CAPÍTULO 7.

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YOUNG GOD|SIETE.

Justin resopló con frustración mientras organizaba los infinitos papeles del trabajo en filas clasificadas acorde con el mes en el que estaba

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Justin resopló con frustración mientras organizaba los infinitos papeles del trabajo en filas clasificadas acorde con el mes en el que estaba. Llevaba haciendo eso desde hace treinta minutos y estaba ya harto. Lo que más le irritaba era el hecho de que tenía que hacerlo en casa; su santuario personal, su sitio de relax y ni siquiera era su trabajo.

—A la mierda. —Gruñó mientras ponía los folios hacia abajo en la mesa, antes de coger su vaso de agua. Quería acabar con el hábito de beber durante el día, así que su alternativa era el agua.

Su mujer estaba en la habitación, preparándole a Justin una sorpresa sin que él lo supiese. No habían tenido mucho sexo, comparado a antes y parecía que la pasión de la relación estaba muriéndose, así que Ramona (su mujer) estaba decidida a hacer algo para mantener viva la llama. Se miró al espejo, satisfecha con su reflejo. Su cuerpo estaba decorado en rojo con una lencería fina que había comprado en Victoria’s Secret.

Se colocó una bata fina y los tacones, jugando con sus rizos momentáneamente antes de andar hacia el despacho de Justin con una sonrisa en su rostro. Cuando llegó, se apoyó en el marco de la puerta con una mano y mordió su labio.

—Hum, hola, sexy. —Rió de forma infantil mientras le daba vueltas al cordón de su bata. Justin miró a su esposa y una sonrisa apareció en su cara, mientras arqueaba una ceja.

—¿Para quién te has vestido así?

—Para ti. ¿Para quién más iba a ser, papi? —Le guiñó el ojo. Justin aplaudía a su mujer por sus esfuerzos y otra parte de su cuerpo, la hacía una ovación. Ramona miró hacia abajo, dándose cuenta de la erección a través del pantalón—. Alguien está excitado.

—Mueve tu culo y ven aquí —demandó haciendo un gesto de ven aquí con el dedo. Ramona hizo lo que le pidió despacio, sentándose a horcajadas. Justin inmediatamente colocó las manos en sus caderas y la abrazó, pegando sus pechos completamente a su pecho.

—Eres una pequeña zorra, cariño. Sabías que tenía que trabajar. —Se recostó contra él.

—Te pasas la vida trabajando, necesitas darle atención a tu mujer. —Movió el pelo y jugó con sus dedos en su cara. Él cogió la mano de su mujer y los besó.

—¿Te he desatendido? —Asintió hacía él en respuesta, mirándole de forma inocente—. Ya veo… Bueno, no podemos dejar eso así, ¿o sí? —Ella cogió su colgante y lo empujó más cerca aún de ella.

—Absolutamente no. —Mordió su labio inferior, soltándolo lentamente contra los labios de él.

—Serás mi muerte, mujer. —Rió maléficamente antes de cubrir su clavícula con delicados besos, provocando que Ramona jadease. Su dedo índice paseó por su sujetador.

—Así que esta es la razón por la que fuiste a Victoria Secret, ¿eh?

Ramona asintió mientras sus manos caían en sus mechones rubios, tirando de ellos levemente. Su cabeza cayó hacia atrás, permitiéndole a Justin el acceso a su cuello y a que su lengua se pasease libremente.

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