Tu voz existe (o "el débil quejido de la radio A.M.")
Pareciera que la radio, frente a la visual televisiva, fuera el último eslabón de unacadena que por años reprodujo la imagen a través de la voz, la narración, la música, elrelato de esa confidencia modulada por el timbre sedoso de ese locutor invisible.La radio en la ciudad fue por muchos años la cinta sonora que voceaba los sucesos.La milonga radial del conventillo, la cumbia del pasaje, el gol del mundial gritado en laesquina. Así fuera un tarro bullicioso, daba lo mismo, total entonces nadie imaginaba lafinura plateada del FM compact. Solamente el murmullo compañero de esas tardescalurosas, a mediados de los cincuenta, cuando Santiago ronroneaba siesta con la radioprendida. Entonces ese sonoro aparato trinaba las melodías de moda en los shows en vivo,pioneros del rock concert. Allí los ídolos aflautados del bolero, musitaban esas frases deardiente nostalgia al oído de sus admiradoras pegadas al dial, repitiendo en la penumbra lacursilería sentimental de ese cancionero que enlazaba orejas. La radio fue popular cuandolos rústicos aparatos estuvieron al alcance de todos los bolsillos, cuando el tendido eléctricoatravesó clases sociales alcanzando el mosquerío proleta. Fue la primera ilusión de modernidadque hizo suya la pobreza. Quizás el primer enamoramiento de un electrodomésticoque se cuidaba como fetiche milagroso. Sobre todo en los temblores, lo primero que seagarraba en el apuro era la radio. La infaltable RCA Víctor con su perrito pegado a lavitrola. La reina del hogar, aliada fiel de las mujeres que combinaban fregado de ollas conlos primeros pasos del rock and roll.Paralelamente al desarrollo de los sistemas de comunicación visual, la radio ha sidofundamento en la reciente historia del país. Así, durante la dictadura, la memoria deemergencias guarda intacta el timbre de Radio Cooperativa. Su tararán noticioso hacíatemblar el corazón de la noche protesta. Su conocido flash "Cooperativa está llaman do",era presagio de tragedia. Pero el familiar tono de Sergio Campos, amortiguaba la penumbrade los apagones en la radio a pilas. En la misma época, otras emisoras oficialesengalanaban de huasos y tonadas quincheras la misma negrura. En esas frecuencias "tanpatrias", era difícil enterarse de los acontecimientos, tergiversados, ocultos y opacados porla cortina de un himno marcial. Por eso, la afición radioescucha se hizo más compleja,supliendo la falta de libertad noticiosa con emisoras de punta, como Radio Umbral,importante espacio difusor de la acción protesta. También surgieron como callampas lasradios clandestinas, que con un transmisor y un alambre de antena, contagiaban laspoblaciones de afanes libertarios. Histórica es la Radio Villa Francia, perseguida, casidetectada, pero fugándose siempre con su nomadismo comunicador. Estos sistemas radialescaseros aún subsisten. Algunos agrupados como Organización de Radios Clandestinas,otros siguen errantes, transmitiendo una hora a la semana, con el auspicio del almacén de lapoblación, pasando avisos domésticos, dedicando canciones y poemas a los pololos deturno. Así, la radio ha logrado permanecer casi intacta frente al chispazo televisivo. Perosobre todo la onda larga, que es el lugar vital de la radiotelefonía. Allí se mezclanhoróscopos, noticias en chunga, brujos, meicas, evangélicos que alaraquean con su mensajeapocalíptico. Sobre todo en las mañanas, la radio AM es el espejo de un cotidiano popularque enfiesta de circo el inicio del día. Casi al final del dial, la Radio Tierra enmarca elrostro de una mujer que borda palabras en el aire. Es una voz afelpada que atraviesa laciudad en alas del cambio. Ahí mismo, carreteando la AM, es posible toparse con loshomosexuales y lesbianas del programa Triángulo Abierto, que ya cumplió años y seguiráen el aire como voz del Movimiento de Liberación Homosexual, Movilh, los sábados por lanoche.Seguramente la radio AM no fue diseñada para la sofisticada audición de losadictos al estéreo. Es posible que desaparezca, ya que los últimos equipos japoneses novienen con onda larga. Pero es difícil que la impersonal cursilería FM contagie la memoriasonora como lo hizo la radio AM con su débil quejido, con los tarros de su bulliciosocanto.