-Oye idiota, hoy haré una fiesta en casa y no quiero que estés aquí –dijo mi odioso hermano Nathan entrando a mi habitación-
-Esta es mi casa, no me iré. –dije poniendo mis ojos en blanco-
-¿Ya sabes que nadie te quiere aquí, no? Espero no verte salir de esta habitación en toda la noche, ponle seguro a la puerta.
Me levanté de mi cama dispuesta a salir por la puerta y bajar a la cocina, tenía hambre y mi mamá preparaba algo abajo. Nathan me dio espacio para que pasara y levantó sus manos con asco evitando el contacto conmigo.
-¿Qué quieres? –dijo amargamente Helena, mi madre-
-¿Qué haces de cenar?
-¿Para ti? Nada. Puedes prepararte algo tú sola perfectamente, no soy tu niñera ______. –dijo fría-
-Pero le estás haciendo la comida a Nathan.
-¿Y? Él la merece, ahora vete de aquí, estorbas.
Tomé el pan de la despensa y al voltearme para dirigirme a mi habitación, choqué con Dan, mi papá, tirando el café que traía en sus manos en la camiseta color gris que usaba.
-¡¿Es que nunca haces nada bien?!
-Lo… lo siento.
Mi padre me fulminó con la mirada y me dio un empujón fuera de la cocina, a lo que yo tropecé y caí al suelo. Me levanté rápido y subí. Le puse el seguro a la puerta y me senté en mi cama. Muchas veces me habían dejado sin comida, por lo que yo decidí en comprarme muchas cosas para mí, entre ellas un bote de mantequilla de maní que escondía en mi armario, lo saqué y lo unté al pan.
Tomé mi laptop y le envié un mensaje a él, la única persona que me comprendía en el mundo, aún así sin conocerme personalmente.
-Hola Harry -envié-
Le di un mordisco a mi pan y leí la respuesta de Harry.
-¡Hermosa! ¿Cómo estás? –sonreí inmediatamente-
Llevaba hablando con Harry casi un año, lo había conocido por Twitter una noche en la que mi padre me había golpeado en el rostro, su mano quedó marcada en mi mejilla por 3 días. Estuve llorando muchas horas, hasta que recibí una mención de él, se había equivocado de persona y me había mencionado, comenzó a hablarme por un chat privado, lo hacíamos diariamente, hasta que un día le conté todo sobre mis padres, todo sobre mí. Fue el único chico que me creyó y no se burló de mí diciendo que todo era una estupidez, al contrario, él me apoyó.
-Estoy como siempre, ¿y tú?
-Ay princesa, ¿qué te hicieron esta vez?
-Nada grave, mi madre no hizo cena para mí, de nuevo. Choqué por error con mi padre derramando su café encima y él me empujó haciéndome caer. –volví a morder mi pan y esperé su respuesta-
-Odio que te hagan eso, no entiendo su manera de actuar hacia ti, es decir, no te conozco, pero sé que eres una chica tierna, agradable, simpática, divertida, graciosa, inteligente, linda… ¿qué hay de malo en ti? Debes estar muy delgada, ¿por lo menos comiste algo?
Cuando leí su respuesta una lágrima resbaló por mi mejilla, nadie nunca me había dicho cosas tan hermosas. Recogí un mechón de cabello detrás de mi oreja y respondí.
-Qué tierno eres Harry, de veras, muchas gracias por subirme el ánimo cuando lo necesito. Y sí, sí comí. ¿Recuerdas mi reserva de comida?
-Para eso estoy, ______. Bueno, es algo. No me gusta que vivas así, ¿has considerado escaparte?
-Muchas veces, pero no tengo dónde ir.
-Te he dicho millones de veces que puedes venir a mi casa, sé que no nos conocemos pero no soy un viejo de 70 años en busca de chicas por internet, conmigo estarás segura.
Es verdad, Harry me había dado incontables veces la posibilidad de ir con él, pero me parecía una locura, era bastante arriesgado.
-Muchas gracias Harry, pero no creo que sea tan fácil y piensa qué le dirías a tu familia: “Oigan, conocí a una chica por internet y hoy se mudará con nosotros”
-Ya les he comentado sobre ti, ellas fueron las que me impulsaron a decirte esto.
Mordí mis labios pensando en la pequeña probabilidad de fugarme e irme con Harry, pero diablos, en serio era complicado. No por mis padres, si no que Harry no vivía en la misma ciudad que yo, llegar hasta allá sin nada e invadir a su familia no iba a ser muy agradable, o al menos eso creo.
-¿Ellas?
-No vivo con mi padre, sólo mi madre y mi hermana.
-Mmm, de acuerdo.
-Oye, descansa, ¿sí? Yo haré lo mismo, cualquier cosa me mandas un mensaje, buenas noches princesa.
-Buenas noches, Harry. Gracias.
Cerré mi laptop y di un suspiro, la idea de irme era tentadora, pero no estaba completamente convencida. Decidida a dormir, me puse mi pijama y me metí entre las sábanas, era una noche fría, por lo que encendí la calefacción de mi habitación.
Intentaba dormir, pero la maldita música y el bullicio de la muchedumbre que se encontraba abajo era insoportable. Mis padres le habían concebido el permiso a Nathan de hacer la fiesta, ellos se fueron por esa noche a un hotel, claramente, dejándome a mí en casa.
Sabía que si bajaba, Nathan me golpearía, así que no podía hacer más que quedarme ahí.
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Revisé mi celular, eran las 2:46 de la mañana, aún no podía dormir. Sentí unos pasos subir por las escaleras. Demonios, estoy segura de que es otra pareja queriendo hacer una ‘escenita’ en una de las habitaciones. Encendí la luz de la lámpara que reposaba en una pequeña mesa de caoba ubicada al lado de mi cama, me senté y me restregué los ojos, esperen, ¿estaban intentando abrir la puerta de mi habitación?
-¿Se te olvida que tengo llave mocosa? –era Nathan-
-¿Qué coño quieres?
-Chicos, pasen.
Abrí mis ojos como plato cuando vi que unos chicos enormes entraron a mi habitación. Nathan estaba reposado de la pared de brazos cruzados y media sonrisa. Uno de los chicos entró al baño y tomó agua del inodoro, vi que se iba aproximando hacia mí y brinqué de la cama para salir corriendo pero uno de ellos me tomó por la cintura. Lo siguiente que sentí, fue el agua helada caer sobre mí, haciendo que mi camisa se transparentara, luego comenzaron a tomarme fotografías y a reírse de mí. ¿Por qué hacían esto? Tiene nombre y apellido: Nathan Williams, de seguro les pagó.
Mis lágrimas caían violentamente y ellos seguían riendo, me habían humillado de la peor forma. Pero no había terminado, me cargaron hasta afuera y me dejaron en el porche congelándome de frío.
-¡ABRAN MALDITOS! –dije sollozando-
Sequé mis lágrimas y me senté en la esquina del porche, refregando mis brazos para conseguir calor, pero era imposible. Mi cuerpo no dejaba de temblar y mis labios estaban morados, lloré hasta quedarme seca esa noche. Unos vecinos escucharon el escándalo y me vieron afuera, por lo que me llevaron una manta y un chocolate caliente. Les agradecí con la poca energía que quedaba y me recosté de la pared esperando a que alguien me dejara pasar.
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Cerca de las 5:00 de la mañana, muchos chicos comenzaron a salir, yo me había quedado dormida, al parecer. Entré gateando a mi casa, no sentía ninguna parte de mi cuerpo por el frío que me invadía. Cuando logré llegar hasta arriba, me metí a la ducha y me di un baño. Sentir como las gotas de agua caliente resbalaban por mi cuerpo era como estar en el cielo. Salí y me calcé uno pantalones ajustados grises y un enorme suéter vino. Tomé la laptop y sin pensarlo dos veces le envié un mensaje a Harry:
-Hola Harry, sé que es muy temprano, pero ya está decidido, esta noche me iré a Holmes Chapel.