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Parte 2

Se dirigió perezosamente hacia la cocina en busca de comida para saciar su molesto estómago. No es como si levantarse de la cama haya sido muy difícil, al despertarse no sintió los brazos de Alastair envolviéndolo, tampoco sonrió como lo hacía cuando dejaba besos por su cuello y rostro, cuando realmente habían sentimientos de por medio.

El chico estaba al borde de la cama, dándole la espalda. Ya hacía un tiempo en que se había dado cuenta que lo único que mantenía unida esa relación eran los buenos ratos que pasaban en la habitación de Dean cuando su madre tenía turnos nocturnos. Hasta habían dejado de ser tan buenos. Era una relación vacía que había formado parte de su rutina.

Se encontró a Castiel comiendo de un bol y mirando entretenidamente la televisión. Sintió su mirada clavada en su espalda, atento a los movimientos que realizaba para vertir la mezcla de leche y cereal dentro de un bol.

Sonrió de espaldas cuando escuchó la voz del presentador de Ridiculousness. A Castiel le gustaba el programa, después de todo, y por eso se sentó junto a él para mirar la televisión. No tenía ánimos de volver a su cama con Alastair, por lo que se dispuso a saciar su curiosidad a la vez que hacía feliz a su estómago con aquel desayuno.

—¿A qué hora llegaste? —preguntó distraídamente, sin apartar la vista.

—Anoche —respondió con un tono tan despreocupado que Dean sintió un vacío enorme en su estómago.

Si Castiel había llegado anoche, significaba que...

—Mierda —farfulló para sí mismo, pero había logrado llegar a los oídos de Castiel, lo que provocó que una pequeña sonrisa se dibujara en sus labios, la cual hizo pasar desapercibida llevándose una tostada a la boca —. ¿Podrías especificar la hora...?

—Si tu pregunta es si escuché algo, ten por seguro que fue así. No hay de qué avergonzarse, Dean. Son instintos humanos básicos.

Estaba tan sumido en su verguenza que se limitó a comer con la cabeza gacha cual perro al ser regañado. Castiel, en cambio, se sentía más satisfecho que nunca. Se aventuró a hacerle un par de preguntas más al rubio a su lado.

—Dime... —hizo su bol a un lado para apoyar ambos codos —¿te sembró su semillita? ¿o tú la sembraste?

Una sonrisa pícara se dibujó en su rostro. Dean alzó ambas cejas con duda.

—Ya sabes; dos hombres deseándose, solo imagina que sus cuerpos son jardines. ¿Quién sembró a quién?

Se quedó mirando el techo fijamente mientras procesaba las palabras de Castiel. Pasaron alrededor de veinte segundos hasta que Dean abrió los ojos como platos y le dio una mirada de asco al chico de falsa sonrisa.

—Eres un sucio.

—Y tú un ruidoso —se puso de pie y caminó hasta el lavaplatos llevando el bol consigo, luego se movió hasta quedar frente a Dean —. Me sorprende que los vecinos no hayan llamado a la policía.

Rodó los ojos. Aunque sabía que Castiel era un exagerado, seguía sintiendo vergüenza por haber tenido la casa acompañada, pero más que nada se sentía patético. El Rarito lo lograba humillar consigo mismo centenares de veces y Dean jamás tenía defensa preparada para proteger su dignidad.

Era hora de un poco de venganza.

—Por lo menos a mi sí me hacen gritar. ¿Quién te hace gritar a ti?

El ojiazul dejó escapar una corta risa.

—A mi no me hacen gritar —tomó la barbilla de Dean y la alzó con delicadeza, haciendo que sus burlones ojos azules y los sorprendidos ojos verdes se conectaran —. Soy yo el que hace gritar.

—Ya quisieras.

Caminó fuera de la cocina, parándose de espaldas en la salida.

—Sábado 19. Fiesta de Lilith. Benny Lafitte, ¿no es tu mejor amigo?

Ni una palabra abandonó los labios de Dean. Castiel tomó eso como una respuesta afirmativa.

—Él no grita tanto como tú, deberías pedirle consejos.

Nuevamente, salió con una sonrisa triunfante.

Fue en verano cuando Dean se enteró de que el Rarito no era virgen.

Y que debería hablar seriamente con su mejor amigo.

It was on summer ❴DESTIEL❵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora