Veintitrés veces apretaste el gatillo y veintitrés veces detuve las balas por ti

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  Ahora comprendo cuando decías que a veces el amor duele y se transforma en un arma suicida y más de alguno termina muerto, o termina herido y después tiene miedo de volver a amar. Veintitrés veces apretaste el gatillo y veintitrés veces detuve las balas por ti, lo que no sabía era quién estaba apuntado hacia mí, eras tú. Y comprendí que el amor no duele, lo que duele son las personas a las cuales decidimos amar, porque hasta el más mínimo error duele, duele de la misma proporción en que se ama, partes igualitarias. Pero eso es lo que jode, no se elige, simplemente sucede. Pero es bonito mientras dura, ¿o no? Lo triste es cuando nos vamos convirtiendo en desconocidos con un par de recuerdos que nos hacen sonreír o nos hacen rompernos en la oscuridad de la noche, ¿cómo y cuándo?, ¿cómo fue que nos convertimos en esto y cuándo dejamos de necesitarnos? Sé que ambos fallamos. Tú por no corresponder al amor que te tenía y yo por vivir en una mentira de la cual no quería salir. Nos faltaron un par de cosas por organizar juntos, por ejemplo nuestro reencuentro en una de las tantas discusiones que tuvimos. Es incierto todo lo que el futuro nos depara, y no sé, quizá en una de esas jugadas nos incluya a nosotros dos.  

Benjamin Griss (El chico del ayer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora