It was on summer ❴DESTIEL❵

«60»

Durante sus vacaciones, rara vez Mary se aparecía por su habitación temprano en la mañana para despertarlo y pedirle ayuda con algo. Aquello se volvió aún más inusual cuando conoció a Castiel y comenzó a levantarse más temprano con tal de pasar la mayor cantidad posible de tiempo con él.

La mañana del viernes previo a la fiesta, Mary Winchester sacudió suavemente a su hijo hasta despertarlo. Una vez que Dean se repuso del sueño y pudo ver a la figura frente a él con claridad, sus ojos se abrieron como platos.

—¿Estás bien, mamá?

—Estoy bien, Dean. Solo venía a avisarte que alguien te está esperando abajo.

Dean no tuvo que oír más para saber de quien se trataba. Besó fugazmente una de las mejillas de su madre y se deslizó fuera de la cama para calzarse con sus pantuflas de Batman. No le preocupaba su aspecto mañanero sabiendo que sería Castiel con quien pasaría el rato, así que corrió escaleras abajo tan rápido como pudo con su madre riendo a sus espaldas, siguiendo sus pasos. Su ánimo decayó al no encontrar a nadie en la sala, pero su madre se adelantó y señaló la puerta como si hubiese leído su mente.

—Está afuera. Vamos.

Esta vez Dean no se apresuró en buscar a su visitante, pero eso no lo hizo sentirse menos ansioso por todo el suspenso que su madre estaba añadiendo a una simple visita. Al abrir la puerta y examinar el exterior con rapidez, Dean dio con el visitante misterioso casi de inmediato.

Entonces supo a que se debía tanto misterio por parte de su madre, quien sonreía de oreja a oreja mientras buscaba algo en su bolsillo.

—Sé que desde lo de... con lo delicado que Sam ha estado los últimos meses dejaste de lado muchas de las cosas que disfrutabas para cuidar de él.

Mary le tendió  unas llaves que él reconocía perfectamente.

—Pensé que sería bueno que al menos tuvieras tu auto de vuelta.

Dean la miró perplejo.

—¿Mi auto?

—Tu padre mencionó varias veces que quería que fuera tuyo. Al parecer lo dejaste bastante impresionado con lo bien que conducías cuando él te enseñó.

Los labios de Dean se torcieron en una sonrisa. Su madre le empujó suavemente hacia la puerta del conductor y Dean, con movimientos pausados, entró por primera vez en unos largos meses a su segundo hogar.

Se inclinó hacia el volante del auto y susurró:

—Hola, bebé. Te fuiste durante un tiempo malditamente largo, ¿eh?

—Dean, cuida esa lengua.

El nombrado hizo caso omiso al comentario de su madre y la miró con ojos suplicantes.

—¿Puedo conducir?

—Es tuya.

Sabía exactamente a donde iría primero, pese a que la corta distancia fuera desconcertante para recorrerla en un auto. Se paró en cuestión de segundos frente a la casa de Castiel, sin embargo, no tuvo que citar al pelinegro ya que él se encontraba saliendo de su casa. Una vez que reparó en el conductor del auto, su boca de abrió ligeramente en una «o».

—Lindo auto...

—Es tu nueva competencia. Yo temería si fuera tú. Es demasiado hermosa para no fijarse en ella.

Castiel rodó sus ojos, ahora con una sonrisa en el rostro. Se adentró rápidamente en el asiento del copiloto, ansioso por saber más de ese auto.

—Era de mi padre. Antes de morir me enseñó a conducir y caí enamorado del auto.

—¿De qué año dices que es?

—1967.

—Mi competencia es algo mayor para ti, ¿no crees?

Dean lo miró con falsa indignación.

—Cas, sabes que te amo, pero no te pases de la raya.

El contrario negó con la cabeza para ocultar el rubor en sus mejillas. Aún no se acostumbraba a que Dean le declarara abiertamente sus sentimientos por él.

—No creí que alguna vez fuese a ver uno de estos autos, pero es un auto hermoso, Dean. En serio.

Las palabras de Castiel llenaron su pecho de alegría.

—Me alegra saber que mis dos amores van a llevarse bien, entonces.

—Espera, ¿quién es el primero?

Dean le guiñó un ojo y se limitó a conducir en dirección a la tienda. Ahora que tenía de vuelta a su Bebé, su vida parecía estar casi completa.

Fue en verano cuando Dean se reencontró con el segundo amor de su vida.