Cariño, he estado manejando por mucho tiempo a ninguna parte, no voy ni quiero llegar a donde no estás tú. Son sólo coordenadas sin sentido, que me indican dónde están los puntos cardinales, pero que no me dan pista alguna sobre los rastros de tu sonrisa. Tú, por ejemplo, no sabrás que quien se queda, también se va contigo, aunque éste no sepa a qué lugar. Se me están oxidando las ganas, las fuerzas, en sí, todos los esfuerzos para escalar montañas, cruzar océanos, correr entre brasas, aceptando el infierno que es quedarse sin tener alguna pista de aterrizaje. Tampoco que alguien te dé alas para volar, lejos, volar, lejos, volar. Algo así es esta melancolía que no termina, esta rutina que implica recordar tus manías, tus lunares, tus constelaciones.Desde un principio fui sincero contigo: lo que más amaba de ti eratuoscuridad. Porque sin necesidad de apagar las luces, tus estrellas eran capaces de ser vistas a plena luz del día.Tu sonrisa superaba por mucho al sol, por eso a veces no te iluminaba., ¿recuerdas? Sí, esos días en los que me decías que nada te calaba, que ni siquiera los rayos más radiantes podían calentar un poquito ese corazón hecho trizas. A mí me dejó de calentar desde aquel día, no lo pronunció siquiera, no quiero recordar la maldita fecha ni la hora, ni el dónde ni el cómo, simplemente tú sabes a lo que me refiero. Ha pasado mucho tiempo desde entonces, pero aún hay rastros de ti aquí, no he sido capaz de quemar las fotografías, las cartas que nunca te mandé porque no hubo tiempo, las noches de abril que se quedaron pendientes para acampar y ver las leónidas más cerca, porque según el pronóstico iba a ser vista una lluvia de meteoros. Pero como te iba diciendo, ya ha pasado tanto frío, que siento que ya es hora de hacer algo conmigo mismo.
Sonrío, y no es por ti:
subí el primer de los 7 escalones
hacia la victoria,
que es,
déjame recordarte:
olvidarte.
El primero es sonreír sin ti,
el segundo: hablar de ti sin que duela;
el tercero: ir a donde solíamos ir juntos;
el cuarto: no encontrarte en otras chicas;
el quinto: escribirte una carta de despedida;
el sexto: gritarle al olvido tu nombre;
y el séptimo: perdonarte lo que tú nunca me perdonarías.
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Benjamin Griss (El chico del ayer)
RandomEs un libro con la recopilación de escritos de Benjamin Griss, un joven talentoso de Guatemala. Quién escribió cuando algo comenzó a dolerle, es decir , desde que tiene uso de memoria. Hoy se lo conoce cómo un soñador, cómo quién no se guardo su...