Capítulo 30: Beso de las buenas noches.

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Maggie me había traído de regreso a casa. En una cierta parte me sentía mal por no haberme despedido de nadie, pero necesitaba salir de aquella fiesta. De alguna manera me quería recuperar de todo lo que había pasado la noche anterior y la mejor manera seria estar cerca de Dylan. Todavía no era ni siquiera la una de la mañana cuando llegue a casa.

La Jeep de Walter estaba estacionada pero las luces estaban apagadas. Caminé con cuidado hacia la dirección del auto y pegue mi vista a las ventanas. Walter estaba durmiendo en el asiento, era la primera vez que lo había visto dormir desde que llegue a vivir en Nueva Orleans. Toque con los nudillos la ventana para llamar su atención, el abrió sus ojos y se incorporó rápidamente. La puerta se abrió y Walter salió.

—Lo siento, no quería despertarte —me encojo de hombros.

—No, gracias por despertarme.

—No tienes por qué quedarte todas las noches, Walter. Creo que el señor Day estará bien para la siguiente mañana sin que estés aquí —retrocedo y le sonrió—. O puedes quedarte aquí y dormir como cualquier persona normal lo haría. Créeme que todos prefieren la segunda opción.

Él se me quedó mirando hasta que sonrió y asintió con la cabeza. Subí corriendo las escaleras y finalmente entre a casa. Todo aquí dentro estaba muy callado y cuando pensé que haría un desastre por la fiesta, la casa está más que brillando por la limpieza que hay aquí dentro. El único sonido que existía eran más manecillas del reloj. Me quito los zapatos y los dejo a un lado de las escaleras y después de eso me hago un chongo bajo con la dona que tenía alrededor de mi muñeca.

Subo de puntillas en dirección a mi habitación. Pude ver que el cuarto de Angela y Dylan está cerrado y no hay ruido más que el de mi respiración acelerada. Muevo la perilla de la puerta de mi habitación y entro. Las luces estaban apagadas por lo que trato de localizar el contacto de luz y al hacerlo las luces se encienden provocando que pestañeara un par de veces. Sofoqué un gritito cuando vi a Dylan sentado en mi cama, él sostenía su móvil entre sus manos pero al verme desvió sus ojos de él hacia mí.

—Me has asustado —le digo mientras coloco ambas manos en mi pecho—. ¡Qué haces aquí!

Él guarda su móvil y se encoge de hombros.

—Solo quería verte.

Asiento un par de veces al mismo tiempo en el que me quito la sudadera de encima.

—Podías esperar hasta mañana. Me has asustado terrible.

Dylan se relamió los labios al mismo tiempo en el que se pone de pie.

—Creo que no podía haber esperado hasta mañana.

Dylan camina hacia mi dirección y antes de que pudiera decirle algo, él selló sus labios contra los míos. Fue algo tan repentino que me había tomado de sorpresa la manera en la que me había besado, nunca antes lo había hecho de tal manera. Mis manos se quedaron en mis costados mientras que las suyas me tomaron de mis caderas. Retrocedimos unos cuantos pasos hasta que mi espalda chocó con algo duro, chocó contra la pared.

Mi boca se abrió y mi lengua entro a la suya. Dylan chocaba fuertemente su cuerpo contra el mío. Esto era demasiado para mí, sentí como mi cuerpo empezó a temblar cuando sus manos se deslizan por debajo de mis muslos, segundos más tarde lo estoy rodeando de la cadera. Mis brazos rodean su cuello y separo mis labios de los suyos.

Mi pecho empieza a subir a bajar con una velocidad increíble y Dylan tenía la respiración agitada, tanto como la mía. Pegue mi frente a la suya y volví a juntar nuestros labios. Él me acostó en mi cama y se apoyó de los codos para que su peso no me lastimara.

El Libro Negro De Charlotte| EDITANDO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora