CAPÍTULO 5.

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Después de la ducha, Abigail se sentó en la cama son sus piernas cruzadas firmemente mientras mordía su pulgar. Estaba más que impresionada de su comportamiento pero no se arrepentía en absoluto; al menos ya no estaba dolida. Se sentía frustrada y ligeramente asustada de que el señor Bieber tuviese ese efecto en ella después de dos encuentros (uno de quince minutos y otro de sesión). Imagínate cómo sería tras la hora juntos cada martes.

Estaba pensando en cómo enfrentarlo de nuevo cuando Sirius le dijo que la señora Wordsworth era quien iba a vigilar la detención y no el señor Bieber, lo que la alivió.

Abigail dio vueltas por su habitación pensando en formas de estar ocupada mientras tenía diez minutos más antes de que fuese la hora de comer. Quizás era una oportunidad perfecta para explorar el colegio.

Volvió a ponerse las botas de nuevo y arregló su pelo. Era como cuando ella estaba alrededor de la gente y tenía una fachada para sus amantes donde era más experimentada sexualmente de lo que en realidad era. Era capaz de engañar a la gente sin fallar.

Con un paso seguro, dejó su habitación y movió su pelo hacia detrás de su hombro, escaneando el área para comprobar que no hubiese profesores alrededor incluso cuando ya iba a ir a detención hoy. Parecía que no había nadie así que cerró la puerta y anduvo de puntillas hacia las escaleras. De nuevo, vislumbró sus alrededores en busca de profesores. No había nadie. Recorrió el pasillo con precaución para que sus botas con tacón no hiciesen su usual ruido.

—Estoy segura de que está por aquí en algún sitio... —Murmuró mordiéndose el labio. Estaba segura de que había visto una señal para ir a la biblioteca cuando Sirius y COurtney la acompañaban a su habitación antes— Quizás no está aquí. —Suspiró, golpeando el pie contra el suelo de forma infantil.

—¿Necesita ayuda, señorita Chamberlain? —Esa voz familiar de hombre hizo que sus rodillas se debilitasen. Por alguna razón, tuvo la necesidad de enfrentarlo cuando recordó que explícitamente le demandó que le mirase a los ojos siempre que le hablaba. Se giró hacia él y su vista cayó al suelo. Una risa se escapó de los labios de él cuando metió las manos en los bolsillos—. Eres realmente mala mirando a los ojos a las personas.

Él avanzó como ella esperaba y fue a levantarle la barbilla pero antes de que él la tocase, Abigail levantó la cabeza y tomó un paso hacia atrás. No quería que la viese vulnerable.

—Estaba preguntándome adónde está la biblioteca. —Dijo, fingiendo inocencia mientras rizaba un mechón en su dedo y fruncía los labios.

—Ya veo. ¿Por qué no estás en clases? —Sus labios se curvaron en una risa mientras recordaba lo hace un rato, aunque no podía dejar que ella sospechase de lo que sabía.

Abigail juntó las manos detrás de ella mirando a sus pies.

—Porque me... sentía enferma. Sí, eso. —Mintió, añadiendo una tos para hacer su mentira más creíble aunque Justin no la creyó en ningún momento.

—Lo dudo mucho —levantó la ceja en su dirección y pasó por su lado andando—. De todas formas, sígueme. Te enseñaré dónde está la biblioteca.

Abrió la boca para decir algo pero nada salió. En su lugar, bajó la cabeza avergonzada y le siguió por el pasillo. Por alguna razón, su vista bajó a su nuca. Podía ver unas alas de ángel tatuadas en su piel y algunas letras en el lateral de su cuello. Parecía que tenía bastantes tatuajes. Abigail solo tenía uno y era una simple frase debajo de su pecho izquierdo que decía: Cuando los labios callan, el corazón tiene mil idiomas*.

Vio esa frase por internet y significó mucho para ella, así que días antes de su cumpleaños número diecisiete, se lo tatuó. Su atención cayó de nuevo en los pasos del señor Bieber.

YOUNG GOD → j.b → spanish versionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora