«52»

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Castiel había sido tan bueno esos últimos días que Dean no iba a soportar la idea de no recompensarlo por ello. Esa tarde fue hasta la tienda y se armó con dos tartas de manzana. Planeaba sorprender a Castiel, y si él disfrutaba su compañía tanto como Dean lo hacía, entonces ambos tendrían una buena tarde.

Cuando Dean se plantó frente a la puerta de su amado, un hecho de la realidad lo golpeó con fuerza; esta sería la primera vez que conocería la casa de Castiel por dentro. Presionó el timbre antes de poder pensar en lo mal novio que era, pero esa idea se desvaneció con la sorprendida expresión de Castiel tras la puerta. Dean sonrió.

—Hey.

—Dean, ¿qué haces aquí?

Su frialdad le sorprendió, pero no se dejó decaer por eso, sino que sonrió aún más.

—Traje algunas provisiones para algo que llamo «Una tarde genial con mi novio».

Ya era muy tarde cuando Dean se percató de una silueta que se acercaba a espaldas de Castiel.

—¿Novio?

Un hombre de estatura media, ojos azules y cabello castaño se paró junto a él, sin embargo, parecía estar dirigiéndose a ambos. Castiel le mostró una sonrisa forzada.

—Él solo está bromeando, papá. Solo somos amigos.

Dean sabía que Castiel tampoco hablaba en serio, pero eso no había evitado que Dean comenzara a sentirse incómodo, ni que su garganta se cerrada con un nudo, ni que su corazón latiera con anormalidad. Sabía lo que estaba pasando.

—Oh, Castiel no me había contado de ningún amigo nuevo.

El hombre tendió su mano con la de Dean, sonriendo débilmente.

—Lamento que no nos hayan presentando antes. Soy Chuck, el padre de Castiel.

—Uh... Dean. Dean Winchester. Un gusto conocerlo, señor.

Pero el rostro de Chuck ya no expresaba ese interés que se encendió por conocer al nuevo amigo de su hijo, sino que se tornó en algo sombrío, en algo que Dean no lograba comprender para nada.

—¿Winchester? ¿Así como el hijo de John Winchester?

Dean vaciló por un segundo ante la extraña mención de su fallecido padre, pero asintió firmemente con la cabeza, ignorando su tono de incredulidad.

Castiel no había vuelto a soltar palabra hasta ese entonces, cuando supo que esa conversación no llegaría a nada bueno.

—Dean, olvidé decirte que tenía planes con mi padre para esta noche.

Chuck respaldó el comentario de su hijo con un tono aún más serio.

—Sí, tenemos planes.

Él no tenía que seguir divagando sobre lo que estaba pasando; ni Castiel ni su padre lo querían en ese lugar, eso sin mencionar que ese tal Chuck había hablado de su apellido como si la boca le supiese a vinagre. Terminó por mostrar una sonrisa dolorosamente forzada y asentir con un cabeceo.

—No quiero arruinar su noche padre-hijo. Yo, uh... nos vemos mañana, Cas.

El nombrado asintió sin enfrentar su mirada, tampoco es que tuviese el valor de hacerlo tras los últimos minutos transcurridos. Finalmente, vio como Dean se daba la vuelta y se alejaba rápidamente del lugar. Nunca antes le había dolido tanto cerrar una puerta tras haber dejado ir a alguien. Dean estaba tan dolido como él, pero al mismo tiempo la ira le nublaba los sentidos. A medio camino agarró una de las tartas y la lanzó tan lejos como pudo.

Castiel no solo había dejado que lo atacaran, lo había negado.

Y Dean no iba a ceder a su mirada azul de cachorrito perdido sin una razón extraordinariamente buena, porque si bien ese día los Novak habían herido su orgullo como nunca, no iba a perdonar que hablaran de su padre de esa forma.

Fue en verano cuando Castiel negó a Dean.

It was on summer ❴DESTIEL❵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora