Abigail Chamberlain.
Diecisiete años.
Maestra en el arte del sexo.
Abigail siempre ignora el toque de queda y lleva a su padre al límite, hasta que él la envía derecha a un reformatorio llamado Foxcroft Cove. Allí, es registrada para sesiones tera...
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La luna había reemplazado al sol en el cielo y el viento permanecía en silencio. Había un misterioso silencio, lo cual era irónico considerando dónde se encontraban. Justin y Abigail habían llegado a Deadman's Wharf a las diez en punto de la noche. A pesar de que era cuando los narcotraficantes, los capos y las prostitutas venían, también era cuando las mejores fuentes y las más confiables venían.
Abigail apretó la mano de Justin mientras entraban lentamente en el almacén del que se desprendían risas, gritos y más gritos desagradablemente altos con blasfemias. Ella había estado en este tipo de lugares antes, solo que había pasado mucho desde entonces. Él la miró y le dio un apretón a su mano delicada con una sonrisa en señal de que iban a volver al coche vivos y no en una bolsa para cadáveres.
Mientras se acercaban al almacén, los hombres y mujeres, que parecían haber estado en una tormenta antes de llegar, inmediatamente miraron a la chica de diecisiete años pegada al brazo de un hombre siete años mayor. La mayoría de ellos conocía a Justin. Él escuchó a mucha gente murmurar su nombre, seguramente insultándole, pero eso era lo menos importante en su mente.
Él escaneó el área en busca de una persona en particular. Pasó que esa persona estaba sentada en una caja rodeado de sus tantas concubinas. Justin se inclinó para hablarle en la oreja.
—No hagas contacto visual —murmuró—. Les miras durante cinco segundos y ya pensarán que les estás invitando a que se casen contigo o cualquier de esas mierdas. —Ella rió en silencio de su comentario pero paró de inmediato una vez que vio su mandíbula tensa a la vez que miraba a un hombre con barba y una botella de brandy en su mano—. Si él te pregunta algo, tampoco le contestes —añadió.
Los dos avanzaron hacia el hombre y sus concubinas, permaneciendo en silencio igual que hacían ellos. Justin dejó escapar su mano y dio unos pasos delante de ella.
—Rowan —dijo, haciendo consciente al hombre que tenía enfrente.
Rowan alzó la mirada para ver al hombre bien afeitado que tenía enfrente con lo que parecía ser su concubina y dejó escapar una risa ronca cuando le reconoció.
—Bieber. Justin Drew Bieber. —Le miró con incredulidad, levantándose y acercándose al joven hombre para estudiar mejor sus facciones. Asintió con la cabeza lentamente al reconocer esos engañosos ojos avellana—. Ha pasado un jodido eón desde que te vi, ¡ven aquí! —Su acento era sureño. Rowan empujó a Justin en un abrazo "varonil", sonriendo.
Abigail, por su parte, se quedó de pie con incomodidad, mordiendo su labio inferior a la vez que veía a los hombres intercambiar saludos.
—Ha pasado demasiado tiempo, hombre. —Justin rió con su viejo amigo, dando unas palmaditas en su espalda antes de apartarse de su abrazo.
