CAPÍTULO 25.

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YOUNG GOD | VEINTICINCO.

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JUSTIN BIEBER

Me miró neutramente mientras contaba los eventos del parque y cuando me volvió a ver, de nuevo, en una tienda. Mi intención no era dañarla, sino protegerla, y, quizás, estaba siendo incluso egoísta. No quería que se fuese de mi vida.
─Me odias, ¿verdad? ─Le pregunté. Podía ver la rabia y el dolor en sus ojos; no sabía si era por mis mentiras, por mí o por ambas cosas.
Apartó la mirada pestañeando para quitar las lágrimas y sacudió la cabeza.
─ ¿Por qué no lo hiciste? ─dijo agriamente─. Podrías haberte evitado muchas cosas.
─Podría, pero no lo hice ─me encogí de hombros─. Tenías toda una vida por delante y no era como si distribuyeses drogas ilegalmente o fueses matando gente, como yo. Eras buena y una niña inocente. No podía matarte, el mundo necesitaba más gente como tú. Aunque, por supuesto, gracias a tu madre no fuiste tan feliz. 

Ella sacudió la cabeza y se sentó en la silla, frente a mí. Sirius simplemente estaba de pie en la esquina. Justin hubiese preferido hablar solo con Abigail, pero ¿qué sentido tendría? Sabe lo que soy.
─Así que mi madre le puso precio a mi cabeza y tú tenías que matarme ─soltó una carcajada─; suena a una mierda de película, si me preguntas.
─Es la verdad. Esperaba que esto quedase enterrado porque se suponía que era un secreto que llevaría a la tumba, pero entonces llegaste tú y fue difícil para mí ignorar todo. Tenía que ser frío y un cabrón, o descubrirías todo.
─ ¿Por qué no me lo contaste simplemente, por Dios Santo? ─gritó, quitándose las lágrimas. Él la miró.
─ ¿Me hubieses creído?
─No, probablemente no. Por cierto, no esperes que te diga "gracias" por no matarme, aunque no lo parezca, estoy jodidamente enfadada contigo.
─Tienes todo el derecho a estarlo ─murmuré, jugando con mi bolígrafo─. Solo quiero decirte que me da igual si me odias o si quieres cortarme el cuello, porque siempre voy a estar protegiéndote; te lo debo ─dejé el bolígrafo en la mesa y me levanté, aflojando la corbata. Esto estaba siendo demasiado.

Salí rápidamente de la oficina mientras sentía la sangre correrme fría por las venas. Mis manos estaban temblando y mi usual calma estaba siendo sustituida por ideas que parecían navegar en mi cabeza, cada una más preocupante que la otra. La tensión se hizo presente en mi cara mientras andaba por el pasillo. Quizás para otra persona todo parecía ir bien, pero por dentro sentía como si mi corazón fuese a estallar en cualquier momento. Miré mis nudillos y estaban blancos, mi respiración se estaba haciendo más profunda; mis pensamientos se fragmentaban y sentí como me fallaban las rodillas. No sabía que estaba pasando, pero sentí cómo iba cayendo y mi visión se nublaba. Mi cabeza dolía, dolía mucho.
─ ¡Justin! ─Oí a alguien gritar, pero no podía distinguir quién lo había dicho. Lo único que sabía era que mi cabeza se había golpeado contra algo, duramente, y posiblemente era el suelo, pero, ¿por qué? Estaba perfectamente bien hace unos minutos.

Sentí manos en mi cabeza y la cara de alguien apareció. Era ella, sabía que lo era; la esencia de flores salvajes era solo de una persona y era Abigail. Sus pequeñas manos sujetaron las mías y sentí algo en mi cara. Lágrimas. Quería asegurarle que estaba bien, pero no podía hablar. Muchas caras se hicieron ver, demasiadas para contarlas.

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