Plan A

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Me voy para siempre. Hasta nunca.


Qué portazo el que se escuchó aquella noche mientras cerrabas la puerta con llave, porque sabías que, de lo contrario, hubiese salido corriendo detrás de ti. Lo único que me quedaba era verte alejarte como un día viniste aquí. "Olvídame", dijiste de último. Pero me dejaste tantas cosas para recordar. No se puede olvidar a alguien de la noche a la mañana, no se puede si llegaste a quererle hasta el punto de echar tus raíces en él y desear que nunca quisiese arrancarlas. Tú, al parecer, arrancaste las mías, ¿cómo hago yo ahora para arrancarme las tuyas? Y es que yo siempre he admirado a esos que pueden olvidar rápido, que no les duele nada y que no les importa en lo absoluto si les duele alguien.

A mí me dueles tú. A mí me duelen todas las conversaciones, todas las canciones que nos dedicamos, todas las películas que miramos juntos, todos esos lugares a los que voy solo cuando antes iba contigo, todas las llamadas hasta la madrugada, todos esos "sé fuerte, estoy aquí", todas y cada una de las cosas que gastamos intentando querernos.

Una herida se abrió entonces. Ya no pensaba, tampoco quería sentir, pero la vida suele pasar burlándose de ti cuando todo ha terminado, diciéndote: ¡Te lo dije, idiota! Y lloras amargamente. Las noches cobran un sentido nostálgico, echando de menos lo que no supo quedarse. No sé, siempre he pensado que, ojalá nos enamoráramos de alguien que supiese quedarse y que olvidase cómo irse. Que nos amara después de todo. Que creyera que somos capaces de salir de toda esta devastación que causó nuestra forma de amar: con fuerza y con golpe. No existe otra forma de amar sino demostrando que son tu oxígeno y tus ganas de seguir intentando salvarte de ti mismo.También pienso que nos merecemos algo mejor que ir recogiendo lo que otros tiraron, algo más que las hojas de los árboles en otoño, algo más que ir pisándolas. Yo he cruzado océanos por personas que no intentan cruzar un charco para llegar a mí. Pero basta de lamentaciones, no puedo reclamárles por lo que hago yo por ellas, porque no puedo obligarlas. El problema de cuando las pones en el plan A, es que tú pasas a ser el plan B. Y no, esto no funciona así, debemos aprender a ser nuestro número uno y nuestro plan A ante todos, pero llega un día en el que deseas compartir esos primeros lugares con alguien más; sin embargo, tienes que asegurarte de que ese alguien también quiera compartir contigo los suyos.

Benjamin Griss (El chico del ayer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora