malo. No sabía por qué, pero sentía que una parte de ella faltaba. Al principio asumió que era debido a la ausencia de su padre o porque estaba perdiendo su una vez sólida relación con él, pero ella sabía que no era eso. Fuera lo que fuese, era peor.
