Capítulo 38: Me prohiben el azúcar de nuevo

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Narra Sam:

Esa noche tuve un sueño increíble. Estaba en una isla, y corría con un arco y una flecha listo para disparar. Sentía que alguien o algo me perseguía, pero en el momento en el que me pare para disparar, me desperté de golpe en la cama.

Mire hacia un lado. Sabía quién había tenido la culpa de aquel sueño.

-Tengo que dejar de leer antes de acostarme.-

La noche anterior estuve leyendo Percy Jackson, por enésima vez. No pude evitarlo, me encanta esa saga.

Después de desayunar, me tome la pastilla de la nueva medicación y me senté junto a la ventana. Estaba escribiendo como me gustaría que fuera mi vida dentro de unos año, algo así como una carta para mi yo del futuro, cuando de repente tocaron la puerta y la chica más guapa del mundo entro.

-Hola Sam.- Dijo Thalia sonriente.

-Hola.- Dije dejando el libro a un lado y cuando me acerque a ella, la bese en la frente.

-Tenia ganas de verte.-

-Pues imagínate yo.- La abracé.- Tengo una sorpresa para ti.-

-¿Una sorpresa?-

-Ven conmigo.-

Cogí a Thalia de la mano y me encamine hacia la sala del grupo de apoyo. El pasillo estaba vacío, igual que la sala de apoyo. Los días que no había grupo la sala estaba vacía, lo que me sorprendía era que el pasillo estuviera vacío, pero bueno.

-¿Esta es vuestra sala del grupo?- Pregunto curiosa.

-Si. Aquí hablamos, discutimos, reímos, jugamos...-

-¿Y que sorpresa me aguarda aquí?-

Sonreí. Después me acerque al piano y me senté en el taburete, Thalia se sentó a mi lado.

-Llevaba mucho tiempo intentando terminarla, y creo que ahora, puedo terminarla, gracias a ti.-

La canción era de la película de Crepúsculo, había intentado tocarla muchas veces por que me encanta, pero nunca lo había hecho como ahora. Thalia... hacia que me saliera muchísimo mejor.

-Sam, es preciosa.-

-Como tu.- Sonrió.

Después de eso, bese a Thalia. Me encantaba hacer aquello.

-Preguntas que nadie contesta N° 3: ¿Que pasaría si alguien no estuviera muerto pero la gente pensara que si?- Puede que no fuera el mejor momento para preguntar eso, pero yo soy así.

-Técnicamente es imposible que ocurran esa clase de errores. No se puede enterar a alguien vivo.-

-Espero que no se cometan esos errores conmigo.-

-No pasará. Te lo prometo.- Me beso la nariz y yo sonreí.-¿Te han dicho alguna vez que eres súper adorable?-

-¿Que?-

-Que me pareces súper adorable.- Dijo agarrándome de las mejillas.-¡Eres como un conejito!-

-Thalia, estate quieta.- Dije apartando sus manos de mis mejillas.-¿Quieres que vallamos a por algo de beber?-

-Claro, ¿Por que no?-

Bajamos a la planta donde estaban las máquinas de refrescos, también vacía. Empezaba a pensar que cada vez que saldría con Thalia estaríamos solos.

-¿Que quieres tomar? Invito yo.- Dijo acercándose a la máquina.

-Creo que me conformo con un chocolate caliente.-

Thalia sonrió y saco un par de chocolates. Nos sentamos en unas butacas que había y comenzamos ha hablar. Hablamos y hablamos hasta que se nos acabó el chocolate. Pero de repente, algo pasó. Empecé a sangrar de la nariz, mucho. No, muchísimo.

-Dios mío, Sam.- Exclamó Thalia.

-¿Que me pasa?- Dije tapándome la nariz con ambas manos.

-Tranquilo. Buscaré ayuda.- Dijo saliendo corriendo de allí.

Odiaba sangrar por la nariz. ¡Lo odiaba profundamente! Ahora estaba solo en medio del pasillo, rodeado de gotas de sangre con las manos igual, cuando de repente vi a Amanda acercarse corriendo.

-Sam, ¿Que...?- Dijo preocupada.

-¡Ayúdame!- Le suplique.

Amanda me tapo la nariz con unos pañuelos y me llevo a mi cuarto. Cuando llegamos, me puso unos cables en la nariz a pesar de que ya no sangraba. Tenía las manos y la cara llenas de sangre.

-¿Que te ha pasado?- Pregunto mirando unos papeles.

-Nada. Estaba tomando chocolate caliente y de repente empecé a sangrar.-

-¿Estas siguiendo un tratamiento nuevo?-

-Si, es como una actualización.-

-Sam, el azúcar está totalmente prohibido en este tratamiento.- Suspire.- Luego nos vemos, tengo que irme.- Dijo antes de marcharse.

Me quede solo otra vez, con la cara manchada de sangre y los cables en la nariz, otra vez. Entonces Thalia entró corriendo hacia mi.

-¡Oh Sam! ¡Menos mal que estás aquí!- Grito abrazándome.

-Tranquila. Estoy bien.-

-Es que fuí a buscar ayuda y... tú estabas solo y... cuando volví no estabas... y me asusté y...-

-Eh.- La interrumpí.- Estoy aquí, contigo. Todo va a salir bien. Me pondré bueno, te lo prometo.-

-Sam...- Dijo abrazándome de nuevo.

No se cuanto tiempo más estuvimos juntos, supongo que hasta que Thalia se marchó.

Siempre a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora