Más tarde, aquella misma noche, Brus llevó a Alexia a casa. No se había
atrevido a pedirle que se quedara, que durmiera a su lado.
Aquello le parecía demasiado tierno, demasiado amoroso. Demasiado comprometido.
Pero ahora que estaba aparcado frente a la casa de piedra, no quería dejarla marchar. Y eso le daba muchísimo miedo.-Vamos, te acompañaré a la puerta —dijo apagando el motor del coche.
-Gracias. ¿Quieres entrar a tomar algo?
Brus dudó unos instantes, sin saber muy bien qué decir.
¿Qué ocurriría si acababa quedándose a dormir con ella? Entonces, quedaría atrapado por la intimidad que había estado tratando de evitar.«Dile que no», le advirtió una voz interior.
-De acuerdo -se escuchó decir a sí mismo.
Una copa no le haría ningún daño. Se la tomaría rápido.
Ambos se acercaron a la puerta de la casa de piedra y Alexia abrió con sus
llaves.-Gracias a Dios, los reporteros se han marchado.
-Sí. Ya hemos tenido suficiente por un día.
Brus estaba deseando abrazarla, y, para evitarlo, se metió las manos en los bolsillos del abrigo.
Entraron en la casa y subieron las escaleras. Todo el edificio estaba en
silencio, por lo que Brus dio por hecho que las hermanas de Alexia ya se habían acostado.Su apartamento estaba oscuro, y cuando ella encendió una luz, Brus se quedó inmóvil como una estatua.
De pronto, deseaba dormir en su cama, despertarse a su lado por la mañana, hacer el amor al alba y tomarse un café con tostadas antes de volver a hacerlo en la ducha.
Brus casi podía sentir el calor del agua, el vaho, el...
-¿Cerveza?
-Lo siento, ¿cómo dices?
-Que si quieres una cerveza.
-¿Tienes algo más fuerte?
-Mira tú mismo en el mueble bar
respondió Alexia quitándose la chaqueta antes de colocarla en el respaldo de una silla.
-Me tomaré un tequila -dijo Brus tras echar un vistazo a las bebidas.
Quería tomarse algo de un plumazo, algo que apartara su mente de una
cama caliente. Y de una mujer aún más caliente.-Yo iré a la cocina a servirme un vaso de leche y algo de comer -dijo Alexia. Mi úlcera me lo pide. ¿Tú tienes hambre?
-Yo no, gracias -respondió él-. Pero sí me tomaré otra copa.
Brus se sirvió otro tequila, preguntándose por qué lo hacía.
¿Acaso estaba esperando a que lo invitaran a quedarse a pasar la noche?
Sí. Aquello era exactamente lo que esperaba.
Brus trató de sacudirse su sentimiento de culpa. No era ningún delito. Después de todo, eran amantes. Y Alexia se había mostrado conforme con seguir adelante con la relación al menos hasta la fiesta, en la que todo terminaría.Mientras la esperaba, le echó un vistazo a su colección de películas de vídeo. A Alexia le gustaban los clásicos de Hollywood, en los que aparecían damas y gángsteres.
Brus le alababa el gusto, pero cuando se encontró inesperadamente con una cinta de serie B del oeste, rodada a finales de los sesenta, se le formó un nudo en la garganta.No quería pasar por aquello. Al menos no esa noche.
Invadido por un dolor repentino, Brus terminó su bebida y contempló
fijamente la carátula de la película.Conocía a fondo aquel film. Antes se sentía muy orgulloso de él, pero desde hacía algún tiempo le provocaba dolor.
Alexia regresó al salón con un sandwich a medio morder, un vaso de leche y una servilleta en una bandeja que dejó sobre la mesa.
-No sabía que tuvieras una de las películas de mi madre -comentó él
tratando de aparentar normalidad.-Iba a contártelo. La compré hace tiempo, nada más conocerte -reconoció Alexia agarrando su sandwich-. Sentía curiosidad por ella.
-¿Por qué? -preguntó él girando la película, fingiendo todavía indiferencia.
-Porque es tu madre, y quería ver si se parecian -respondió Alexia sentándose en el sofá-. Te pareces muchísimo a ella, Brus. No sólo físicamente, sino también en los gestos. Y en la sonrisa. Tenía mucho encanto. Siento que la perdieras, Brus
-Yo era sólo un bebé —respondió él, apretando con fuerza los dientes para tratar de contener su emoción.
-Es muy triste -comentó Alexia dándole un sorbo a su vaso de leche-. Para tu padre tuvo que ser muy duro perder a su mujer nada más nacer su hijo.
Durante un instante, Brus sintió la tentación de contarle la verdad a Alexia.
Quería confiar en ella, revelarle toda la historia, tan dolorosa. Pero el tormento que sufría su corazón le impedía admitir lo que su madre había hecho.-La muerte nunca es fácil -respondió desviando la mirada-. Pero mi padre
encontró a otra persona y volvió a casarse.-Te he puesto triste, ¿verdad? -preguntó Alexia captando por fin el dolor que desvelaban los gestos de Brus.
-No pasa nada -contestó él, que lo último que deseaba era su compasión-¿Qué me dices de ti? ¿Tienes mejor el estómago?
Alexia asintió con la cabeza y le dedicó una sonrisa cargada de dulzura. Brus resistió la tentación de tomarla en brazos y llevarla a la cama para acomodarse dentro de ella. No le parecía bien acostarse con Alexia sólo para calmar su dolor.
-Será mejor que me vaya -dijo entonces.
-Si te quieres quedar aquí, eres bienvenido —contestó ella.
-Creo que no es una buena idea. Se está haciendo tarde, y mañana tenemos que madrugar los dos.
-¿Estás seguro, Brus? -insistió Alexia mientras lo acompañaba a la puerta.
-Si, lo estoy.
Brus la besó fugazmente en la frente y se marchó a su casa con el corazón lleno de congoja.
Es corto lose... pero no tenia mucho tiempo...
Besis... espero que comiencen bien su semana
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Mi Deseable Rival (+ 18)
RomanceElla la empresaria del inperio de hielo y el su deseable rival. una intensa atracción los.unia mas alla del acuerdo laboral que sus padres le impusieron. El tono de voz de aquel hombre eriza su piel y le hace perder los sentidos. espero que les agra...