Capítulo 10: La confesión

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Le conté mi descubrimiento a Ziggy y le enseñé el mensaje que envió su amigo Sane antes de morir. Él no me creyó al principio, no quería creerlo, pero luego se dio cuenta de la realidad.

La persona que amaba había acabado con su hogar, con sus amigos y con su vida. Essi era la culpable de todo, se había hecho la víctima fingiendo ser la única superviviente de Marte, cuando en realidad era la causante de todo. Ziggy estaba destrozado y y yo me sentí mal por haberle contado todo, sin embargo era necesario.

-Bien. Tenemos que hacer algo. Si Essi ha conseguido matar a dos planetas enteros está claro que acabará con la tierra, tarde o temprano. Pero, ¿qué podemos hacer? Ella es más fuerte que nosotros.

-Tenemos que acabar con ella, como sea... necesitamos idear un plan -afirmé mientras pensaba en alguna solución.

-Si Sane estuviera aquí... él es científico y la persona más lista que he conocido -Dijo Ziggy nostálgico, mientras recordaba a su mejor amigo.

-Ziggy, siento todo esto... tu amabas a Essi, bueno, la amas... tiene que ser duro para ti -dije cabizbaja.

-Aura, te equivocas. Ya hace mucho tiempo que no siento lo mismo por ella. Me he dado cuenta.

-¿Y eso? ¿desde cuándo? -dije mientras le miraba suplicante esperando una confesión por su parte.

-Desde que te conocí -dijo mientras me agarró la barbilla para mirarme. Yo me quedé sorprendida. Deseaba que ocurriera eso, que me dijera que me quería, pero no me esperaba que fuera tan pronto.

-Zig...

Ziggy se acercó a mí y me beso de forma apasionada, aunque algo brusca. Yo me agarré a su cuello mientras profundizaba el beso. Nadie me hacía sentir como él. Su forma de besarme, de mirarme... solo él podía causarme un mar de sensaciones inimaginables.

-Espera.... Essi podría venir y vernos -le dije con preocupación.

-No vendrá. Le dije que quería descansar y que me dejara solo -dijo mientras bajaba a mi cuello para besarlo, dejando pequeñas marcas con sus afilados dientes.

-¡Ay! -me quejé en un momento en el que Zig me mordió suavemente el cuello.

-Perdona amor -dijo entre risas. Yo se la devolví pellizcándole y este se quejó.

-Ya estamos en paz... -dije sonriendo.

Ziggy se desabrochó la camisa mientras me seguía besando. Nos tumbamos y nos acariciamos mutuamente en busca del placer que solo nosotros podíamos causarnos.

-Zig... te amo -le dije en un suspiro sin dejar de besarle. Él paró de inmediato para observarme detenidamente.

-Yo también te amo -me dijo y me dedicó una sonrisa llena de amor y de sinceridad. Yo le miré complacida haciéndole entender que me había hecho completamente feliz al decirme eso.

Ziggy no estaba acostumbrado a la forma de hacerlo aquí, en la tierra, así que yo le guíe hasta que ambos acabamos tirados en la cama abrazados y exhaustos. El momento que había deseado desde que le conocí había llegado, y la espera, sin duda, había merecido la pena.

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