23: Estare bien

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Cuando Alexia se despertó a la mañana siguiente, abrió los ojos y vio a Brus tendido a su lado en la cama, con un brazo sobre la almohada y otro alrededor de su cintura.
Tenía la sábana enredada entre las piernas, y la colcha descansaba a los pies de la cama.

Alexia trató de moverse, pero Brus la apretó con más fuerza.

-¿Adónde vas? —le preguntó con voz adormilada.

-Es hora de arreglarse para ir al trabajo.

-Yo no -respondió Brus -. No tengo ninguna reunión hasta la tarde.

-Qué suerte.

Alexia lo besó en la boca, recordando cómo habían hecho el amor la noche
anterior. Dulce y lentamente.

-¿No podrías dejar de ir hoy a trabajar y quedarte un ratito conmigo? -preguntó Brus con voz mimosa acariciándole un mechón de cabello.

-Ojalá pudiera, pero esta mañana tengo mucho trabajo.

Su hermano había convocado una reunión de directivos, y ella tenía que estar allí.

-¿Intentarás regresar pronto a casa?

-Sí. Volveré sobre las cuatro.

-Qué bien -dijo Brus hundiéndose más en la almohada y cerrando los ojos.

Alexia estudió con detenimiento sus facciones: Aquellos pómulos
sobresalientes, la mandíbula decidida, el arco de sus cejas... Que el cielo la ayudara, pero ella quería permanecer a su lado. Y tenía que decirle lo que
pensaba. Tenía que arriesgarse.

-Brus...

-¿Sí? -murmuró él abriendo los ojos. -¿Considerarías alguna vez la posibilidad de casarte con una mujer que trabajara? -preguntó tras soltar todo el aire que tenía retenido en los pulmones-. Quiero decir, ¿crees que podrías llegar a cambiar de opinión sobre ese asunto?

En lugar de contestar, Brus cambió la pregunta, poniéndola a ella en un
compromiso.

-¿Considerarías alguna vez la posibilidad de dejar tu trabajo por un hombre?

Alexia ya se había planteado esa pregunta en su cabeza, y decidió contestar con sinceridad.

-No. Mi posición en Montero es parte de lo que yo soy.

-¿Aunque te haya producido una úlcera? -preguntó Brus tras aclararse la garganta.

-No puedo evitar ser una persona nerviosa.

-¿Trabajas allí por ti o por tu familia?

-Por los dos. ¿Y qué me dices de ti? —contraatacó Alexia—. ¿Por qué
trabajas para la empresa de tu padre?

-Por él y por mí. Me gusta mucho lo que hago, pero también soy leal a mi familia.

Alexia descubrió de pronto el dolor en sus ojos, la certeza de que la lealtad familiar de Brus se había puesto en peligro por lo que su madre había hecho.

Ella estiró la mano y le acarició la mejilla, deseando poder hacer algo para calmar su dolor. Y cuando Brus la tomó de la mano, Alexia deseó también ser capaz de aplacar su propio dolor.

-Tengo que arreglarme -dijo ella.

-Lo sé.

Brus la besó en la palma de la mano y la dejó marchar.

Mi Deseable Rival (+ 18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora