Capítulo VIII

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Me estiro sobre la cama rodando hacia un lado y de repente escucho el control remoto caer al piso, estiro las piernas y se escucha otra caída. Ahora creo es mi celular el que cae. No quiero levantarme, quiero seguir aquí acostada, durmiendo todo lo que no he podido en los días pasados; no he soñado nada y me siento descansada, tranquila hasta que recuerdo que tengo una vida en donde voy al colegio y que no he hecho nada de los trabajos pendientes.

Me siento de golpe en la cama, mareándome por el repentino movimiento, y parpadeo ante la oscuridad de mi cuarto. Busco mi celular en el suelo, al encender la pantalla veo que son las dos de la mañana. ¡Dos de la mañana! Dentro de tres horas tengo que empezar a arreglarme para el colegio. En la barra de notificaciones hay tres llamadas perdidas de Adam de hace más de seis horas.

¡La cena! Oh no...

Me levanto y camino a la sala pensando en la disculpa que le daré a mi novio. Está enojado, no nos hemos visto en semanas y ahora lo dejo plantado por segunda vez. Le escribo un mensaje de texto sin importarme la hora en que se lo envío, le pido disculpas y le digo la verdad, o bueno una parte de ella: que he tenido exámenes mortíferos y me he quedado dormida.

Paso sola tres horas con la luz del comedor encendida y acompañada de mi laptop. Hago todo lo más rápido que puedo. Mis trabajos son pésimos, demasiado básicos como si estuviera escribiendo algo como: "Panadería de pan" pero no tengo tiempo para pulirlos. ¿Cómo mi abuela no me despertó? Ella es quien está más preocupada por mis estudios.

Cerca de las cinco de la mañana he terminado, pero no he estudiado literatura. Tendré que aprender el poema durante el viaje al colegio.

Escucho pasos en el pasillo acompañados de bostezos.

- ¿Qué haces despierta tan temprano?

- Hago deberes porque nadie me despertó ayer mamá muchas gracias.

Recojo las cosas y guardo los cuadernos y carpetas en mi maleta, sin molestarme en acomodarlos bien. Mi maleta queda echa un desastre.

- Estabas muy cansada, mi vida. No has dormido bien.

- Bueno sí dormí, delicioso pero ahora tengo que correr a bañarme.

- ¿Qué quieres desayunar?

- Sorpréndeme.

Corro al baño dejando detrás de mí un camino de prendas. El agua está helada pero la ignoro y me ducho en menos de tres minutos, salgo temblando y rápidamente me visto. Extrañamente me siento cansada y he dormido bien; mi cuerpo es un perezoso al que le encanta dormir como oso en invierno. Miro el reloj y me doy cuenta que voy bien de tiempo, me permito respirar y camino al comedor, sobre el hay dos mandarinas, sin pelar y sin un plato.

- ¿Ese es mi desayuno?

- Sí mi amor.

- Vaya que me sorprendiste.

Comienzo a comer y miro la telenovela. No tengo idea de cómo va, hace mucho tiempo que perdí el hilo. La trama consiste en que el alma de un viejo pasa al cuerpo de un campesino y bla bla bla, al comienzo pensaba que era una idea estúpida y muy alejada de la realidad para una novela, sin embargo, ahora que he recordado mi otra vida y que interactúo con almas penando, ya no me parece tan estúpida.

- ¿Hoy también irás a la casa de María?

- Si, puede que hoy averigüe el año en que vivía.

- ¿No tienes deberes que hacer o algo que estudiar? No quiero que tus notas bajen Alida.

Uf mis notas...

La vida de AlidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora