Mi respiración estaba agitada y mi corazón quería salir disparado del pecho. Estaba sudando. Tomé el teléfono para revisar el registro de llamadas, sólo en caso de que me haya desmayado y en verdad Harry había tenido el accidente. Pero no era así. La última llamada fue la que tuve con Louis hace unas horas. Todo había sido una espantosa pesadilla.
Suspiré aliviada y fui al baño a lavarme el rostro. Bajé las escaleras y me serví un vaso de agua, a pesar de que podía estar más tranquila, no lo estaba. Lo había sentido tan real que no podía determinar con exactitud cuál era la realidad. Tomé mi teléfono y no pensé ni dos segundos cuando llamé al número privado, sin importarme la hora que fuera.
-¿Quién? –escuché la voz adormilada de quien parecía ser Liam.
-Liam, es _________.
-¿Está todo bien?
-¿Harry? –pregunté yendo directo al grano.
-Durmiendo en su habitación, ¿por?
Toda esa preocupación que había estado sintiendo desde que desperté de la pesadilla parecía haberse ido instantáneamente.
-Es que tuve una pesadilla en la que me llamabas diciendo que Harry había tenido un terrible accidente. No estaba segura de qué era real y qué no.
-Tranquila, él está bien.
Sonreí.
-Hagamos un trato –lo escuché decir- Si alguna vez es necesario llamarte porque le sucedió algo a Harry, lo haré.
-Está bien.
-Pero no me llames.
Fruncí el ceño.
-Mientras más te alejes de Harry será mejor. Para ambos –dijo firme.
En parte sabía que tenía razón. Mi vida aquí sería un infierno si viviera preocupándome por Harry ahora que sé que está bien. Tal vez decía esto porque Harry no regresaría, y sería mejor para mí olvidarme de su existencia. Aún así, sabría si algo le llegara a pasar, porque Liam me lo avisaría.
-Vale –afirmé.
-De acuerdo, buenas noches.
-Liam… -susurré- Eres un buen chico, ni siquiera me conoces, ¿por qué haces esto?
-Lo hago por Harry, sé lo mucho que él significa para ti y lo mucho que tú significas para él.
-Gracias –mascullé.
-No hay de qué. Adiós.
-Adiós.
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Luego de mi llamada a Liam de anoche, se me hizo difícil dormir, pero lo logré cerca de las cuatro de la mañana.
Eran ya las 11:45 a.m. y hubiera dormido más si no hubiera sido por el maldito calor. Me quité de encima las gruesas colchas de algodón de Harry y doblé los pantalones de Gemma hasta la rodilla. Me saqué de inmediato el abrigo y las medias de Harry e intenté darme aire con la camiseta de Gemma.
Pensé en tomar una ducha antes de ir a comer, pero el olor a café y a panqueques era exquisito. Puede que Cris había llegado a dejarme algo de ropa y tal vez a preparar el desayuno, teniendo en cuenta que Nathan no sabe hacer panqueques y Gemma está en cama.
Me quité la ropa de Gemma quedando en ropa interior y sin pensarlo dos veces, escarbé en el armario de Harry en busca de una camiseta lo suficientemente holgada y larga en la que pudiera quedarme y así no ahogarme del calor. Encontré una camiseta gris pálido, sin ningún estampado pero algo pintada con pinturas de colores, la cual me llegaba unos dos dedos por encima de la rodilla. Era la que Harry usaba cuando iba a trabajar con algo en lo cual se tenía que ensuciar o cuando iba a pintar. Remangué las mangas para que no se viera tan grande y me aseguré de que no fuera tan corta.
