Rosa Marta Mac Pato del Arpa(o "las encías doradas del arte")
Quizás, porque la realeza nunca anidó en estos peladeros, y por suerte su rancio olorestuvo lejos. Al otro lado del mar, salpicando los brillos del pallá y pacá de valses vieneses.Tal vez, es por eso que en este fin de siglo reaparece la nobleza pioja empolvada por elstatus del arte. Como si fuera un orgullo tener tan cerca a esas damas que se codean con eljet set alabando la cultura burguesa, la pintura pituca de los remates. Ese paisaje de Paríssobre la chimenea mi linda, o ese Matta upeliento que al caer la izquierda subió de precio.Porque todo cambia, y por fortuna el arte volvió a su hediondez de castillo, a su inutilidaddecorativa. Sobre la mesita francesa la figurilla Limoges, para que la empleada mapuche lepase el plumero al ritmo del minué. Porque la señora Mac Pato no puede vivir en estosarrabales sin escuchar cada mañana la lírica alaraca de sus violines. No puede soportar elindiaje sin oír los cornos peorros de su ópera. No puede, no puede mirar el caminarpatuleco de los chilenos, porque ella ama tanto el ballet clásico que va del Municipal alBellas Artes del brazo de Pirulo Larraín flotando en su sublime pas de deux. Ella esbenefactora de la danza frú-frú, y quiere educar a este país de rotos acostumbrados a lacumbia. Sueña con transformar Santiago en otro Versailles, y que hasta los pacos dirijan eltránsito en puntas de pie. Por eso ella va con su mueca estética por las galas del arte, atodos lados lleva su placa Pepsodent, repartiendo risas de triunfo capitalista, para que estepaís amurrado pueda reírse de su derrota social.La Señora Mac Pato dedica todo su tiempo al evento del arte, corretea por lasembajadas decorando los salones con cortinajes, macetas de petunias y pavos reales paraque los chilenos aprendan los gestos trululú de la aristocracia europea. Porque ella admira ala nobleza y se emociona con las rabias que pasa Isabel II con sus nueras putingas. Eso tepasa Chabe por meter a la plebe en la corte, piensa ella. Igual como pasó en la UnidadPopular, cuando Allende le dio carta abierta al populacho para que entrara al TeatroMunicipal. Y estos picantes, pos oye, se mearon en la felpa lacre-sangría de los asientos, selimpiaron los mocos con los tapices flamencos, y dejaron hecho un asco esa maravillaneoclásica de la arquitectura nacional. Por eso ahora subimos los precios de las funcionesde gala. Además pareciera que los upelientos aprendieron modales en el exilio francés.Digo yo, porque hasta los socialistas dejaron el charango y le tomaron el gusto a la músicaclásica. Y también, para que no digan que una es injusta con la ignorancia, hoy tenemosconciertos a mediodía para que la rotada cultive su espíritu chabacano.Así, doña Rosa Mac Pato del Arpa, no se cansa en su afán por educar a la culturapioja drogada por los tiritones pélvicos del "Meneíto". Pero ella sabe que pese a todos susesfuerzos, igual va a recibir el malagradecido pago de Chile. Igual las viejas pobladoras lapelan cuando ella aparece en la televisión modulando su finura Chanel. Igual las viejasrotas remedan sus modales de condesa cenando en palacio. Igual se ríen de ella, mascandocon la boca fruncida, el charquicán humilde de la cocina obrera. La señora Mac Pato sabeque este país es burlesco con cualquier forma de colonización cultural que pretenda refinarla tosca greda de su carnada mestiza. Y no es que necesite una corte haragana que logobierne, y menos esas princesas con cara de caballo que adornan el revisteo del ocioclasista. Aunque hay un séquito de artistas mendigos de cóctel, que siempre la rodean comouna abeja reina, y simulan escuchar atentos sus teorías estéticas del Primer Mundohaciéndole creer que este país necesita un blanqueamiento cultural. Pero, tal vez, sólofingen estar de acuerdo con ella, mientras comen el canapé de langosta en la exposición ycelebran los chistes british y su trivial simpatía de sangre azul. Pero muy en el fondo esapatota arribista, sabe que en este suelo nadie se ríe tanto como la señora Mac Pato. Haymuchas caries, mucho boquerón en sombras que apenumbran la alegría torcida de la muecapopular. Puede ser que ellos comparten las burbujas optimistas de su champán, solamentepara agarrar una beca a París en Los Amigos del Arte, o sacar un catálogo elegante parauna próxima exposición. Puede ser ese el único interés alpinista en la escalada social, loque mueve al enjambre de artistas revoloteando en el perímetro de su risa esmaltada,solamente para que doña Rosa María Mac Pato del Arpa, crea que este país perejil compartesubyugado la mueca risueña de su calavera cultural.