«61»

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La habitación de Sam era un lugar frío, pero el recuerdo del niño le brindaba calidez. Mary le había hablado mucho sobre Sam con tal de ir al corriente con Dean y no decir algo inapropiado cuando ambos visitaban la habitación del niño. Castiel aún tenía muchas preguntas sobre Dean y Sam, pero aquel era un terreno demasiado peligroso de explorar.

Cuando acabó de contar en voz alta lo más relevante de sus últimos días (Dean considerándolo su novio, la fiesta a la que asistiría mañana, la noticia de los nuevos miembros de su familia y el lindo auto al que se había subido esa mañana), cerró el pequeño cuaderno que traía consigo y sonrió hacia la silla de ruedas frente a él.

—Lamento si te aburro hablándote tanto de Dean y yo, pero tu madre me dijo lo unidos que ustedes... son.

Castiel suspiró. A veces se entusiasmaba tanto con la idea de conocer al niño en persona que olvidaba la barrera que impedía aquello.

—El motivo por el que disfruto de  hablarte sobre nosotros es porque quiero hacerte saber que me preocupo mucho por tu hermano y que haría todo lo que esté en mis manos para que nada malo le ocurra. Hace un tiempo te leí las entradas de mi diario en donde escribí sobre mis primeros encuentros con Dean. No teníamos ni de cerca la mejor imagen del otro, pero míranos ahora.

De pronto, un ruido externo a la habitación lo hizo desviar su atención hacia la puerta. Cuando la figura de Dean apareció en la habitación con una expresión confusa plasmada en su cara, Castiel se relajó.

—¿Cas? ¿Qué haces aquí? ¿Qué es eso?

Al reparar que la mirada de Dean vacilaba frenéticamente entre el diario en sus manos y Sam, Castiel se apresuró en aclarar la situación.

—Estaba contándole a Sam sobre mis últimos días.

Castiel alzó su diario.

—Suelo escribir sobre mi día aquí antes de ir a dormir. Hace un tiempo tu mamá me dejó venir aquí para pasar tiempo con Sam. Comencé a leerle las entradas de mi diario desde cuando tú y yo empezamos a hablar hasta el día de hoy.

Cuando Sam confirmó la historia de Castiel con un asentimiento, Dean se sintió más tranquilo. Tomó asiento en la cama junto a Castiel y miró el cuaderno con curiosidad.

—Yo también he mantenido a Sam al tanto con todo, incluso desde antes de que tú llegaras.

—Su compañía es agradable.

Dean sonrió al ver las mejillas de su hermano encenderse por el comentario de Castiel. Hasta ese momento, Sam seguía sientiéndose avergonzado de hablar frente a Castiel, pero le agradaba.

—Entonces... ¿Sam conoce nuestra historia desde los dos lados?

—Sam tiene la perspectiva completa, sí. Como si fuese un espectador omnisciente.

Dean se dirigió a su hermano en un susurro nada discreto:

—Oye, Sammy, debes contarme todo lo que Castiel te ha dicho sobre mí, ¿está bien?

El niño negó con la cabeza haciendo una burla con la lengua. Dean sonrió y Castiel se preguntó qué sería aquello que los ojos de Dean estaban viendo para hacerlo sonreír.

—También le conté a Sam sobre algunos días o momentos en los que no estaba contigo. No quería aburrirlo hablándole sobre ti todo el día.

—Como si hablar sobre mí fuese aburrido.

Castiel rodó los ojos ante su broma, pero sonrió de todas formas. En cierto momento se levantó y se disculpó con ambos antes de salir en dirección al baño. Dean aprovechó su ausencia para hablar a solas con su hermano.

—No te molesta tenerlo aquí, ¿verdad? Porque si te molesta puedo hablar con él y...

—No te preocupes, Dean. Castiel es muy amigable y considerado conmigo. Es lo más cercano que tengo a un amigo además de ti, y él en serio se preocupa por nosotros.

Dean no dudó en darle la razón

—Lo sé, Sammy. Mamá ya lo considera parte de la familia, así que lo más probable es que lo veas encendiendo las velas de tu pastel en mayo.

—¡Al fin! Ya hacía falta que alguien te impidiera comerte todo el pastel.

Antes de que Dean pudiera pensar en una respuesta inteligente, Castiel irrumpió tocando la puerta y llamando a Dean para la cena. Castiel fue el primero en acercarse a Sam para acariciar el respaldo de la silla y murmurar una despedida. Dean, en cambio, se inclinó para besar su cabeza y revolver su cabello. Cuando se paró frente a la puerta, se volvió instintivamente hacia para ver la débil sonrisa de su hermano.

—Ve, Dean. Estaré bien.

Dean sonrió de la misma forma antes de salir y cerrar la puerta a sus espaldas. Cuando bajó para cenar con su madre y Castiel, algo se sentía diferente en él, pero lo asoció con Castiel y la buena relación que tenía con su hermano. Tan buena que Sam conocía la historia entre ellos por completo, o casi, al menos.

Con los eventos del siguiente día, Dean supo a qué se debía realmente esa sensación.

Fue en verano cuando Sam escuchó por última vez sobre los días de Dean y Castiel.

It was on summer ❴DESTIEL❵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora