-¿Cómo dices? –exclamó un Louis bastante exasperado, tomando la nota en sus manos.
Echó su cabello hacia atrás con una mano y se sentó en la silla del comedor. Nathan abrazaba a Gemma y Cris trataba de que Louis no se desmayara. Y lo entiendo. Por mi culpa, Gemma había perdido a su hermano. Por mi culpa, Louis había perdido a su mejor amigo desde sus cinco años. Y no es que lo hayan perdido del todo, no, pero nadie, ni siquiera yo, sabía dónde se podía encontrar Harry ni cuándo regresaría. Claramente, la partida de Harry no me tomó por sorpresa, pero aún así me sentía como la noche en que Harry y yo hablamos hace una semana por última vez antes de que se fuera, la noche de aquel beso. El sabor de sus labios regresó a mí con el recuerdo de esa noche, y por reflejo coloqué una mano sobre los míos.
-Dijiste que jamás me abandonarías –dije en mis adentros.
No había prestado atención al sollozo de Gemma a mis espaldas o al mal estado de Louis. Nunca pensé que reaccionarían de esta forma y por un momento volví a la realidad. Era mi culpa el estado de estos dos chicos que tanto importan para mí, por mí Harry se marchó. Y por esas malditas fotos. Por Mónica. Pero nada de esto hubiera pasado si yo no me hubiera entrometido en la vida de los Styles, tal y como dijo Harry el día que me marché.
-________ -vociferó esa dulce voz femenina de Gemma desde el fondo de la cocina- ¿Sabías algo de esto?
Ocho pares de ojos tenían la atención en mí. Sentía que los chicos tenían la leve sospecha que yo sabía al respecto. Y efectivamente lo hacía, pero no era capaz de encararlo. No ahora. No cuando el recuerdo aún seguía tan vivo. Pero no era principalmente por el dolor, era por la culpa. Por la culpa de mis actos aquella noche, mucho menos teniendo a Louis aquí, centrando su atención en mis movimientos mientras debatía con mi mente.
-No –dije apenas audible.
Gemma asintió.
-¿Estará hablando Harry de todo lo que ha ocurrido? –preguntó Cris.
-¿No es muy obvio? –escupí las palabras- ¡Lo jodí todo!
-_______, no tienes nada que ver en esto –intentó tranquilizarme Gemma.
-¿Nada que ver? ¿Cómo no te das cuenta? –fruncí el ceño mientras la miraba con desesperación- ¡Yo causé todas esas peleas que tuvimos! ¡Todas las peleas que tú tuviste con él! –señalé a Gemma- Y causé aquella pelea que tuvieron Louis y Harry, haciendo que se derramara la última gota del vaso. Causé todos sus problemas por el solo hecho de entrometerme en sus vidas como una completa intrusa. Porque eso es lo que soy. Solté una risa irónica y miré fijo a los chicos que me miraban perplejos ante mis palabras, todos con la mirada completamente desorbitada- Harry tenía razón –continué- ¿en qué rayos pensaba él al traer a una desconocida a su casa?
-¡Es suficiente! –exclamó Gemma en un hilo de voz- ¡Basta ya de culparte! ¿No ves lo que has hecho por todos nosotros? ¿Cuándo abrirás los ojos? ¡Nadie jamás conoció a alguien como tú! Eres alguien tan especial, ¿no ves?
Negué con la cabeza para luego agacharla y clavar mi vista en el zapato desgastado de Louis.
-Lo lamento –susurré- Sólo estoy un poco alterada, no debí decir esas cosas.
-No vuelvas a decir eso, jamás. Te lo estoy rogando –se escuchó que decía la tierna y aguda voz de Louis desde la silla en la que se había sentado. Se levantó y se acercó a mí, tomando mis hombros y plantando un beso en mis labios. Me quedé tensa por un momento pero luego pude relajar mis músculos y esbozar una sonrisa a mi novio.
-Harry regresará, no te preocupes. No se irá para siempre –soltó Nathan.
-Lo sé, el problema es que necesito de Harry, ahora en este momento tan difícil de mi vida que es tener a mamá en coma.
-Estaré aquí para ti, cuando quieras, cuando más me necesites, estaré aquí para ti –susurró Nathan.
Gemma tomó entre sus manos las dos mejillas de Nathan y besó sus labios con una sonrisa.
-Necesito conseguirme un novio –espetó Cris algo aislada de las parejas y yo solté una carcajada.
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{Tres días luego}
-Bien, ya está –dijo Cris poniéndole “el toque final”, como ella lo había llamado, a mi nueva habitación.
Había trabajado con Gemma los pasados tres días en mi nueva habitación. Louis y Nathan insistían en que habían ayudado mucho de por sí llevando las cajas y los muebles nuevos, por lo tanto no quisieron a ayudar en la organización y a mí no me dejaron ayudar, por supuesto. Tuve que abstenerme a pasar las tardes con mi hermano y mi novio quienes lo único que hacían era ver alguno que otro partido de fútbol que casualmente pasaran por televisión.
Louis quitó de mis ojos la venda roja que había amarrado minutos atrás. De pasar a ver todo rojo, pasé a ver una habitación hermosa pero peculiar. Así es, peculiar. Cris y Gemma habían decorado la habitación tal y como Harry y ella lo habían hecho para mí cuando me mudé a su casa. No pude evitar sentir nostalgia. Obviamente, no todo era exacto, pero mínimos los detalles que ausentaban de la habitación de los Styles. Todo era prácticamente igual. Desde las lámparas hasta la cama, las colchas y el color de la pared. La alfombra y el pequeño sofá de terciopelo en el que adoraba pasar una tarde de lluvia leyendo un libro y bebiendo un café que Harry preparase. Harry. Nadie intentaba tocar el tema ya que era una situación delicada para todos. Tenía unas ganas tremendas de decirle a alguien lo que sucedió con nosotros. Pero sabía que sería el peor error de mi vida.
-¿Y bien? –preguntó con voz ansiosa mi pelinegra amiga.
-Me fascina, tengo el presentimiento de que me recuerda a algo –dije con una sonrisa- No lo puedo creer.
-Sabíamos lo mucho que adorabas la habitación de allá y decidimos recrearle para ti. Dándole unos pequeños nuevos detalles.
-Como las luces.
Es verdad. Además de la lámpara de lava que había en la habitación, se encontraban en la pared perfectamente colocadas unas luces de Navidad que hacían que todo luciera más cálido.
-Me encanta.
-Te mostraremos algo que sé que te gustará –dijo Gemma halando de mi brazo.
Nos detuvimos frente a una pared del lado derecho de la habitación que no lograba ver debido al ángulo en el que estaba parada anteriormente. De esta pared colgaba un collage de fotos con cada uno de ellos. Había aún varios espacios libres para que pudiera colgar una nueva foto. En su mayoría, las fotos eran mías y de Harry. Solíamos tomarnos fotos estúpidas siempre con mi cámara o con el celular de Harry. Y Gemma las adoraba. Por lo que puedo asegurar que fue idea suya colgar las vergonzosas fotos ahí. Había fotos con Anne lo que hizo que se me hiciera un nudo en la garganta. Fotos con Cris, desde fotos extrañas hasta fotos que me traían recuerdos. Todas y cada una de ellas. Y fotos que ni recuerdo haberme tomado, como por ejemplo una que tenía con Nathan y Gemma u otra besando a Louis.
-Esto es tan hermoso –dije en un hilo de voz.
-Te dije que te gustaría.
-Mucha gracias por hacer esto por mí, chicas –exclamé abrazándolas.
-¿Qué hay de nosotros? –preguntó extrañado Louis.
-Ustedes no hicieron nada –dije riéndome y haciendo que a los dos hombres se les contagiara.
-Más tarde podrás admirar mejor tu cuarto, ahora, cenemos algo porque muero de hambre –dijo Gemma acercándose a la cocina.
-Louis y yo podemos ir por algo de comida, así no tendremos que cocinar –se ofreció Nathan.
-¿Qué tipo de comida?
-¿Quieren lasaña? –dijo el rubio de mi hermano.
-Por mí no está mal.
-Me encanta la idea.
-Entonces será lasaña. Vamos, Lou –dijo Nathan. Louis lo siguió y siguieron platicando de quién sabe qué cosas.
Me acerqué a la cocina y me serví en un vaso algo de agua. Me quedé mirando fijamente a Gemma y Cris quienes estaban ahora sentadas viendo televisión en la amplia sala de la casa de Cris, exhaustas por su trabajo.
De repente, el recuerdo de una de mis típicas tardes de películas con Harry vino a mi mente.
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-¡No puede ser! ¡Harry estás llorando! –exclamé notando el pequeño reflejo del televisor en las lágrimas que él intentaba contener.
-¡Eso no es verdad! –dijo como niño pequeño.
-Mira tus ojos, estás llorando.
-¿Acaso tu corazón es de piedra? ¿No ves cómo se reencuentra esa familia luego de esa trágica tragedia que pudo haberlos matado a todos?
-No es de piedra, que yo sepa. Simplemente he visto la película un millón de veces, por lo tanto ya sé cómo manejar el dolor.
Harry limpió sus lágrimas con el dedo índice y me miró con una sonrisa burlona.
-¿Qué?
-Apuesto todo lo que tengo a que comiste helado y te acabaste un paquete de pañuelos desechables, abrazada de tu almohada especial como te descubrí haciendo una vez cuando viste aquella película…
-The Notebook.
-Esa.
-Pues sí. Lo hice, pero fue una tarde estupenda
Harry rió.
-Estás loca, _______ Williams –dijo mostrando su perfecta hilera de perlas resplandecientes.
-¿Eso es muy malo?
-Me encanta que estés loca –me dijo entre risas.
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Era increíble cómo cada mínima cosa me recordaba a Harry. Y es que con esa supuesta despedida de aquella noche no podrá pretender que lo logre sacar de mi mente así de rápido. ¿Estará pensando en mí? ¿Me estará extrañando como dijo que lo haría?
¿Y eso a mí qué me importa? –me reprendí en mi cabeza.
“Te importa, y mucho” –decía otra vocecita de mi mente.
Dejé el vaso en la pila y me quedé en la cocina leyendo una revista. Ya tenía hambre ya que no había almorzado, no me sentía muy bien hace unas horas. O bueno, esa era la excusa que le había dado a Nathan cuando me ofreció del pollo que había preparado.
Giré mi cabeza hacia Cris y Gemma, aunque mi propósito era ver hacia la puerta. Gemma luchaba por mantener los ojos abiertos mientras miraba el televisor mientras Cris yacía dormida en las piernas de Gemma.
Louis y Nathan llegaron unos 20 minutos más tarde haciendo que mi hambre creciera. Comíamos silenciosamente en la mesa de comedor de Cris, por lo visto todos morían de hambre.
-Entonces vendremos a casa de Cris para Navidad –dijo de repente Gemma.
-Si les parece.
-Oh, por supuesto que sí –respondió- ¿Creen que Harry venga ese día?
Nos quedamos en silencio. Gemma tenía todas sus esperanzas en que Harry regresaría pronto pero yo sabía que no sería así, y me daba lástima no poder decirle.
-No –respondí fría.
-¿Cómo estás tan segura? –me preguntó Louis.
-Sé que no lo hará, es muy orgulloso como para regresar tan rápido.
Gemma asintió, sabía que tenía razón.
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Hace una hora se habían ido los demás. Me fui directo a mi habitación despidiéndome de Cris quien no tardaría ni cinco minutos en dormirse.
Comencé a guardar algunas cosas que habían faltado y a inspeccionar cada cajón para averiguar dónde estaban organizadas mis cosas.
Me puse mi pijama y me metí debajo de las sábanas. Había un viento helado entrando por la ventanilla de la habitación, la cerré y regresé a la cama. Estaba leyendo un libro nuevo que Cris me había prestado pero el sueño me ganó por lo tanto decidí guardarlo. Acurrucada aún en mis sábanas hice un esfuerzo sobrehumano para poder sacar una de mis manos debajo de la colcha y guardar el libro en el cajón de mi mesita. Algo impedía que el libro entrar, así que con la mayor voluntad me moví dejando al descubierto mi espalda y vi un marco de fotos guardado adentro. Lo saqué y vi la misma foto que Harry había roto. Ahí estaba. Con el mismo pedazo de cinta que yo había colocado en el intento de arreglarla. Fruncí el ceño al notar algo escrito detrás de aquella foto, estaba muy segura de que es no estaba ahí. Tomé el marco en mis manos y arrugué lo más posible mis ojos para poder entender lo que decía.
“Lo siento, princesa” –alcancé a leer. Estaba escrito con la caligrafía de Harry, de eso no hay duda, pero cómo pudo haber escrito aquel mensaje si yo conservaba la foto.
Tal vez alguien me jugaba una mala broma. Pero era muy poco probable que alguien hiciera eso.
Lo que significa que Harry había encontrado la foto ya arreglada de nuevo y había logrado escribir eso. Tal vez eso fue lo que a Harry lo hizo entrar en razón. El hecho de que yo hubiera encontrado la foto que él rompió y la reparara.
Se dio cuenta de que me había roto.
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NOCHEBUENA
Louis, Gemma y Nathan ya se encontraban en casa de Cris. Traían regalos en las manos los cuales dejaron debajo del árbol navideño. Yo había comprado mis presentes un día que me escapé sola al centro comercial. La ventaja de venir de una familia con dinero era muy grande, esa era una de las razones por las cuales me molestaba que Harry y Louis solían pagar mis cosas, yo tenía mucho dinero, por lo tanto no era problema.
Louis me trajo un enorme ramo de rosas. Traía treinta rojas y perfectas rosas, por los treinta días que llevábamos juntos.
“Espero pasar muchos meses más a tu lado, _________. Me haces muy feliz, gracias por este excelente mes contigo” –leí en la tarjeta de las rosas.
Mis labios dejaron escapar una sonrisa tierna y besé a Louis en los labios. Amaba besarlo, porque todos y cada uno de sus besos era tierno y dulce.
“Pero los besos de Harry te vuelven loca” –maldito subconsciente.
Sacudí mi cabeza de forma disimulada y le regalé una sonrisa a Louis.
-¿Por qué no me dejaste reglarte nada por nuestro primer mes? –dije agarrada a su cuello.
-No. En una relación el chico es el que regala, no la chica.
-Eres un necio, ¿lo sabes?
-Me gusta consentirte, es sólo eso.
Lo volví a besar con esa estúpida sonrisa que se me formaba estando con él y fuimos hacia los chicos.
-Nathan y yo quisimos traer esto –dijo sacando algo de una bolsa.
Era un pastel de chocolate con una cereza en el medio, no muy grande, envuelto en un papel de colores y decorado con un precioso lazo navideño. Louis había traído galletas de jengibre que, según él, su mamá le había dicho que trajera.
-¿Lo hornearon ustedes? Huele delicioso –dije acercándome al pastel.
-Así es, nosotros solitos –dijo Nathan orgulloso de su pastelera obra.
Sonreí y me dediqué a tomar los platos para servir la comida. Pedimos a los chicos llegar algo tarde para que no se nos hiciera larga la noche, por lo tanto comeríamos ya que podía adivinar que todos morían de hambre.
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-¡Feliz Navidad a todos! –exclamó Cris con un abrazo cuando el reloj anunció las 12:00 en punto.
-¡Feliz Navidad! –le seguí yo.
Gemma robó un tierno beso de los labios de su prometido y yo hice lo mismo con Louis.
-Feliz Navidad mamá, feliz Navidad Harry. Donde quiera que estés –susurró Gemma.
-¿Por qué no abrimos los regalos? –dijo Louis cual niño pequeño tratando de evitar un momento triste.
-Me parece buena idea –musitó Cris acercándose al árbol y sacando unos cuantos regalos- Comenzaré entregando mi primer regalo a Nathan –le dijo extendiendo el regalo.
Lo abrazó y luego hizo lo mismo conmigo. Y así hicimos cada uno de nosotros, entregábamos, nos abrazábamos o besábamos, en el caso.
Gemma me había regalado muchísimas cosas. Entre ellas había cientos de blusas, algunos perfumes y hasta zapatos, todo absolutamente hermoso gracias al buen gusto de la moda que poseía. Nathan me había renovado literalmente casi todo mi guardarropa además de haberme comprado un oso de peluche, el cual amé desde el momento que vi. Cris me compró todos los discos de música que más deseaba, con algunos libros que quería por encima de todo.
Y cuando llegó el turno de abrir los de Louis fue cuando más sorprendida quedé. Me había entregado una caja con unos aretes de diamantes largos a juego de un collar del mismo material. Era tan precioso que mis ojos casi se salen. También me regaló un collar con un corazón mediano de oro, lo adoré.
-Lee lo que dice atrás –susurró en mi oído.
“Siempre podrás contar conmigo” –leí detrás del corazón. Sonreí y agradecí infinitamente que no haya sido algo de “Te amo, juntos por siempre” o cualquier cosa que tuviera que ver con el noviazgo, porque no sabíamos si algún día terminaríamos y sería bastante incómodo tener ese collar absolutamente hermoso con un mensaje como ese.
-Sabes que tú igual, Louis. Pase lo que pase.
Me besó y abrazó, arrugando sus ojos debido a la hermosa sonrisa que reflejaba.
-No puedo creer que me hayas comprado esto –le dije refiriéndome al lujoso collar.
Él sólo sonrió.
Yo le había regalado varias cosas, tales como ropa, algunos discos y un balón de fútbol que tanto quería. Su expresión al verlo fue de tanta alegría que sentí que había regalado lo correcto.
Pero por supuesto, era difícil ver aquel collar sin poder evitar pensar en Harry y ese hermoso collar de diamantes que me había dado para mi cumpleaños.
Harry. ¿Qué estará haciendo ahora?
UN MES LUEGO.
Ya había pasado un mes desde Navidad, un mes desde que Harry se había ido. Me encontraba sentada en el jardín de la escuela, así es, las clases habían vuelto. La nieve se derretía y la primavera se abría paso.
El tan esperado viaje a la playa fue, sin exagerar, una mierda. La escuela nos llevó a una horrible playa, y en la peor época del año, la de invierno, por lo que nadie pudo entrar al agua debido al helado clima que había. Pasar la noche ahí fue una tortura considerando que a la madrugada la temperatura baja mucho más y nosotros dormimos en tiendas de acampar.
Mónica no había preguntado absolutamente nada de Harry, lo que me pareció de una u otra manera, algo totalmente extraño.
-¿Dónde está Harry? Hace mucho tiempo no sé nada de él –dijo con su voz chillona taladrando mi tímpano.
-Harry se marchó, Mónica –le dijo Louis.
-¿Se marchó? ¿A dónde?
Negué con la cabeza.
-Nadie sabe –le respondí.
-¿Cómo que nadie sabe? ¿Qué pasó? –exclamó ella subiendo el tono de voz.
-Simplemente se marchó, no tenemos muchos detalles.
-¿Qué hiciste esta vez, Williams? –me gritó.
-¡No le grites! ¡Ella no tuvo nada que ver! –me defendió Louis.
-Te destruiré. Has arruinado mi vida desde el momento en que pisaste la casa de Harry y haré hasta lo imposible para arruinarte la tuya. ¡Me harté de ti! –exclamó y se alejó.
-Qué mal está esa chica de la cabeza –susurró Cris haciéndonos reír.
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-Dime que por lo menos tienes algo –dijo ella.
-Tengo algo que definitivamente hará que ella caiga.
-¿Qué conseguiste?
-Míralo por ti misma –dijo el chico extendiéndole un sobre.
Ella lo tomó y sacó de ahí lo que sin ninguna duda le quitaría a la chica algo tan importante para ella.
-Si las primeras fotos no la destruyeron, estas sin duda lo harán –mencionó con una sonrisa- ¿De dónde las sacaste?
-Las tomé una noche que seguí a Styles, sabía que se encontraría con ________ y cuando vi aquella escena no dudé ni un segundo en tomarle las fotografías –ella asintió- ¿Se las enviarás a Tomlinson?
-Así es. Pronto, no ahora, dejemos a que estos dos chicos se enamoren más y así les dolerá.
-Vaya, ¿qué te hizo _______?
-Enamoró a Harry, alejándolo de mí.
-Lo que hacen los celos, ¿no?
Asintió.
-¿Y qué te hicieron Louis y Harry a ti?
-Fue hace muchos años, en verdad. Solía amar a Cristina como a nadie, pero un día ella me dijo lo que sentía por Louis y todo mi mundo se me vino abajo. Entonces la odié, yo le daba todo, ¿sabes? Y Louis no le prestaba ni el mínimo de atención, ¿por qué él?
Todo salió mal cuando intenté hacer que Cristina odiara a Louis. Tomé de su cajón un collar que su abuela le había regalado, algo extremadamente importante para ella. Quise ponerlo en el abrigo de Louis pero Styles me vio. Ahí fue donde comenzó una enorme discusión en la que me delataron con los padres de Cris haciendo que perdieran todo el respeto que tenían hacia mí y todo el amor de aquella familia. Ella jamás se enteró. Pero las cosas no se podían quedar así, ¿no? Me arruinaron toda mi vida y ahora yo se las arruinaré a ellos. Con Styles lejos no podré lastimarlo, pero aquí está ______. Cuando llegue a los oídos de Harry el sufrimiento de ella él también sufrirá. Hacerle la vida miserable a esa chica se la hará a él igual. Y a Louis.
-Y da la casualidad que te encontraste conmigo, que también quiero hacerle la vida miserable.
Él asintió.
-No te preocupes, Robert. Esto los destruirá a los tres, tomando en cuenta de que Harry perderá la confianza de su mejor amigo.
-Eso espero, Mónica –dijo él besando sus labios.
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