10: Soy una dama

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Alexia se preguntó qué estaría tramando Brus. La noche anterior él había estado en su apartamento, y aquella tarde había insistido en que fuera a su oficina. Al parecer, le tenía una sorpresa reservada. Alexia no se fiaba de él, pero le pudo la curiosidad y se presentó allí.

Cuando atravesó el área de recepción, Laura, la leal asistente de Brus, levantó la vista de la pantalla de su ordenador.

-La está esperando -le dijo la joven con una sonrisa-. Puede pasar.

-Gracias -contestó Alexia exhalando un suspiro.

Encontró a Brus esperándola con tres percheros portátiles llenos de ropa,
varias cajas de zapatos y un espejo de cuerpo entero traído especialmente
para la ocasión.

-¿Qué es todo esto? -preguntó ella.

-Una selección de tu guardarropa para las próximas dos semanas -respondió él con su típica sonrisa de asesor-. Le dije a una estilista lo que necesitarías y ella me lo ha enviado. Se encarga de vestir a algunas de las mujeres más famosas del mundo.

Alexia le echó un vistazo a la ropa que había en las perchas: Trajes de noche, vestidos ajustados, faldas que apenas le cubrirían el trasero...

-Pruébate éste -dijo Brus sacando un vestido largo plateado-. Puedes cambiarte en mi baño. Y si te queda bien, te lo puedes poner mañana por la noche.

Alexia observó aquel traje centelleante. Se abrochaba por delante, dejando un espacio mínimo para cubrirle los senos.

-Supongo que estas bromeando...

-Estarás muy sexy con él puesto, nena.

-Si tanto te gusta, puedes ponértelo tú.

Dispuesto a no rendirse, Brus buscó otro traje, esta vez un vestido color cereza muy corto.

-¿Qué te parece este? Tiene un cinturón a juego.

Un cinturón que Alexia iba a utilizar como correa si él seguía sacándole
trajes.

-No vas a convertirme en una tía
buena, Brus. Así que olvídalo.

-Eres una mojigata, Alexia —dijo Brus  colgando el vestido en el perchero.

-No lo soy —respondió ella cruzándose de brazos.

-¿Ah, no? -contestó Brus sentándose en la esquina de su escritorio con un
mechón de pelo cayéndole sobre la frente-. Me apuesto lo que sea a que nunca has hecho el amor en un avión. Ni en el ascensor. Ni siquiera debajo de un árbol, en el parque.

Alexia trató de actuar como si su acusación no la hubiera hecho avergonzarse.

-Es ilegal andar por ahí teniendo sexo en sitios públicos.

-Cierto, pero eso es lo que lo hace tan excitante.

Ella hizo todo lo que humanamente pudo por evitar su mirada, pero podía sentir aquellos ojos ardientes lanzando chispas sexuales en su dirección.

-Yo soy una dama -dijo entonces-. Me comporto en público con propiedad.

-Ya, pero ¿no te gustaría hacer realidad alguna vez tus fantasías?

-No fantaseo con los aviones.

-¿Y qué me dices del ascensor? —insistió él ladeando suavemente la
cabeza.

Muy bien, tal vez allí la había agarrado, pero desde luego no iba a ser tan estúpida de admitirlo.
Alexia no era lo suficientemente lanzada como para llevar a cabo sus fantasías ni vivir al límite. Conducía un Sedan de lujo en lugar de un deportivo, se iba de vacaciones a lugares prácticos en vez de a sitios exóticos e impredecibles, y batallaba contra una úlcera que se le abría cada vez que el estrés alcanzaba el nivel suficiente en su particular escala de Richter.

-¿Y en privado? —dijo entonces Brus.
-
Perdona, ¿cómo dices? -preguntó ella alzando los ojos.

-¿En privado también te comportas con propiedad? -se explicó él mientras examinaba un vestido de cuero negro digno de una profesional del
sadomasoquismo.

A Alexia se le secó la boca. Sólo se había acostado con dos hombres en su vida, y a ninguno le había arrancado nunca la ropa ni le había arañado la espalda.
Pero tampoco era ninguna puritana.

-Me comporto como debo.

-Ponte esto -ordenó Brus pasándole aquel minivestido-. Quiero verte las
piernas. Enteras, hasta los muslos.

-No -respondió ella agarrando el traje que él le tendía.

-Se supone que tenemos que convencer al mundo de que somos amantes -aseguró él mirándola fijamente-. Eres consciente de eso, ¿verdad?

-Por supuesto que sí. Pero, ¿no podríamos fingir que nuestra primera cita es eso, una primera cita, y no convertirnos en amantes de inmediato?

-Sí, podemos hacerlo. Pero sólo tenemos unas pocas semanas para hacer este montaje, así que tendrás que rendirte a mis encantos lo más pronto posible.

-¿Y por qué no puedes tú rendirte a los míos?

-Porque irás vestida como una mojigata, por eso.

-Muy bien. Llevaré algo provocativo, pero lo comparé yo misma -aseguró
Alexia colgando aquel vestido de dominadora en el perchero-. ¿Dónde vamos a ir, por cierto?

-Al estreno de una obra de teatro. Una obra erótica -añadió Brus-. Así que prepárate para noche ardiente.

Alexia sintió cómo se le aceleraba al corazón dentro del pecho. ¿Una obra
pornografíca? ¿Una noche ardiente?

-Puedo soportar cualquier cosa que se te ocurra —lo retó ella.



Es poco pero en dos hora subo otro capitulo y puedo asegurar que los que vienen van a estar mejores





Mi Deseable Rival (+ 18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora