Capítulo 22: Androfobia*

1.3K 110 21
                                    

Después de la pelea que había tenido con Dylan, había salido de casa. Simplemente no podía estar en ese lugar. Había ido al centro comercial más cercano que encontré. Había escuchado, incluso leído que, las compras te ayudan a controlar muchas cosas en la vida diaria, y tenían razón. Las horas se pasaron demasiado rápidos, tanto así que ya casi serían las diez de la noche. En cada una de mis manos, llevaba alrededor de cinco bolsas con ropa nueva. Incluso, me había hecho un nuevo cambio de cabello. Solo lo cortaron un poco y le dieron más color, las ondas que anteriormente se hacían por naturaleza, habían desaparecido, ahora mi cabello era lacio. A mí en realidad no me importaba, solo deje que el peluquero hiciera su trabajo.

Cuando salí del centro comercial, tome el primer taxi que vi y le di la dirección de la casa. Estaba muerta del cansancio que lo único que quería hacer era dormir hasta mañana. Ni siquiera sé si tendré ánimos de ir a la empresa de Dylan, todavía sus palabras estaban grabadas en mi subconsciente, repitiéndose una y otra vez. En una cierta parte, sonreí como estúpida y sentía mariposas en el estómago, pero regreso a la realidad. En aquella realidad en la que caigo en cuenta que Dylan es el prometido de mi madre. Creo que ahora creo que, no se puede decidir a la persona con la que pasaremos el resto de nuestra vida. Solo podemos estar seguros de que, para bien o para bien, será de aquellos amores del bueno.

Cuando llegue a casa, Walter salió de su Jeep, solo para asegurarse de que era yo quien había bajado de aquel taxi, ni siquiera le di explicaciones, solo entre directamente hacia la casa. Seguramente Angela todavía está en el hospital y Melanie ya está por dormir. Cuando entre, todo estaba como cuando me había ido, cosa que no me había sorprendido en lo más mínimo. Obligue a mis piernas a subir escalón por escalón, hasta haber llegado a mi habitación.

Al entrar, me quité el incómodo uniforme, el cual además estar sucio, tenía algunas gotas de sangre. Me acerqué a mi guardarropa y saque lo más cómodo que tenía para descansar. Saque una camiseta negra desgastada, la cual me quedaba lo doble de grande que las mías, era demasiado cómoda, me llegaba hasta por encima de los muslos, así que podía dormir en calzoncillos si era necesario, pero en vez de eso, saque un bóxer de Victoria Secret's que lo utilizaba como pijama y me lo puse sin vacilar y agarre mi cabellera castaña en una liga, haciendo una cola de caballo lo más fea posible.

Miré mi cama, la cual estaba llena de bolsas de distintas tiendas de ropa a las cuales fui a gastar mi dinero. Ni siquiera sé que haré con tanta prenda de ropa. Mi guardarropa estaba hasta el tope y sé que si meto cualquier prenda de ropa más, va a explotar. Como me sentía tan cansada y sentía que las piernas me ardían, simplemente las arroje al suelo y caí sentada a la cama. Ni siquiera sabía si dormiría con tranquilidad o sentiré aquel peso en el pecho, esto era un lio. Un verdadero y terrible lío. Cuando me acosté en cama, la puerta de mi habitación se abrió sin que hayan tocado, levanté la cabeza hacia aquella dirección y me encontré con unos ojos de colores diferentes, que me miraban con preocupación y alegría al mismo tiempo.

—¿Nadie te enseño a tocar la puerta? —pregunté, sin más.

Dylan sacudió la cabeza. Seguía con la misma ropa de hace unas horas atrás. Ni siquiera había llegado a pensar si había vuelto a la empresa o se quedó aquí todo el día.

—¿Dónde carajos andabas? —espetó él, sin importarle quien podría escucharnos—. Creo que es más que obvio que no te importa que me la haya pasado todo el resto del día buscándote. Tienes un celular, ¿no? ¿Por qué demonios no me contestaste, Charlotte?

Lo miré con cara de pocos amigos. No estaba segura si debería pedir disculpas o actuar como si no me importara. Una gran parte de mí, le hubiera gustado que él se quedara conmigo hace un rato y que me explicara lo que dijo en la sala antes de dejarme con aquella duda. No pensaba hacerme la fácil, al menos, no con él.

El Libro Negro De Charlotte| EDITANDO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora