Capítulo VI

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Hemos regresado al curso, ya ha acabado la misa y ahora veremos la clase de religión. Me he tomado los últimos veinte minutos para respirar y calmarme, no quiero que ninguna note que me ocurre algo.

Algo mucho peor que ver gente muerta es que me haga soñar estando en el colegio, mejor dicho ¡En la iglesia! ¿Es que acaso no hay una especie de protección contra espíritus ahí?

Después de esto, confirmo que no hay lugar donde esté segura.

Escrito en el pizarrón está la clase de ayer, los conserjes no lo han borrado y encima de la pizarra hay un letrero de bordes tallados color dorado, en donde se lee:

"Dios es la inteligencia suprema, primera causa de todas las cosas"

¿Primera causa? ¿Esto que me está pasando es debido a él? Siempre me he cuestionado si mi don va en contra de su doctrina... Si es así yo no tendría la culpa, no elegí nacer con esto, pero por otra parte ¿No se supone que cada cualidad que tenemos es dada por Dios? Él me hizo así, con cabello negro, impaciente, alta, agradable, pálida y con sueños premonitorios.

- ¿Estuvo buena la siesta? – Me dice Paula.

- Cállate.

- Oye si ¿Qué te pasó? – Habla Andrea.

- ¿Cómo alguien puede dormirse junto a Andrea? – Guliana me habla desde la otra fila de bancas. – Uno se la pasa riendo y comiendo con ella, además que no para de hablar.

Le hala un churrito el cual termina rebotando.

- Uno se la pasa bien conmigo, baby.

Todas reímos.

- ¿Morán? ¡¿Morán?! ¿No vino?

- ¡Sí! ¡Presente! – Grita Andrea.

- Ya tiene falta.

- ¿Pero por qué?

Andrea se levanta caminando al escritorio. Continúo hablando con Guliana hasta que me nombran. La lista se termina y la maestra, cuyo nombre aun no recuerdo, se pone pie haciéndonos preguntas de la misa, del evangelio, de cómo nosotros interpretamos el mensaje. Una de esas preguntas la dirige a mí y tengo que contestar con un avergonzado "No sé" porque me había quedado dormida en esa parte.

A casi final de la clase la maestra coloca su biblia cerrada en medio del escritorio. La mayor parte del tiempo hace lo mismo, pide que una voluntaria salga y abra en cualquier parte la biblia y lea lo primero que vea. Según ella esta es una forma de recibir un mensaje personal de Dios hacia nosotras.

Mary ya está poniéndose de pie para salir pero la maestra la detiene.

- ¿Alguien más aparte de Veliz que quiera ser voluntaria? – Espera y suspira – Yo sacaré esta vez. ¡Stone!

Ni siquiera he rezado mi primer yo no y ya me ha nombrado. Resignada camino y me paro frente a mis compañeras. Cierro los ojos, abro la biblia y con el dedo señalo cerca del borde de la página.

- Bien ¿Qué va a leer? – Me pregunta la maestra sentada en mi banca.

Ahora Paula se ve obligada a prestar atención. Me acerco el libro y veo dónde ha caído mi dedo.

- Levítico versículo 25.

- Presten atención. Adelante.

- "Y ustedes tienen que hacer distinción entre la bestia limpia y la inmunda y entre el ave inmunda y la limpia; y no deben hacer asquerosas sus almas con la bestia y el ave y cosa alguna que se mueve sobre el suelo que yo les he separado al declararlas inmundas. Y ustedes tienen que resultarme santos, porque yo Yavé soy santo; y estoy procediendo a separarlos de los pueblos para que lleguen a ser míos. Y en cuanto a un hombre o una mujer en quien resulte haber espíritu de médium...

La vida de AlidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora