Desde mi cielo

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Su canción favorita sonando de fondo y yo me he resistido a sangrar, pero ha sido un intento más que queda en el olvido, porque siempre que la escucho me desangro, mi pulso baja inmediatamente y mi cerebro se vuelve loco poniéndome los momentos que me quemaron contigo.


Me he puesto guapo esta noche, porque he quedado con alguien, pero no me culpes a mí, porque yo también tengo derecho a ser feliz sin ti y esta vez lo he decidido, voy por más de este vacío que me está consumiendo y que me hace sentir cada vez más dentro en ese pozo profundo que es la soledad.

Joder, siento que mi pecho va a estallar un día de estos, porque no sé cómo ni dónde empecé a sentir estas cosas por ti. No son buenas, que quede claro. En mi vida había deseado no despertar al dormir y amanecer en unos labios que me coman las heridas.

Me siento más mío, que de nadie. Por favor, no quemes mi bandera. Ahora estoy entendiendo aquello del amor propio, antes que el amor ajeno.

Entiende, amor. He estado teniendo conversaciones con el que fui, y me ha reprochado y me ha dicho cuánto daño me has hecho. Pero, dime, cómo se puede superar una ausencia con la sala preciosa que dejaste en el lado izquierdo de mi pecho.

Y nos hemos puesto a llorar, yo le he dicho que, por favor, se quede conmigo, que necesito un hombro en el que dejar salir todo el invierno que se desató en mis ojos cuando lo que deseaba es que siempre fuese un intenso verano. Un único y eterno amor de verano.

Si te expones mucho tiempo al sol te salen quemaduras y se te pone la piel roja. Algo así causabas tú con ese incendio que traías entre caderas y ese frenesí que no paraba de tambalear mis cimientos.

Tuve miedo, lo confieso. Tuve miedo de que me dejases las sábanas frías un miércoles cualquiera, que las cortinas estuviesen cerradas y la puerta abierta.

Desde entonces cuando camino, bailo o río sueno a cristales rotos.

Y la gente se aleja, y los comprendo, porque nadie estaría alrededor de algo que les hiciese daño, que les causara cortaduras en los sentimientos.


"Vengo a despertarte todos los días de tu eterna y gloriosa guerra que tienes entre párpados y corazón".


¿Cómo decirle a mi corazón que tú ya no quieres hacerlo latir con esa felicidad que irradiaba los árboles? Incluso los pájaros volaban por tu pelo para saborear la gloria de la eterna juventud. Ellos querían conocer el secreto.

Pero el secreto es que alguien te ame, a tal punto que te deje heridas -muchas heridas, tantas que termines odiándole- huellas y que luego te inmortalice en papel. Que saboreé lo amargo que es echar de menos a una persona que trajo un mundo nuevo a ti, y a tus pies.

Y yo que sentí más de la cuenta, supongo que por eso terminé con estas heridas que me han hecho poeta clandestino de los recuerdos.

Ya es Julio, y me da vértigo mirar atrás. Voltear a ver las cenizas que guardamos en una caja y que luego tiramos al mar. Dejamos ir, qué fácil se nos dio eso de soltar lo que tanto nos costó encontrar, todo se fue al fondo del océano, quizás por eso siento que a veces me ahogo, porque parte de mí se fue en esa caja.

Hoy he vuelto a sonreír, porque tendré una cita -a ciegas- con tu recuerdo.

Y desde mi cielo te veré volar en otros horizontes.

Lejos.

Lejos.

Lejos de mí.

Benjamin Griss (El chico del ayer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora