-¿Y qué pasó?
-¿De qué?
-¿Por qué no me besaste? –preguntó incrédulo.
-Mira Harry, a decir verdad, sólo pensé eso por lo indefenso que te veía, que estabas en ese momento. Es como cuando ves a un bebé y lo primero que quieres es tomar sus mejillas –suspiré- Yo estoy con Louis. Y él siempre ha sido un chico que se ha preocupado mucho por mí. Jamás le haría daño.
-Entiendo.
-¿Acaso querías que te besara?
-No
Asentí.
-¿Tú prepararás la cena de mañana o lo hago yo? –preguntó cambiando de tema.
-Podemos hacerlo juntos –sonreí.
Él negó rápidamente.
-Es mejor que no. De hecho, estaba pensando en salir con Mónica y luego regresar aquí para la cena.
-Oh de acuerdo, entonces yo lo prepararé, le diré a los chicos que pasen por aquí.
Se alzó de hombros.
-Como quieras –dijo cortante.
Fruncí el ceño.
-¿Qué pasa, Harry?
-Mira _____, esta pelea que tuve hoy con Louis no es nada normal entre nosotros. Creo que jamás nos habíamos comportado así.
-Lo siento mucho.
Él negó.
-No es tu culpa –hizo una pausa y suspiró.
Sabía lo que diría. Algo que todo este tiempo estuve temiendo.
-Pero pienso que es mejor que yo los deje en paz para que tu relación con Louis sea mucho mejor, y deberías hacer lo mismo con Mónica y yo. Estoy intentando arreglar las cosas, y creo que así es mejor.
-Harry tú eres mi mejor amigo, siento que me dejarás sola. Yo no pienso que esto sea buena idea.
-¿Sola? ¿Acaso no te das cuenta que ya no soy sólo yo? Nathan está aquí. Louis te adora. Cris te ama. Gemma, ¡ni hablar! Ya no estás sola, de hecho, ya no me necesitas tanto como antes –respondió frío, lo que hizo que sintiera una punzada en el estómago.
-¡Te necesito! ¡Claro que sí! Harry tú has sido el único que siempre ha estado para mí.
-Y siempre lo estaré. Sólo que ahora pienso que los dos deberíamos a comenzar a planear nuestras vidas sin contar siempre con el otro. No siempre esto será así, ¿verdad?
Negué, aunque levemente, la actitud de Harry me dolía. Sentía que estaba perdiendo una gran parte de mí.
-Bien. Que descanses. Gracias por entender, ______-susurró y dejó la habitación.
Y ahí me quedé yo. Parada en medio de la habitación sin poder moverme, no había tenido tiempo de asimilar lo que él acababa de decir.
Con mi poca energía, y casi inconscientemente, me acosté en mi cama y alguna que otra lágrima salía de mis ojos, aunque intentaba contenerme.
-Pero Harry, tú eres mi héroe –sollocé en voz baja.
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-Despierta, bella durmiente –decía la voz de Nathan en mi oído.
Abrir los ojos me costaba, las lágrimas de anoche se habían secado, provocando que mis ojos se pegaran.