Tú eras tan especial para mí, que nunca te lo dije. Quizá fui egoísta al pensar que sólo serías para mí, que no habrían otros labios a los que besarías con desesperación para olvidar a otros labios. A veces somos tan ingenuos cuando estamos enamorados, que no nos damos cuenta de todo lo que ocurre a nuestro alrededor, de las cosas que están pasando, preferimos abrirle la puerta al otoño y dejar que su viento tire nuestros sentimientos a la basura, porque han caducado. La vida, poco a poco, va sacando las garras y nos va mostrando un sinnúmero de caídas, entre ellas se encuentra el amor. Y tú fuiste mi mayor caída a ese precipicio que es el de sentir cosas bonitas por alguien, aunque para ser sincero nunca he sentido mariposas en el estómago, yo siempre he sentido pirañas dentro de mí, comiéndome las partes muertas. Porque si vas a amar a alguien, tienes que volver a amar desde el principio, eso implica dejar todo lo demás atrás. Todo este tiempo me ha sido inevitable no sonreír al recordar tu sonrisa, es contagiosa, ¿lo sabías? Como cuando llegaba cada estación y cambiabas de tonalidad. A mí se me olvidó decirte que el color más encendido que conozco es el de tu sonrisa, sin importar cuán difíciles estén los días, con sólo recordarla ilumina mi vida. Publicado por
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Benjamin Griss (El chico del ayer)
AcakEs un libro con la recopilación de escritos de Benjamin Griss, un joven talentoso de Guatemala. Quién escribió cuando algo comenzó a dolerle, es decir , desde que tiene uso de memoria. Hoy se lo conoce cómo un soñador, cómo quién no se guardo su...