«13»

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Estaba a punto de irse a dormir cuando pasó. Era temprano, pero la noche anterior se había desvelado viendo una serie en Netflix y tampoco quiso dormir una siesta en la tarde. Le hubiese gustado quedarse despierto hasta tarde y no desperdiciar esa noche, pero los párpados se le caían y ya no aguantaba más.

Ya estaba arropado, con la luz apagada y un cansancio que parecía interminable. Su madre estaba en casa, por suerte, y aunque ella solía tener sus placeres y también se quedaba despierta hasta tarde viendo una que otra cosa, ella no salía de casa a esas horas sin avisar. Pero si ella no hacía eso, ¿Por qué escuchó la puerta abrirse y cerrarse?

Era tarde. Su mamá no salía. Habían delincuentes sueltos. No pudo pensar otra cosa.

—Ah no, hijos de perra. No con mi mamá.

Se puso de pie rápidamente y buscó en un rincón de la habitación el bate de baseball que su padre le dejó antes de morir. Salió de su habitación sujetándolo firmemente, aunque un poco nervioso. Uno no se enfrenta a unos delincuentes todos los días, a no ser que seas policía. No fue hasta que iba llegando a la escalera y la entrada de la casa comenzaba a asomarse cuando se detuvo, muy desconcertado.

No se trataba de ningún delincuente, pero aquella escena era igual de desconcertante. Castiel estaba derrumbado en brazos de su madre, y por los saltitos que parecían dar sus hombros, debía estar llorando. Mary se limitaba a sujetar su cabeza y abrazarlo, susurrándole palabras al oído. Nunca lo había visto llorar, e incluso llegaba a creer que Castiel no lo hacía, pero ahí estaba de la prueba de que no era así. Cuando las miradas de Dean y su madre se encontraron, ella negó con la cabeza, como si Castiel estuviese metido en algo muy malo.

Dean se quedó de pie a un lado de la escalera. No fue hasta que su madre lo llamó para que bajara cuando hizo su mejor intento de cara despreocupada.

—¿Podrías llevar a Castiel a una de las habitaciones de invitados?

—Claro.

Castiel no alzó la vista en ningún momento, pero el ángulo le permitía ver el brillo en sus mejillas, rastros de recientes lágrimas. Se limitó a seguir a Dean en silencio hasta el segundo piso, y luego, hasta una habitación junto a la de Dean. Se quedó de pie junto a la cama con la mirada perdida en esta. Lucía realmente mal, y a Dean le avergonzaba decirle algo.

No le avergonzaba, le aterraba. Su relación con Castiel era tan cambiante que ya ni sabía cómo reaccionar ante sus cosas.

—Gracias por traerme.

Su voz sonó fría y malditamente distante. Dean avanzó unos pocos pasos y lo abrazó, sin esperar uno de vuelta. Castiel se quedó estático, y antes de volver a sentir la frialdad de su propio cuerpo, Dean le citó al oído algo que logró hacerlo sonreír.

—Sea lo que sea que te esté pasando, estarás bien.

Se despidió con una sonrisa. Castiel también sonrió cuando Dean desapareció por la puerta. Y cuando apagó la luz. Y cuando estaba cayendo rendido al sueño.

Y en todo ese tiempo, quiso otro abrazo de Dean.

Fue en verano cuando Dean vio llorar a Castiel por primera vez.

It was on summer ❴DESTIEL❵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora