No me dejes ir

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¡No me dejes ir! Por favor. No me dejes ir...
Sujétame fuerte de la mano para que mis pasos no sean coordenadas hacia el recuerdo y para que mis pies no me lleven lejos de ti. No me dejes morir en esa vieja caja de fotografías que guardas bajo la cama y que tanto te gusta sacar en las noches de agosto. Y bailas con ellas hasta que las estrellas caen y hasta que tus rodillas están débiles. Fuimos tan lejos que ya no importa si regresamos completos, porque ambos sabemos que cuando dos personas se aman hasta con el sentimiento más pequeño, es imposible salir enteros de la historia.
No dejes que el tiempo te haga extranjera de mí. No le concedas el poder al destino de hacer lo que le plazca con nosotros, porque sabes que nos hará trizas con el tiempo y el premio de consolación serán los recuerdos que tendremos en común. Y que luego en las tardes frías de noviembre echaremos de menos y desearemos volver a repetirnos.

Un día dijiste que le tenías miedo a la oscuridad y te dije que sin ella es imposible ver las estrellas. Que sí, que la Luna puede ser visible por el cielo de la mañana, pero no brillará como lo hace por el cielo de la noche. Hemos de ser como dos constelaciones que se buscan por cada rincón de la galaxia para colapsar ante las cámaras de los satélites.

Tú eres mi estrella Sirius -la más brillante entre todas las estrellas del universo-.

No sé si siempre nos quedará París, lo único que tengo seguro es que no importa las direcciones opuestas en las que nos lleve la vida, un día volveremos a tropezar con la misma piedra. Y entonces lo haremos hasta doler nuevamente.

¿Recuerdas aquella vez en la que nuestras miradas se rozaron los sentimientos y adentro encontramos un hogar en el cual habitar? Ojalá, porque yo nunca olvidaré lo que quizás tú en un futuro, sí. Posiblemente me vaya algún día, o posiblemente seas tú quien lo haga primero. No importa el orden de las circunstancias que nos separen, y ojalá no nos separe ni el cielo ni el infierno. Ojalá me equivoque y que el universo conspire para tenernos cerca.
No digas nada, deja que el silencio lo diga todo. Algunos quieren ser como Romeo y Julieta; otros tener una aventura como la de John F. Kennedy y Marilyn Monroe. Pero nosotros queremos nuestra propia historia, con sus altibajos, sus imperfecciones y sus locuras.

Abrázame, anda. Hoy más que nunca quiero sentir lo que es tener un lugar en el cual refugiarse en invierno y abrigarse los sentimientos antes de que se congelen, o antes de que un pájaro se coma mi corazón.

Benjamin Griss (El chico del ayer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora