La pelirroja me había llevado hasta el segundo piso, había muchas puertas, algunas son de invitados, y otras solo son salones. Me asustaba cada vez que girábamos y teníamos que atravesar otro pasillo. Esta casa era enorme, finalmente nos detuvimos en una puerta color café, ella respiro un par de veces antes de dedicarme una amplia sonrisa.
- Llegamos – afirmó ella – Mi habitación esta abajo, por lo que si necesitas algo solo tienes que pedírmelo.
Asentí sin saber que decirle. Aun no le tenía la suficiente confianza como para ir a su habitación y pedirle ayuda. Solo llevamos diez minutos de conocernos. Melanie movió la perilla hasta que la puerta se abrió. La mandíbula casi rozaba el suelo por lo mucho que tenía la boca abierta, ¿esto era una broma? La habitación era lo suficientemente amplia para que otras cinco camas matrimoniales estuvieran aquí dentro. Como lo dije, la cama era matrimonial, se veía tan cómoda que lo único que tenía en mi cabeza era tirarme hacia ella y dormir hasta que amanezca. Había varios cojines encima y como decoración, un edredón color perla cubría el colchón. Mis ojos se desviaron hasta el rincón, había un ropero entreabierto, no quería imaginarme lo que había allí dentro, pero en cierta parte me moría de ganas de chismearlo. Aun lado, un gran espejo colgaba de la pared, podía ver mi cuerpo completo desde ahí, y eso no era todo, una pantalla plasma estaba enfrente de mi cama; a un costado de la cama había un escritorio con un computador y algunos libros acomodados en orden. Las paredes estaban pintadas de un color morado, era tan acogedor estar aquí dentro, admito que la habitación es enorme, pero no era para nada extraño estar aquí dentro. Era realmente cómodo.
- Fue mi idea de decorar de esta manera la habitación, ¿te gusta?
¿Qué si me gusta? ¡Me encantaba! Quiero decir, no soy de esa clase de chicas que ama las cosas femeninas, pero esta era la excepción, era perfecta.
- Es increíble – fue lo único que logre decir – Gracias, Melanie.
- No es nada, debería irme para que te acomodes, por cierto, esta noche unos amigos y yo iremos a un concierto, deberías venir.
- Yo...
- ¡Estupendo! – gritó ella, interrumpiéndome – A las ocho nos iremos, te dejo.
Ella se marchó antes de que pudiera hablar e intentar negarme a la idea de asistir a un concierto. Antes salía a cada rato de casa, sí. Me encanta asistir a fiestas, pero solo cuando voy acompañada con personas que conozco. Intentando ignorar lo que acaba de pasar, me adentre más a la habitación, sin poder creer que todo esto sea solo mío. Dios mío, de seguro Alex se pondrá como loca cuando le mande imágenes sobre mi nueva habitación. Hablando de Alex, debería enviarle un mensaje, diciéndole que ya llegue. Saco mi móvil y se lo envió.
Adivina quien ya está en Nueva Olreans xd
A los dos minutos, ella me respondió.
¡MALDITAAAA! QUE SUERTE TIENES, ZORRA. ¿NO HAY UN VECINO GUAPO PARA MI, EH?
Todavía no conozco a nadie, Alex.
Pues deberías hacer amigos, y más si son futbolistas, ya sabes, nada de nerds como Louis :p
La sonrisa desapareció de inmediato. Había olvidado a Louis, totalmente. Louis Gilbert era mi novio. Hasta que él me terminó el verano pasado sim darme ninguna explicación, solo desapareció del mapa, sin dejar un mensaje, sin despedirse, sin un último beso o abrazo. Nada. Lo único que dejo en mí, fue un vacío que esta la fecha no puedo rellenar. Sacudí la cabeza, intentando sacarlo de mis pensamientos, no valía la pena estar pensando en el en estos momentos. Louis ya no era nadie para mí, solo sé que es una persona que me lastimó. Deje mi maleta encima de mi nueva cama y camine hacia las puertas que estaban una al lado de la otra, la primera, como lo supuse, era el baño.
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El Libro Negro De Charlotte| EDITANDO.
RomanceCharlotte Montgomery sufrió muchas cosas cuando era solo una niña, desde el divorcio de sus padres hasta la muerte de uno de ellos. Luego de siete años, su madre decide seguir con su vida, tomando una decisión para ambas. Angela Montgomery se compro...