11: ¿Fotos Sensuales?

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Alexia observó su imagen en el espejo.

¿Se atrevería de verdad a llevar
aquello puesto en público?

El tejido blanco de su vestido se ajustaba a su cuerpo con líneas sencillas. Pero ese no era el problema. El vestido dejaba la espalda completamente desnuda, lo que significaba que no llevaba puesto sujetador, algo que Alexia no había hecho nunca hasta el momento.

¿Qué le ocurría? ¿Acaso estaba tratando de competir con la antigua Dolores Dopoint, intentando probarle a Brus que podía ser tan deseable como su ex amante?

Alexia miró su reloj y el corazón le dio un vuelco. Él llegaría en cualquier momento.
Echó un vistazo alrededor en busca de sus zapatos, el chal, y el bolso de noche en el que llevaba la medicina para el estómago. Estuvo a punto de caerse al colocarse los tacones, y en el momento en que se echaba un último vistazo en el espejo, sonó el telefono.

-Espérame en la planta baja. Enseguida abro -dijo Alexia a través del intercomunicador mientras abría la puerta.

Luego se colocó el chal que hacía juego con el vestido, y pensó en la posibilidad de tomarse un vaso de vino para calmar los nervios. Pero tal vez le irritaría la úlcera, así que desechó la idea y decidió tomarse unos minutos para tranquilizarse.

Cuando abrió la puerta de su apartamento, estuvo a punto de chocarse contra Brus.
Él iba muy elegante, vestido con un traje negro de corte clásico, una camisa blanca almidonada y una fina corbata negra.

-Te he dicho que me esperaras abajo -dijo Alexia cerrando la puerta tras
ella.

-¿Desde cuándo hago caso de lo que tú me dices? -respondió Brus con una
mueca rebelde-. Quítate el chal y déjame ver el vestido.

-Es un traje muy provocativo -le advirtió ella tratando de aparentar
naturalidad-. Hará que se fijen en mí.

-Deja que sea yo quien lo juzgue -dijo Brus acercándose para sacarle el chal.

-Yo lo haré.

Alexia se despojó de la prenda y se la quitó, dando un giro rápido para
mostrar su espalda desnuda. Luego trató de volver a taparse.

-Un momento. Espera -ordenó Brus agarrando el chal y dejándola
vulnerable ante sus ojos.

Aquellos ojos de reflejos ámbar.
Alexia se abrazó a sí misma, deseando no haber optado por un vestido sin
sujetador. Cuando Brus posó la mirada sobre sus pezones, ella se agarró al bolso.

«Di algo, por favor», pensó para sus adentros. «No te quedes ahí mirando
sin decir nada».

Él dio un paso adelante, y Alexia trató de respirar con normalidad.

-¿Puedes devolverme mi chal, por favor?

-No -respondió él dejando la prenda sobre la barandilla-. Quiero mirarte
más.

-Me estás poniendo nerviosa, Brus.

-Lo sé.

Él se acercó otro tanto, y Alexia se estremeció.

-Relájate. Se supone que estamos a punto de convertirnos en amantes. No puedes dar un respingo cada vez que te toque.

Brus deslizó las manos por su cabello.

-¿Qué estás haciendo? -preguntó Alexia, tratando de combatir un súbito mareo.

-Quitarte algunos clip -respondió él mientras enroscaba un mechón de rizos entre los dedos-. Mejor. Ahora estás perfecta.

Alexia no podía imaginarse qué aspecto tendría con la mitad del recogido deshecho. Probablemente, desaliñado. Como si acabara de levantarse de la cama.

Brus dio un paso atrás y le entregó su chal. Tomaron el ascensor, y el trayecto hacia el primer piso pareció durar una eternidad.

-¿Crees que alguien habrá hecho el amor aquí alguna vez? -preguntó Brus.
A sus hermanas no se les ocurriría hacer algo semejante. Por supuesto que no. Rita y Mariana eran unas señoritas, igual que ella.

—Deberíamos fingirlo alguna vez—dijo Brus con cara de niño travieso.

Hacer como si lo estuviéramos haciendo aquí.

-Eso no tiene gracia.

Cuando se abrió la puerta del ascensor, Alexia se bajó con los pezones tan duros como balas.

-Por cierto, tenemos que posar para el marido de Laura. Nos va a hacer unas fotografías eróticas -comentó Brus como si tal cosa cuando se hubieron subido a su Corvette deportivo.

-¿Cómo dices? —preguntó Alexia con voz ahogada.

-El marido de Laura es un artista, y está de acuerdo. Le vendrá bien la publicidad. Hemos acordado que nos hará algunas fotos sensuales, pero antes de que tenga la oportunidad de elegir cuál va a utilizar para pintar nuestro retrato, alguien le robará las fotos de su estudio para vendérselas a una revista -aseguró Brus sin quitar ojo de la carretera—. Seremos la habladuria de la ciudad.

-¿Fotos sensuales? -repitió Alexia casi sin respiración-. ¿Por qué no me has hablado de esto antes?

-No quería contarte todo el plan de sopetón -se excusó él.

-No pienso hacerlo -aseguró Alexia cruzándose de brazos-. De ningún modo pienso permitir que circulen por ahí ese tipo de fotografías mías. Y no pienso quitarme la ropa delante del marido de Laura. Así que olvídalo.

-No estarás desnuda. Llevarás algo de lencería -aseguró Brus metiendo el
coche en el aparcamiento del teatro-. No tienes elección, Alexia. Tienes que
hacerlo. Forma parte del escándalo. Toda la prensa se hará eco.

-No me importa. Me has engañado.

-Hice lo que tenía que hacer -respondió él colocándose en la fila de coches que querían entrar al parking-. Se supone que vamos a tener un romance apasionado, y que yo estoy obsesionado contigo, y por eso he encargado un retrato erótico tuyo.

-No sé si voy a ser capaz -aseguró Alexia mordiéndose el labio inferior—. ¿Cuándo se supone que es la sesión?

-Dentro de dos días —contestó Brus  sin poder apartar los ojos de su boca—. Para entonces, ya tenemos que estar durmiendo juntos. O fingiéndolo-aclaró-. Yo debería acompañarte a tu apartamento después de la obra y quedarme allí algunas horas, para que parezca que no hemos podido resistirnos. ¿Te parece bien?

-Sí -respondió ella.

Sus ojos se encontraron entonces. Se escuchó el sonido de un claxon, y Brus cayó en la cuenta de que la cola había avanzado sin que él se diera cuenta.

El conductor de atrás le hizo un gesto para que se moviera, urgiéndolo a prestar atención a algo que no fuera la hermosa mujer con la que estaba planeando un falso romance.







Dentro de dos dias o tres actualizo nuevamente

Mi Deseable Rival (+ 18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora