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i can't breathe - Bea Miller

Lauren's POV

— Buenas noches, señorita. —Saludaban todos con educación al cruzarse con ella una vez que entramos. Camila sin duda era alguien especial en el lugar. Cada vez estaba más convencida de que así era.

— Camila.

Un hombre de tez oscura y totalmente enorme la estaba esperando tras subir unas escaleras impresionantes. En su traje negro relucía enganchado el pase de seguridad donde podía leerse "Robert Feggans".

— ¡Big Rob! —Había cariño en la voz de la chica. Parecía que este guardaespaldas era alguien especial y cercano. Pese a la cara malhumorada del hombre, Camila lo rodeó como pudo con los brazos.

— Jake me llamó con un ataque de nervios. Deberías dejar de desaparecer o nos meteremos en un serio problema con tu padre...

Ella sonrió asintiendo. El tal Big Rob intentó mantener su rostro serio pero no pudo evitar contagiarse del gesto de la castaña cuando ella le dio un beso en la mejilla. Cuando vio su reacción, Camila rió y abrió una puerta antes de desaparecer al cerrarla tras de sí.

Fue todo lo que necesité para encajar una pieza más en el puzzle. Por todos los Santos, Lauren'hel, te centraste tanto en investigar a Alejandro Cabello que no se te ocurrió la idea más simple del mundo: averiguar sobre su familia. Abrí con velocidad el navegador de mi iPhone para confirmarlo y ahí estaba, en la estúpida Wikipedia.

Alejandro Cabello, presidente de los Estados Unidos de América.
Sinuhe Cabello, Primera Dama.
Karla Camila Cabello, hija mayor.
Sofía Isabela Cabello, hija menor.

Maldita sea. Este fallo ha tenido que enfurecer a Padre. Me aterra la posibilidad de decepcionarlo porque entonces ordenaría a Gabriel que tomara el control absoluto en la Mansión Luna. Ya no tendría más mareas o noches que controlar. Y yo no podría soportar la eternidad sin las estrellas.

Y para colmo estaba confusa conmigo misma. Ya no comprendía si la seguía porque me agradaba estar a su lado o porque el destino había unido su vida con mi misión divina. Sacudiendo la cabeza y dispuesta a continuar con mis indagaciones, traspasé la puerta. Me encontré con la habitación de Camila y sorprendentemente no era gran cosa. Uno espera encontrarse algo excesivo, porque al fin y al cabo es la hija del presidente, pero nada más lejos de la realidad. Un dormitorio grande y soso, donde el color blanco era lo único que existía. Una cama matrimonial perfectamente hecha, dos puertas que deduje que una sería el baño y otra el vestidor, un balcón desde el que entraba la tenue luz de mi Luna, un enorme escritorio junto a una estantería y al fondo un piano de cola. No había pósters, fotografías o cuadros.

— ¿Qué estarás haciendo ahora, Lauren? —Suspiró entonces Camila, atrayendo repentinamente mi atención. ¿Por qué estaba pensando a mí después de tanto tiempo?

Había dejado su chaqueta sobre el perchero y ahora estaba sentada en la pequeña banqueta que había frente al instrumento musical. Apretó una tecla con suavidad, dudando de si seguir o no. Al final, tras dedicar un leve vistazo al jardín que se veía por su ventanal, comenzó a tocar. Al principio sólo era una melodía sin más, correcta y algo plana. Sin duda, había escuchado mejores cosas en toda mi eternidad. Algo decepcionada, me acerqué al cristal para tener mejores vistas desde su balcón. Pero cuando su voz llenó la habitación a oscuras me di la vuelta para observar si realmente era ella quien estaba cantando. Y así era. No pude evitar llorar conmovida por la tristeza de su tono. Como ángel siempre había apreciado la belleza y, aunque no conocía la canción o no comprendía muy bien qué secretos escondía la letra, me daba igual. Era capaz de ver detrás de todas sus capas y ahí estaba ese dolor cuyo origen desconocía.

Unsteady; CAMRENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora