3: Imposible descifrar

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Mientras conducía delante de las fastuosas mansiones de Beacon Hill,
Brus sintió la repentina necesidad de llamar a Dolores, de contarle lo que ocurría.

Pero le echó un vistazo a su teléfono móvil, que descansaba en el
salpicadero, y cayó en la cuenta de que no tenía su número. No había hablado con Dolores Dopoint desde hacía más de ocho años. Brus había dejado Hollywood sin mirar atrás.
Y además, ¿qué diablos le diría? ¿Y qué pensaría su actual marido si a su
antiguo amante se le ocurría llamarla de repente?

Brus torció hacia la izquierda y tomó la calle familiar que lo llevó hasta el
garaje de sus padres. Sabía que su padre estaría en casa un domingo por la tarde.
Brus y él se veían bastante a menudo. Trabajaban en el mismo edificio,
pero en aquellos días apenas hablaban, al menos no de asuntos importantes.
Abrió la puerta con su llave, la misma llave que tenía desde que era un
adolescente. Aquella mansión tan elegante había sido su hogar durante dieciocho años.

Brus se detuvo un instante en el vestíbulo de mármol, contemplando su imagen en el espejo de la entrada. Aquella no era una casa fría, carente por completo de emoción, pero tampoco desprendía una sensación de calidez.
Pero, ¿cómo iba ser de otra manera, especialmente en aquellas
circunstancias?
Brus atravesó el salón, pasando al lado de los muebles de estilo Chippendale, las mesas ornamentales y las estatuas doradas. Los Dolton eran una familia de éxito, pero el dinero no hace a la gente feliz necesariamente.

Encontró a su padre en la salita del jardín, una estructura de acero y
cristal adornada con plantas y capullos en flor. A James Dolton, un hombre alto y serio de mandíbula fuerte y anchos hombros, le gustaba la jardinería, y cuidaba de sus flores con delicadeza.
Aquel día estaba dedicándose a unos hermosos jazmines cultivados por él
mismo. Brus le tiró de la chaqueta y el hombre levantó la vista.

-Hombre, hola -dijo al advertir la presencia de su hijo-. ¿Qué te trae por aquí?

«Tú, mi madre y yo. El pasado. El presente. El dolor», pensó Brus.

-Quería hablar contigo -dijo finalmente.

-¿Sobre qué?

-Sobre mi madre.

-No quiero remover todo otra vez -respondió James negando con la
cabeza.

-Pero yo quiero hablar de ello.

-No hay nada de qué hablar. Ya te lo he contado todo. Olvídalo de una vez.

¿Olvidarlo? Dos semanas atrás, Brus había descubierto un secreto terrible, y ahora la verdad lo perseguía como un fantasma.

-Me has estado mintiendo todos estos años, papá.

James se incorporó lentamente. Iba vestido con pantalones vaqueros y
camisa también vaquera, pero su aspecto era impecable. Se trataba de un hombre rico y de buen gusto.

-Lo hice para protegerte. ¿Por qué no quieres aceptarlo?

-No es justo -aseguró su hijo.

-La vida no es justa -respondió James echando mano de un tópico que sólo
sirvió para hacer sentir peor a Brus.

Ambos guardaron entonces silencio. Manaba agua de una de las fuentes
ornamentales, imitando el sonido de la lluvia al caer. Brus levantó la vista hacia el techo de cristal y observó una nubes negras que cruzaban por el cielo azul.

Mi Deseable Rival (+ 18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora