«62»

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El final se va a extender durante los siguientes 4-5 capítulos, es decir, todos los capítulos restantes van a estar situados el mismo día. La narración ahora se hará en tiempo presente, por lo tanto, ya no habrá un "Fue en verano..." al final.
Cuando aparca frente a la casa de Castiel, el motor se detiene con un suave ronroneo del cual Dean nunca se cansa de oír. Se desliza fuera del asiento llevando el ramo de flores que le compró a Castiel hace unas horas atrás y se encamina hacia la casa de su novio. Cuando golpea la puerta solo pasan segundos hasta que alguien se asoma.

Pero ese alguien no es Castiel y hace que el estómago de Dean de un vuelco.

—Buenas noches, señor Novak.

—Oh, por favor, solo llámame Chuck.

"La verdad es que preferiría no llamarlo en absoluto" Piensa con recelo, aceptando la invitación del hombre para entrar a la casa.

—Castiel está arriba, pero ya casi está listo. ¿Quieres beber algo?

—Un poco de agua me vendría perfecto.

El hombre asiente y se va a la cocina. Dean no se siente realmente sediento, pero si pedir algo hace que el hombre se ausente, entonces bienvenido sea.

En medio de su breve lapso de soledad, Dean masculla:

—Pero si ahora voy a esperar a Cas junto a usted entonces preferiría unos shots de cloro...

Castiel baja por las escaleras casi al mismo tiempo en que su padre reaparece en la sala trayendo un vaso lleno de agua, del cual Dean duda si beber o no. Cuando Castiel se para junto a él, Dean no sabe como reaccionar estando su padre ahí, pero Castiel acerca su rostro por las mejillas y le planta un rápido beso en los labios del cual Dean apenas logra reponerse. Motivado por el acto de coraje de Castiel, le tiende el ramo de flores que estuvo ocultando tras su espalda el último rato.

—Tulipanes rojos... ¿Estos también tienen algún significado especial?

—¿Me crees capaz de obsequiarte flores y no transmitir algo?

—Tienes razón.

Castiel acuna las flores cuidadosamente entre sus brazos y le agradece a Dean con un asentimiento.
—Iré a ponerlas en agua.

—Te sigo.

Antes de que ambos logren llegar a los pies de las escaleras, la voz de Chuck detiene a Dean de golpe.

—En realidad, Dean, me gustaría hablar contigo antes de que ambos se vayan.

En un movimiento mecánico, Castiel se vuelve hacia la suplicante mirada de Dean. El pelinegro aprieta su hombro con suavidad con el fin de transmitirle un poco de calma.

—No es nada malo, te lo prometo.

Dean asiente nada convencido y se vuelve sobre sus pasos hasta la sala, donde el señor Novak le indica que tome asiento junto a él en el sofá. Aunque cumple con su pedido, se asegura de mantener la mayor distancia posible entre ellos.

—Te debo una disculpa enorme por mi comportamiento el otro día. Fue muy tonto de mi parte decirle a Castiel todas esas cosas que pasaron entre tu padre y yo y convencerlo de que tu familia era como él. Castiel... él me ha hablado de ti desde entonces y ambos concluimos en que eres un buen chico.

El corazón de Dean late con violencia, pero al mismo tiempo, algo en su pecho encuentra la calma. Dean no quiere quedar atrapado entre las dudas que rondan su cabeza, así que le da un asentimiento al señor Novak y sonríe lo justo y necesario, apenas conteniendo su alegría.

—Acepto sus disculpas, Chuck.

Chuck también parece aliviado al escuchar las palabras del contrario y eso alegra aún más a Dean.

—Quiero aclarar que mis intenciones con su hijo son puramente sinceras, y lo que es aún más importante: legales.
—¡Gracias por aclarar eso! Recuerdo que hace un tiempo Castiel estuvo a punto de salir con un aficionado a las carreras clandestinas de motos. Realmente la pasé mal.

—¿Qué lo detuvo a estar con el chico?

—El hospital.

Tan pronto como repara el paradero del chico, Dean comienza a reír a carcajadas y Chuck no tarda en secundarlo. El ambiente no se compara al de hace unos minutos, donde ambos se veían incomodados por la presencia del otro y rogaban internamente a que Castiel apareciera en la escena. Ahora, sin embargo, Dean considera faltar a la fiesta con tal de seguir hablando con ese hombre sobre Castiel.

En medio del ruidoso coro de carcajadas, Castiel se presenta con su gabardina ya puesta. Cuando la risa de Dean cesa y se percata de la presencia de Castiel, se levanta y envuelve su cintura con su brazo.

—¿Listo para irte?

—Sí, estoy listo.

Chuck los escolta hasta la entrada y no los deja ir sin antes hacerle saber a Dean que puede venir a su casa cuando lo desee, a lo que el rubio asiente con entusiasmo. Cuando la puerta se cierra y solo quedan ellos dos, Dean atrae a Castiel por las solapas de su gabardina y envuelve sus labios en un beso demasiado entusiasta que toma al pelinegro por sorpresa.

—Cas, siento que esta será una noche genial.

It was on summer ❴DESTIEL❵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora