Abigail Chamberlain.
Diecisiete años.
Maestra en el arte del sexo.
Abigail siempre ignora el toque de queda y lleva a su padre al límite, hasta que él la envía derecha a un reformatorio llamado Foxcroft Cove. Allí, es registrada para sesiones tera...
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Después de un largo trayecto en coche, Nate por fin aparcó al lado de la casa del lago. Sus labios se estiraron, formando una pequeña sonrisa, al ver la ventana rota porque quería decir que Courtney había hecho correctamente su trabajo. Apagó el motor y miró a Justin, el cual seguía con mucho dolor.
—Wow, de verdad te hice daño, ¿eh? —Nate rió y Justin le levantó el dedo de en medio—. Vale, vamos, hora de levantarse. —Nate fue el primero en salir del coche y Justin le siguió enseguida, ambos cerrando las puertas después. Con cuidado, Nate sacó su pistola y apuntó a Justin en la cabeza—. Si intentas hacer algo ahora, te mataré. Si intentas hacer algo una vez hayamos entrado, mataré a tu novia y te haré mirar, ¿comprendes?
—Asqueroso bastado —dijo Justin entre dientes, tocándose su dolorida mandíbula. Lo primero que vio fue una ventana rota y todo lo que pudo hacer fue rezar por que Abigail siguiera viva.
—Ven, ahora, J —le alentó Nate, deslizando su dedo en el gatillo.
Justin caminó por el embarcadero, se puso enfrente de Nate y murmuró:
—No te atrevas a llamarme así.
—Oh, vamos, por los buenos tiempos. —Nate rodó los ojos y rió. Así era el típico Nate: juguetón, nunca serio, pero siempre hacía su faena.
Los dos hombres estaban en medio del embarcadero cuando Nate se paró de repente y le ordenó que se aturase donde estaba a Justin. Se apoyó en la barandilla y miró el lago con una sonrisa triste. Esta casa del lago era donde él y Justin solían pasar el rato, como amigos y como hermanos. Era donde se olvidaban de sus responsabilidades y eran niños por una vez. Les habían robado sus infancias y este sitio les dejaba ser libres de toda responsabilidad que alguna vez habían tenido. Todo estaba bien ahí. Un dolor bueno pareció azotar el corazón de Nate.
Con un exhalación pesada, dejó de lado los recuerdos de su yo pasado y continuó urgiendo a Justin para llegar a la casa. Cuando se encontraban cerca de la ventana rota, Justin escuchó los suaves sollozos de Abigail y arrancó la cortina, revelando el cuerpo sin vida de Courtney encima de un charco de sangre.
—Maldición. —Suspiró y apartó la vista.
Nate empujó a Justin sin importarle nada y se acercó corriendo hasta el cadáver de su hermana. Miró a Abigail y ella negó con la cabeza, indicándole que no había nada que hacer. Su hermana había muerto. La mano libre de Nate se apretó en un puño mientras él observaba los fríos ojos muertos de su hermana fallecida. Si él hubiera mostrado más compasión, tal vez no habrían llegado a esta situación.
Cerró los ojos, incapaz de mirar esos azules ojos que le iban a atormentar, y entonces se volvió a levantar.
—Vosotros habéis hecho esto, ambos. Le rompiste el corazón —le dijo a Justin—. Y tú le traicionaste cuando se suponía que eras su amiga —murmuró, refiriéndose a Abigail.
