Domingo por la mañana: Día de ir a la iglesia. Cuando me levante, tuve esa pequeña ilusión de que tal vez, solo tal vez, podría ver a Zac hoy allá. Pero luego recordé todos los domingos en los que me quedé totalmente decepcionada a causa de ello y decidí no hacerme falsas esperanzas.
Me bañe, me vestí con un vestido rosado vivo y unas zapatillas de color plata. Preferí no aplicar maquillaje a mi rostro hoy. Mi cabello seguía como siempre, descontrolado y así quise dejarlo.
Subí al auto de mamá con mis hermanos. Sí, mi padre no quiso ir a la iglesia hoy, bueno, realmente lleva días sin querer. Yo he tratado de animarlo, pero no se puede obligar a nadie a estar con Dios.
Al llegar a la iglesia, tomé asiento en medio de Kylie y Charlie, con quien había establecido una relación un poco más grande que una amistad.
En un momento de la predicación, me distraje un poco y miré a mi alrededor. Yo simplemente no podía creerlo. Él estaba ahí. Zac estaba ahí, justo como el primer día en que lo vi, diagonal a mi, con su postura recta, sus prendas oscuras, su cabello perfecto y su semblante serio.
Mi rostro palideció, mis manos empezaron a sudar y mi pulso se aceleró. Todas las sensaciones que sentí aquella primera vez que lo vi, no eran nada comparadas con las que sentí en ese momento. Mi corazón parecía querer estallar dentro de mi pecho y mi estomago tenía una presión que no sabría describir.
Giré lentamente hacía mi lado derecho, donde estaba mi mejor amiga. Ésta me miro ceñuda y con preocupación, ella ya imaginaba que podría estar pasando. Le señalé con mi mirada donde estaba Zac y su boca se abrió en forma de una "O" al notar su presencia.
Mordí mi labio con nerviosismo y jugué con mis manos mientras trataba de tranquilizarme. Pero era imposible, después de tanto tiempo sin verlo, yo no podía controlarme. Quería abrazarlo, quería estrujarle contra mi, quería gritarle por haber desaparecido de mi vida. Pero debía controlarme, porque no estábamos solos, estábamos en la iglesia y él estaba bastante lejos de mi.
Pasé mis manos por mi cara repetidas veces y luego por mi vestido, tratando de quitarles el sudor.
Charlie me miró con preocupación.—Estás palida...¿Estás bien, Juls?—preguntó en un susurro y yo asentí levemente. No quería que se preocupara y menos que notara que estaba así por culpa de Zac. Yo le conté un poco a Charlie sobre Zac, pero fue hace mucho y no creo que lo recuerde ya.
Charlie tomó mi mano izquierda, entrelazó nuestros dedos con sus dos manos cubriendo la mía a manera de querer darme apoyo. Sonreí por su acto. Pero no podía sacar a Zac de mi mente y menos podía dejar de mirarle a hurtadillas.
¡Después de tanto tiempo, él estaba ahí de nuevo!
(...)
La gente empezó a salir y entre ellos, Zac, Alice y su madre. Lo vi salir, pero él no reparo en mi presencia, tampoco lo vi buscarme y cuando yo logré salir entre la gente, su auto ya no estaba por ningún lado. Él se había ido y no tuvo ninguna intención de hablarme.
Dolor y amargura inundaron mi ser, me sentí fatal.
—Julie, sé que no estás bien.—aseguró Charlie a mi lado.
—Eso no importa.—A mi me importa.—replicó tomando mi mano.
—Necesito descansar, quiero ir a casa.—mi voz estaba triste y apagada, no tenía ganas de hablar a nadie.
—Entiendo, te llevaré.
—No, no. Tranquilo, Kylie me llevará, gracias.—fingí una sonrisa. Realmente necesitaba hablar con mi mejor amiga ahora, podía estar con Charlie en otro momento.
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Me Enamoré De Un Aspirador.
Novela JuvenilHay dos cosas de las que ahora estoy totalmente segura. La primera: Zac Miller, es un aspirador. La Segunda: Estoy loca y perdidamente enamorada de él.