CAPÍTULO 8.

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YOUNG GOD | OCHO.

YOUNG GOD | OCHO

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Él miraba atentamente cómo ella colocaba mechones de pelo sueltos que parecían volar en la dirección del viento detrás de su oreja. Ella estaba de pie con tanta seguridad, ignorante del efecto que tenía en él. Sus labios carnosos, que estaban pintados con un color marrón mate, estaban presionados en una línea y sus ojos estaban entrecerrados, evitando su mirada. Estaba misteriosamente callada. El silencio reinaba entre ellos dos, el tipo de silencio que tal vez dos enemigos compartirían. Mientras estaba de pie, sin saber de su mirada, él aprovechó la oportunidad para hacer una imagen mental de sus expresiones faciales deslumbrantes.

Sus ojos miraron sus facciones descubiertas en pura adoración e incluso un poco de curiosidad, él, encontrándose a sí mismo en trance con sus ojos azules. La actitud fría de ella debería haber sido suficiente para echarlo para atrás, para asustarlo como siempre lo había hecho con otras pero hoy no. Todo lo que hizo fue intrigarlo aún más. De golpe, dio un paso hacia ella, deseando analizarla con más detalle para poder acabar con su curiosidad y así encontrar paz consigo mismo.

Mucho a su pesar, ella se dio cuenta. Observó sus acciones sigilosas y él se maldijo internamente por ser tan descuidado. Sin embargo, ella simplemente sonrió de vuelta, bajando la cabeza para esconder el color rosado que manchaba sus mejillas. Por mucho que ella no quisiera, no pudo evitar que sus labios se curvaran en una leve sonrisa a la vez que le llamaba a él con un gesto.

Como un perrito perdido, él inmediatamente fue hasta ella sin pensarlo un segundo y esperó a escuchar su voz. Esa era la única cosa que no podía permitirse quedarse para él.

-¿Quieres saber mi nombre? -dijo ella con una voz que parecía calentar los interiores de él. Sus dientes, casi instintivamente, mordieron su labio inferior, provocando un poco de sangre para parar un gemido. En lugar de responder con palabras, él asintió con ganas, preocupado de que si hablara se notase la obsesión que tiene por ella-. Me llamo Abig...

En ese momento, a las 03:39AM siendo precisos, Justin se despertó de golpe, sacándolo de un sueño preciosamente molesto. Miró a su esposa, la cual estaba dormida, siendo completamente ignorante de su sueño traicionero. Reposó su cabeza en el cabezal de la cama a la vez que suspiraba con alegría y tristeza a la vez.

A veces él deseaba no tener que despertarse en un mundo tan horrible. Deseaba librarse de la constante presión de estar casado, de ser terapeuta e incluso de ser él mismo de vez en cuando. Si esto fuera un mundo ideal, él estaría flotando en medio del océano sin preocupaciones y sin tenerse que preocupar por Ramona nunca más. Pero este mundo estaba lejos de ser ideal.

Su pulgar acarició la mejilla de Ramona y después se levantó de la cama lo más silenciosamente posible para bajar las escaleras e ir a la cocina a por un vaso de agua. Su pie empezó a dar golpecitos al suelo frío de madera a la vez que cogía un vaso del armario y agua embotellada de la nevera. Mientras la echaba, él empezó a cuestionarse por qué siquiera ella había aparecido en su sueño.

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