CAPÍTULO 3.

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Courtney y Abigail se convirtieron en amigas rápidamente, ella incluso la ayudó a deshacer las maletas

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Courtney y Abigail se convirtieron en amigas rápidamente, ella incluso la ayudó a deshacer las maletas. Sirius iba a ayudar también pero tuvo que hacer otras cosas y Abigail lo entendió. De hecho, estuvo sorprendida de que ambos fueran tan simpáticos con ella cuando los demás la etiquetaron como la nueva y la rara casi al momento, lo cual era dolorosamente irónico. Empezaba lentamente a entender cómo se sentía la gente a la que ella apuntaba con el dedo cuando ellos les robaba su lápiz favorito o algo suyo. Estaba acostumbrada a estar en la cima de todo; la jerarquía social, en clase y en la cama con ligues; era la Regina George de su antiguo colegio y ahora no era nada.

Se cambió de ropa para intentar encajar algo más, ya que llevaba puesto colores brillantes y vibrantes que contrastaban con lo que la que gente vestía aquí (gris básicamente), por lo que se quitó la ropa y buscó algo de ropa.

—Tu lencería es ciertamente interesante. —Notó Courtney mientras hojeaba un libro que pertenecía al padre de Abigail. Abigail se sentó en la silla al lado de su armario y se quitó los calcetines, miró a Courtney y se rió.

—Llevo lencería seductora porque me gusta sentirme así.

Courtney echó la cabeza hacia atrás y rió, tapándose con el libro.

—¿Seductora? ¿Qué quiere decir eso?

—Quiere decir que se ajusta perfectamente... Seductor. —Sonrió Abigail, fingiendo inocencia y obviando su nada inocente pasado. Courtney murmuró algo y rió; Abigail la ignoró.

**

Abigail temía que Courtney tuviese razón en cuán horribles eran las lecciones aquí, pero parecía que todos los que aparecieron por aquí ni siquiera eran conscientes de para qué habían ido. La mayoría estaban agazapados en la ventana o en el fondo del auditorio, hablando de sus cosas. Solo dos personas estaban prestando atención.

Se dio cuenta de que Sirius estaba cerca de la mesa del profesor con un montón de tíos alrededor. Él parecía ser el centro de la conversación como si los demás tuvieran que escuchar cada palabra que saliese de él. Sirius no era tan arrogante como ella creía que podría ser. Podrías pensar que un chico como él era constantemente el centro de atención y que no podría tratarla con respeto, pero él la trató como una igual y a Abigail le gustó eso de él.

Mechones sueltos de su pelo cayeron sobre su cara mientras entraba a clase, sus largas piernas mostraban sus botas hasta los muslos. Los chicos de clase inmediatamente se concentraron en ella, murmurando y retractándose de su creencia a Dios.

Alguien con ese cuerpo no es un hijo sagrado de Dios, dijo uno de los colegas de Sirius, lamiéndose los labios mientras observaba cada milímetro de la piel de Abigail. Sus ojos escanearon la clase y se dio cuenta de que las dos chicas que no la habían dejado en paz en la entrada, estaban sentadas al fondo de la clase mirándola. Abigail no hizo ni caso a sus miradas y se sentó al lado de una de los estudiantes más callados (aparentemente), llamada Cecilia.

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