Capítulo IV

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La película ha terminado pero realmente no la he visto. Cuando Adam menciona alguna parte que le gustó solo me queda asentir y sonreír. Cuando entramos en su auto me invade un pesado sueño, me siento cansada y mis ojos pesan, pesan tanto como la puerta aquella madrugada.

- ¿Alida? ¿Hola...?

Estoy arrinconada, atada de tobillos y muñecas. Estoy secuestrada en un sótano, rodeada de muebles empolvados, cuadro de paisajes rotos, y mucha suciedad. Frente a mi está un hombre grande, obeso, que mira una televisión vieja. No le veo la cara, solo puedo ver su nuca llena de pliegues y la camiseta sudada.

Sorprendentemente estoy tranquila, miro alrededor buscando información pero veo que solo estamos el secuestrador y yo. Muevo los pies y las muñecas, a mi lado hay un pedazo de vidrio que ha caído de uno de los cuadros rotos. Lo sostengo pero desaparece y vuelve a estar donde antes, lo intento una vez más y ocurre lo mismo.

Afuera del sótano escucho pasos, personas conversando. Grito con todas mis fuerzas pero solo logro articular la palabra auxilio porque de mi boca no sale sonido alguno.

- ¿Quieres que te ayude?

Volteo y es el chico de piel muerta y cabello negro, su cara pálida solo tiene color en sus azules ojos. Me mira sonriendo de pie a mi derecha con sus manos en su espalda. Viste un terno negro, dañado y muy mojado. Las gotas caen en mi hombro haciendo que me estremezca.

Miro sus ojos de nuevo, aterrada ahora.

- Hola. – Agranda la sonrisa.

Adam es quien me despierta, sigo en su auto recostada y con el cinturón de seguridad. Lo miro, no sé si he hablado en sueños o hecho algún movimiento. Compruebo que no es así ya que mi novio se muestra tranquilo, sonriendo porque ya hemos llegado a mi casa y mi abuela está en la vereda esperándome.

- ¿Por qué esa cara? Oye... - Siento su mano en mi hombro – No está enojada, hemos venido a la hora que dijo.

No estoy mirando a mi abuela, estoy mirando a la sombra con ojos azules que se apoya en la puerta de mi casa.

Un jadeo de miedo sale de mi boca y mis manos temblorosas buscan las de Adam. No quito la mirada de la sombra que continúa en la puerta. Estoy asustada como nunca antes he estado, esta... ¿cosa? ¿Alma? Me ha estado siguiendo y ahora aparece en mis sueños...

No fue un sueño premonitorio lo del secuestro, es esta cosa que quiere algo.

Mi abuela llega a la puerta del carro y la abre.

- ¿Qué te pasa mi amor?

- ¿Alida? – Adam sacude mis manos y logro mirarlo - ¿Qué pasó?

- ¿Soñaste algo?

La mano de mi abuela me acaricia la cabellera. Miro detrás de ella y la sombra ya no está.

- Eh... no, s-solo... - Mejoro mi rostro y me obligo a sonreír un poco. Miro de nuevo a Adam que está asustado. – He soñado algo...realmente feo. Con un fantasma. – Lo último lo digo mirando a mi abuela.

Río y me peino un poco.

- ¿Te asusté?

Le toco la cara a Adam. Trato de actuar casual, como si estuviera avergonzada por lo que ha pasado.

- ¡Claro que sí! Y no solo a mí, también a tu abuela. Gritaste muy aterrada.

- Dejo dejar de ver películas de miedo. – Sonrío más y salgo del auto.

La vida de AlidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora